James Blake es uno de los artistas musicales que más están hablando sobre salud mental en la actualidad, y tras criticar la etiqueta “sad boy music” que muchos han aplicado a su música por considerar que ridiculiza la salud mental masculina, el músico británico ha participado en un simposio en California donde se ha hablado de la “crisis del suicidio” en la “población artística”, exponiendo su propia experiencia con los “pensamientos suicidas” que experimentó al principio de su carrera durante las giras: “me apartaron de la vida normal cuando todavía estaba medio formado”, ha explicado, añadiendo que en las giras “tu conexión con otra gente se produce a un nivel superficial, por lo que si solo estás en la ciudad un día y alguien te pregunta cómo estás, vas a lo bueno… lo cual nunca tiene que ver con cuánta ansiedad sientes o cuán depresivo te sientes”.
Blake indica además que los malos hábitos alimenticios que arrastró durante las giras jugaron un papel crucial en el deterioro de su salud mental. “Un desequilibrio químico debido a la dieta y el deterioro de mi salud fue un factor enorme en mi depresión y en los pensamientos suicidas que vinieron después”, apunta. “Desarrollé intolerancias alimenticias que me llevaron a sentir una depresión existencial de manera diaria. Comía algo y durante todo el día sentía que nada tenía sentido”.
A todo esto, Blake añade que le ayudaron a mitigar sus pensamientos la terapia EMDR (que busca aliviar el efecto de los traumas mediante movimientos oculares), la influencia positiva de su novia y también decir que “no”. “Mucha de la catarsis vino de decirle a un montón de gente que se fuera a la mierda. Y de decir no. Decir no a dar conciertos constantemente. Ninguna cantidad de dinero será nunca suficiente”.