En tiempos de sororidad y empoderamiento femenino es imposible no situar ‘Express Yourself’ como una canción pionera, en la que Madonna anima a otras mujeres a ser libres y a no ser secundarias en su propia vida. La cantante declaró a New York Times que el mensaje de la canción es que “la gente siempre debería decir lo que quiera. A veces te censuras a ti mismo (…) El momento en que aprenda a no editarme a mí misma será el momento en que me considere una adulta al completo”. La letra es muy clara desde que arenga en la intro “come on, girls”, proclamando después que “ser lo segundo mejor no es suficiente” o que “lo harás mejor en solitario”, abriendo la doble lectura sexual. También hay quien ha entendido el “come on, girls” del inicio dirigido al público gay, en consecuencia con el homoerotismo del vídeo dirigido por David Fincher que, inspirado en el ‘Metrópolis de 1927’, costó 5 millones de dólares, siendo el vídeo más caro de la historia en su momento. Luego lo superó ’Scream’ de Michael Jackson, lo cual es bastante gracioso, puesto que Madonna le referencia en el vídeo de ‘Express Yourself’ al tocarse los genitales al modo en que lo hacía él. “Las mujeres también nos tocamos”, parecía querer decir. Pat Leonard se jactaba de haber escrito junto a Madonna la mayoría del álbum ‘Like a Prayer’ en tan solo un par de semanas, a razón de canción por día. Todo lo opuesto a ‘Rebel Heart’, que en 2015 era muy criticado por haber dado demasiadas vueltas durante un año en torno a lo que parecen ser hasta 3 álbumes bien distintos: el EDM, el clásico y el urban. En verdad, ‘Like a Prayer’ pudo beneficiarse de esa espontaneidad, pero tanto ‘Like a Prayer’ como ‘Express Yourself’, que en verdad no es co-autoría de Leonard, sino de Stephen Bray, hubieron de remezclarse para el “greatest hits” editado tan solo un año después, mejorando substancialmente en el caso que nos ocupa. ¿De verdad había sido su producción original la más atemporal?
Trágicamente, ‘Express Yourself’ también ha pasado a la historia, pese a ser un himno de sororidad desde el segundo 1, por las comparaciones que el tema recibió con ‘Born This Way’ de Lady Gaga en 2011. La canción de Madonna estaba abiertamente inspirada en Sly and the Family Stone, mientras Gaga aseguró que la suya era un estándar de música disco. Ambas tuvieron su encontronazo al respecto. Madonna popularizó la palabra “reductive” hablando de ello, y la entrevistadora, muy ágil preguntando aquello de “¿pero eso es bueno?”, ha pasado a la historia del pop. Por suerte para todes, a la larga han posado juntas y acarameladas y han sabido reírse de ello, especialmente Gaga en Saturday Night Live. Nunca he visto ambas canciones TAN parecidas, pero el mash-up estaba simpático y realzaba las dos.
Demasiado se habla de ‘Erotica’ y demasiado poco se habla de su claro precedente, un ‘Justify My Love’ que se editaba como single principal del primer recopilatorio de Madonna, el superventas aún a día de hoy ‘Immaculate Collection’. La canción, como todos los primeros singles de la artista hasta entonces, era un shock. Lo normal es que un “grandes éxitos” se promocione con algún retal descartado de sesiones anteriores, pero este no. Tenía que ser “inmaculado” e, irónicamente, ‘Justify My Love’ sería hasta entonces la canción más sexual de Madonna, elevando de manera exponencial el carácter sexual que habían podido tener ‘Like a Virgin’ o el vídeo de ‘Like a Prayer’. Estamos ante un rompedor spoken word susurrado, un poco al modo Gainsbourg y Birkin, co-escrito por Lenny Kravitz (a la postre guitarrista de ‘Ray of Light’ en unos premios MTV) y por la protegida de Prince Ingrid Chavez, que cuenta con un sensual ritmo electrónico bajo la producción de André Betts, a quien luego, sí, encontraríamos en ‘Erotica’. La base era del final de un tema de James Brown, ‘Funky Drummer’, que también habían tomado Public Enemy, aunque aquí se aproximaba a los albores del trip-hop. El vídeo dirigido por Jean-Baptiste Mondino, mostraba una sesión de sexo S&M, libre y consentido, en elegante blanco y negro, de la que Madonna sale tan contenta que se muerde las manos. Fue censurado y hubo de ser vendido aparte de recopilaciones, siendo certificado como cuádruple platino en Estados Unidos. Sí, casi medio millón de personas se compraron un VHS que duraba 5 minutos.
Reivindicada por Flaming Lips, que hicieron una versión alucinante, y nombrado el 2º mejor single de todo 1984 por Rolling Stone (en 2014, a 30 años vista, lo cual tiene mucho más valor, pues se llevaba por delante, entre hits de otros artistas, ‘Like a Virgin’), ‘Borderline’ es una de las canciones de amor perfectas de Madonna. La escribió el recientemente fallecido Reggie Lucas, quien estaba ejerciendo de productor del primer álbum, si bien la cantante no quedó satisfecha con el resultado y lo que escuchamos finalmente son “remezclas” y revisiones de Jellybean, autor de ‘Holiday’. En todo caso, la composición es sublime, con una melodía preciosa que va mutando: si el inicio “something in the way you love me won’t let me be” atrapa, el cambio de acordes en el estribillo “just try to understand” es precioso y el estribillo en sí vuelve a contener dos giros melódicos más. Además, la producción de teclados y sintes ultra cucos contiene elementos disco y synth-pop (en su vídeo vemos a Madonna donde más le gusta, en la calle), pero también muy soul, algo muy perceptible en los coros femeninos, logrando que la canción sea un emblema de inicios de los 80 pero al mismo tiempo disfrutable en cualquier tiempo. Seymour Stein, que había fichado a la artista para Sire Records a raíz de ‘Everybody’, tenía clarísimo que iba a ser un hit, y lo cierto es que fue el primer top 10 de Madonna, beneficiado por el “sleeper” que estaba resultando ‘Holiday’. Favorita de Jimmy Fallon, es curiosamente la última canción que Madonna ha interpretado en televisión por ahora. Accedió a volver al programa para conocer a Obama.
Cuando Madonna estaba mostrando el perfil menos underground de su vida, con la lucha por el papel de ‘Evita’ y todas las baladas que la rodearon, mejores (‘You’ll See’) y peores (‘One More Chance’), la cantante se sacó de la manga el mayor giro musical de su carrera. Su mejor “reinvención”©. La idea original era escribir canciones con Patrick Leonard, Rick Nowels, William Orbit y Babyface. Por suerte este último se cayó del proyecto, Madonna mandó a la mierda a Nellee Hooper (‘Bedtime Stories’) según una impagable carta enviada a Pat Leonard que se filtró, y Orbit quedó al mando del proyecto junto a la propia Madonna, tras declararse esta fan de sus primeros discos y de los remixes que había hecho para ella. De William le gustaba su apego por los sonidos “marroquíes e indios” y en ellos quiso trabajar para lograr una “mezcla de cosas antiguas y nuevas al mismo tiempo”. ‘Frozen’, el primer single de ‘Ray of Light’, es uno de los mejores exponentes de ese objetivo. Lo antiguo son esas cuerdas atemporales aportadas por Craig Armstrong (sigo recomendando el imprescindible ‘The Space Between Us’, del mismo año). Y lo nuevo los ritmos de trip-hop ahijados de la colaboración con Massive Attack dos años antes. La letra hablaba de abrirse al amor con un guiño a ‘Open Your Heart’, pero manteniendo un punto oscuro (“solo ves lo que tus ojos quieren ver”) que constatan producción y vídeo, del que se encargó nada menos que Chris Cunningham después de que a Madonna le encantara su vídeo para Aphex Twin ‘Come to Daddy’. El vídeo de ‘Frozen’ lograba ser místico y oscuro al mismo tiempo, con la cantante exorcizando demonios a través de pájaros, perros y tatuajes, y la canción fue un boom, alcanzando el número 1 instantáneo en Reino Unido o España -un mes entero en nuestro país- y el número 2 en Estados Unidos. Sí, lo juro: hubo un día en que ‘Frozen’ fue un macrohit de Madonna y no una película de Disney. Sigh…
La carrera de Madonna no está tan bien llevada como debería desde el punto de vista del márketing desde que la cantante abandonó Warner para irse a Live Nation, llegando a un acuerdo de distribución después con Universal. Las canciones siguen ahí, pero las elecciones de los singles, los vídeos, las secuencias y/o los tempos nunca son los óptimos, por no hablar del chorreo de filtraciones sufridos desde 2008. Sus problemas con Warner, no obstante, están justificados y se remontan al caos que supusieron los singles de ‘Music’ tras el exitazo que habían tenido ‘Music’ y ‘Don’t Tell Me’. Ese vídeo para un remix imposible de ‘What It Feels Like for a Girl’, la deliberada exclusión de ‘Amazing’ de la gira porque Madonna no quería promocionarla… y el absurdo ninguneo de Warner a ‘Impressive Instant’ cuando pedía a gritos ser la canción del verano 2001 con un vídeo robótico a la altura, que nos quedamos sin conocer. ‘Impressive Instant’ es lo más avanzado que grabaron Madonna y Mirwais, con el productor teniendo que volver del estudio de Londres a su casa en París para trabajar en su ordenador (suponemos que no era un portátil) los sonidos y las texturas que la cantante deseaba en esta canción. Madonna vuelve a cantar sobre los placeres de un encuentro casual, del flechazo, de alguien que se te antoja en una discoteca, concluyendo “eres justo quien estaba esperando / y ni siquiera sé tu nombre” después de un haber lanzado una tormenta de sintes y mensajes “I’m in a trance” que se clava tanto en el cerebro como la persona que menos te conviene. También continúa la celebración de la música (“I like to rumba / dance to a samba”) pero lo bueno es que en la producción encontramos todo un arsenal de voces tratadas no necesariamente con Auto-tune, sintetizadores analógicos, armonizadores, modificadores de pitch y todo tipo de virguerías. Mirwais indicaba que podía usar Auto-tune solo en una sílaba de una canción (“wine!!!”), y hasta “40 tomas de audio solo para una pista vocal”. ‘Impressive Instant’ es una obra de orfebrería en ese sentido, que además contó con un gran número futurista con humo y máscaras de gas en el Drowned World Tour que comenzaba en Barcelona. También había abierto los shows promocionales de ‘Music’ de manera exultante.
El cuarto single de ‘True Blue’ se convertía en el quinto número 1 en Estados Unidos de Madonna, siendo una de las canciones favoritas de la infancia de muchos de los nacidos a finales de los 70 o principios de los 80. ‘Open Your Heart’ tenía un enorme estribillo, pero como suele suceder en los mejores clásicos de la historia del pop, había mucho más arropándolo. Lo más evidente es un pre-estribillo que lo ensalza (“don’t try to run, I can keep up with you”), pero a nadie se le escapa el machacón ritmo percusivo de la canción que la hace parecer mucho más rapida de lo que es (¿solo 112bpms, en serio?), los teclados de Pat Leonard de corte oriental que sirven de leitmotiv o el puente “one is such a lonely number”. Quizá los metales han envejecido algo mal, pero seguramente en 1986 contribuyeran a que la canción fuera el tiro que fue. Curiosamente el tema original, llamado ‘Follow the Heart’, había sido escrito en clave de rock para Cyndi Lauper, si bien no se le llegó a enseñar. Madonna la viró hacia lo bailable y cambió la letra, siendo la primera canción que aceptaba para ’True Blue’ en 1985. Su co-autor Gardner Cole aseguró haberlo pasado mal con la espera, pues la primera canción que pasa la línea de corte de un álbum es habitual que quede fuera. Mención aparte merece el vídeo de Mondino en un peepshow, con homenajes a Dietrich y Minnelli, que entre acusaciones de pornografia y pederastia, Warner tuvo que defender en una reunión con MTV. El libro ‘Bitch She’s Madonna’ (Dos Bigotes, 2018) vuelve sobre este clip en diferentes capítulos, concluyendo en el correspondiente a la sexología que, “frente a lo políticamente incorrecto del argumento, lo que transmiten las imágenes es inocencia y ternura, y es esta sensación la que devuelve al espectador la idea de la diversidad erótica como un valor positivo”.
Madonna dijo en 1998 que ‘Drowned World / Substitute for Love’ era la canción más importante de ‘Ray of Light’. Abrió el disco, abrió la gira de ‘Ray of Light + Music’ a la que dio título y además fue un atrevido single que no se podía emitir ni con un “radio edit” que recortara del principio y del final. Pero estaba claro que sería una canción esencial para Madonna, en la que la cantante explicaría cómo su vida había cambiado tras la maternidad. En la letra, adaptada de un poema del diseñador de interiores, arquitecto y amigo suyo David Collins, fallecido repentinamente en 2013 a causa de un melanoma, Madonna da la espalda a la fama, a la superficialidad, a los bienes materiales e incluso al sexo, para entregarse a su “sustituto” para todo eso. Tras un inicio de ambient muy William Orbit, en el que se incluye un sample de ’Why I Follow the Tigers’, un tema de 1969 de The San Sebastian Strings; la inclusión de una línea de guitarra, ritmos jungle muy esporádicos y un par de notas de un piano totalmente pre-‘Play’ de Moby, que se editaría el año siguiente, aportan un gran dinamismo, llevando de la mano al clímax de la coda final. En ella Madonna, cada vez más agitada, se reafirma en sus ideas: “nada de guapos desconocidos, ni estimulantes, ni droga que pueda probar (…) nada de rollos de una noche, ni tierras lejanas, ni fuego que yo pueda prender”. Pero si la canción es tan especial es porque contiene un mensaje universal al margen de la maternidad, y es la salida de una situación en la que, rodeado de gente, te sientes aislado (“viajé por todo el mundo / buscando mi hogar / y me he encontrado en habitaciones repletas de gente / sintiéndome completamente sola”). Se refleja en un vídeo que en su momento se comparó con la muerte de Lady Di pero sobre todo es una crítica del mundo celebrity o ahora influencer. ‘Drowned World’, que nunca llega a mencionar un mensaje de moralina sobre la maternidad ni contiene referencia a géneros ni por tanto mensaje “femenino” -de hecho nunca llega a mencionar la maternidad, aunque en su vídeo sí aparece al final una niña que solo puede ser Lourdes León-; simplemente es un bálsamo para esos días en que follar con desconocidos o alternar no te llena, y te apetece encontrarte contigo mismo aunque sea durante 5 minutos y 9 segundos. En su reseña de 2017 del disco, Pitchfork se preguntaba si esto había sido una etapa aislada en la vida de Madonna, asegurando que no le pegaba nada renunciar a todo por la maternidad (y desde luego no lo hizo), pero en verdad detenerse en algunas de las cosas que plantea debería ser una receta obligatoria cada “x” tiempo, y más que nunca en la era de las redes sociales, aunque sea para decir que no.
Es una pena que Madonna no esté reivindicando en directo su catálogo del siglo XXI. Al no interpretar en vivo habitualmente ni ‘Don’t Tell Me’, ni ‘Hollywood’, ni ‘Hung Up’, ni ‘Sorry’, ni ‘4 Minutes’, ni ‘Celebration’, ni ‘Give Me All Your Luvin’, ni ‘Love Spent’, ni probablemente en el futuro nada de ‘Rebel Heart’, da la imagen de que sus segundos 15 años son muchísimo peores que los 15 primeros. Y si fuera el caso, no estaríamos aquí. ’Sorry’ fue en 2006 un número 1 mundial, sustituyendo en el conteo de Mediatraffic a ‘Hung Up’, todo ello pese a la falta de apoyo al single en Estados Unidos. Tal fue su pelotazo en Europa, siendo número 1 en Reino Unido, España o Italia, además de top 5 en Francia o Alemania. Se trata de una grabación prodigiosa, ligeramente inspirada en el crescendo de ‘Can You Feel It’ de The Jacksons (como ‘Material Girl’) pero independiente, en la que Madonna y Stuart Price constituyen un nuevo disco divertido-pero-nostálgico a lo ‘I Will Survive’, negándose a escuchar el reiterado perdón que pide un antiguo amante que va a volver a fallarnos. El vídeo reincide en la independencia femenina, cuestionando algunos de los estereotipos masculinos. Pese a lo kitsch de la demostración políglota, que contiene un error en neerlandés atribuido al traductor Babel Fish (“Ik ben droevig” es “estoy triste”), esa parte añade una segunda interpretación política anti-Bush, reforzada con las imágenes proyectadas durante la gira en un remix de ‘Sorry’. Los distintos ganchos confluyen a la perfección en una segunda mitad de canción absolutamente extática. Dicen Stuart y Madonna, únicos autores del tema, que como fans de los remixes, en este disco decidieron saltarse las versiones de estudio y actuar directamente en algo parecido a remezclas, y eso es algo muy perceptible cuando los “heard it all before” se superponen a los “sorry”, constituyendo el clímax de la canción.
Pocos adivinamos la primera vez que escuchamos ‘Music’ que ‘Don’t Tell Me’ sería el segundo single del disco. Y de qué manera funcionó. Madonna logró casar perfectamente el sombrero de cowboy que había gastado en el vídeo de ‘Music’ con la guitarra acústica de ‘Don’t Tell Me’ y sobre todo su videoclip ultra country, de divertida coreografía. Era un vídeo barato y sencillo, incluso Madonna pisa a un bailarín en el minuto 3.13 (¿quizá se habría repetido la toma si fuera al revés?), pero que daba una nueva vida a la canción, pues refuerza todo su significado. La clave de ‘Don’t Tell Me’ es la confrontación entre pasado y presente. El pasado, el punteo de guitarra acústica, bastante ‘No Scrubs’, se ve entrecortado digitalmente en un ejercicio de modernidad tan gratuito que se pensó que era un error. Las cuerdas en contraste con una rudimentaria caja de ritmos al final. El clasicismo de rodar en el desierto vs la falsedad del estudio. El amor contra la libertad. El conservadurismo del country, contrastado por el mensaje feminista “nunca me pidas que pare”. El macho man asociable a la estética cowboy, contrastado por unos bailarines que parecen recién salidos de Village People… y encima latinos. El tema había sido escrito por el cuñado de Madonna, Joe Henry, en clave de (interminable) tango texmex y llamado ’Stop’, pero ella lo adaptó, resultando uno de los que mejor resumen su filosofía de vida. Es una canción empoderada, aunque también contiene una pequeña fantasía de amor, en una ocasión a capella: “dime que el amor no existe, que es algo que hacemos únicamente tú y yo”. Madonna la presentaba en el show de David Letterman, pidiendo que no se rieran de ella porque acababa de aprender a tocar la guitarra. La actuación, como indicaron cierta vez en nuestros foros, parece una clase de este instrumento, pero como documento es bastante mono. También existe una actuación con el mismísimo Mirwais, con quien Madonna ha grabado ahora su 14º álbum. ¿Habrán creado maravillas como esta o la luz de él se apagó hace demasiados años?
Es una pena que Madonna nunca se haya animado a reinventarse en plan “girl group” en un disco entero, siempre presionada por ser la más moderna del lugar y no repetirse a sí misma. No hay que olvidar que es de Michigan, y que en Detroit se fundó la Motown, donde permaneció hasta 1972. Muy obviamente, es la música que escuchó de pequeña, anteponiendo siempre -salvo en ‘American Life- la melodía a la producción sin que nadie se diera cuenta. Cuando más cerca estuvo del sello de The Supremes y The Marvelettes fue en ‘True Blue’, en la divertidísima ‘Jimmy Jimmy’, cuyo “why oh why oh why oh why oh why oh why oh why FOOLS fall in love with FOOLS like you” todavía arranca una sonrisa 30 años después; y en la canción titular, cuya métrica es la típica de las canciones doo-wop. Dedicada a su esposo por entonces Sean Penn, quizá el gran amor de su vida, puesto que “true blue” era una expresión que él usaba para designar el amor verdadero, se presentó con un vídeo que se aprovechaba de las continuas reposiciones de ‘Grease’, la cual se había estrenado en 1978, pero inspirada en los años 50. ‘True Blue’ es la canción de amor perfecta (“he estado con otros chicos (…) pero no importa dónde vaya, eres el único para mí”), con un estribillo absolutamente celestial (grandes extensiones de sílabas en “loooooove” y “dreaming oooooof”). Injustamente excluida de ‘Immaculate Collection’ y ’Celebration’, ‘True Blue’ era al fin reivindicada -incluso delante de Sean Penn, ahora su amigui- en la última gira ‘Rebel Heart’. Para esta versión, Madonna aprendió a tocar el ukelele (acordes diferentes, dos cuerdas menos que una guitarra), dejando uno de los momentos más intimistas que nunca se le han visto en vivo.