Let’s Eat Grandma / I’m All Ears

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Let’s Eat Grandma / I’m All Ears

Cuando escribía por primera vez sobre ‘Hot Pink’, el primer single extraído de este ‘I’m All Ears’, comparaba las sensaciones a las experimentadas al enfrentarme por primera vez a nombres como The xx, James Blake o Lana del Rey, a esa excitación de sentir que alguien, en este caso Let’s Eat Grandma, irrumpía para redefinir los patrones del pop pasado, presente y futuro. La canción estaba (está) producida por SOPHIE y Faris Badwan (The Horrors, Cat’s Eye), y podríamos definirla como una especie de torrente de future pop eufórico, sin aparente control (recuperado con su brutal drop), perpetrada por Rose Walton y Jenny Hollingworth que, siendo dos casi niñas de Norwich (ciudad próxima a la coste este británica), sorprende revisitando la energía bubblegumpop de Shampoo. Sin embargo, poco más –apenas el aún más bailable y desmelenado ‘It’s Not Just Me’, también dirigido por Faris y SOPHIE– en este ‘I’m All Ears’ se aproxima a esa visión del pop. ¿Nos aboca eso a la decepción? En absoluto.

Bueno, puede que las primeras escuchas fuercen un poco a fruncir el ceño, máxime en una segunda mitad que muestra un perfil muy distinto de Let’s Eat Grandma: en ella alternan su faceta más experimental (aquella que estaba muy presente en su debut ‘I, Gemini’, un álbum irregular pero fascinante, con tintes de psicodelia), en la que todo se vuelve extraño, las guitarras cobran un papel crucial y las estructuras (y las convenciones) se vuelven inestables, permeables, volubles. El gran triunfo de ‘I’m All Ears’ está, en realidad, en cómo consiguen equilibrar dos vertientes tan aparentemente distantes, que en realidad son una única entidad.

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Podemos considerar aquellas dos canciones co-producidas por la abanderada de PC Music como felices accidentes, el colorido portal de entrada al planeta de estas dos duendes millenials. Lo que encontramos una vez dentro de él es una producción menos invasiva a cargo del veterano David Wrench (responsable en buena parte del sonido de algunos de los mejores discos británicos recientes como los últimos de The xx, FKA Twigs, Sampha, Shura… o este mismo), que permite a estas amigas de la infancia sonar de manera más fiel a sus directos. Lo cual se traduce en un mayor peso de las guitarras y unos teclados de sonido cuasi-doméstico, sin aparentes filtros que los enmascaren. Esto, en lugar de ponerlas en algún tipo de evidencia, lo que se consigue es acentuar su autenticidad, esa pureza extraña que desprenden, propia del talento en su forma más primigenia, de sentir la música casi como un juego, remitiéndonos a aquella Lorde que con apenas 16 años lanzaba ‘Tennis Court’ o a la Björk que refulgía entre los Sugarcubes. Valiéndonos de esta analogía, podríamos decir que ‘I’m All Ears’ es su ‘Debut’ particular.

Todo esto puede sonar a coartada sesuda para justificar que el resto del álbum dista de aquellos adelantos, pero no es así. Porque una vibración similar a la de esos dos temas se repite, con otra paleta de colores, pero igualmente deslumbrantes, en ‘Falling Into Me’ y ‘I Will Be Waiting’, que compiten con aquellos en emotividad y bailabilidad (de nuevo, Lorde). Son hitos de un cuento que, entre simpáticos intros e interludios –un particular tono de móvil, el ronroneo musicado de un minimo en primer plano auditivo–, narra los primeros pasos en la juventud de Rose y Jenny, vislumbrando un leve atisbo de madurez post-adolescente. Sentimientos a flor de piel, deslumbrantes pero turbios como una veta de diamante aún por pulir (el amor obsesivo, la rebelión contra las convenciones de sexo y género, la amistad como algo inquebrantable, la dependencia afectiva, la empatía hacia los que sufren…) afloran en unas letras que se sitúan entre lo onírico y lo costumbrista (Donnie Darko VS un móvil iluminándose en el bolsillo de un pantalón), insinuando algún tipo de reveladora experiencia lisérgica.

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Letras que demandan una mayor atención en la segunda mitad, menos hedonista, de ‘I’m All Ears’. Una vertiente abrupta en la que encontramos oasis de voz y piano como la preciosa ‘Ava’, ecos de los primeros Portishead y los últimos Radiohead conviviendo en la apabullante recta final de la recia ‘Snakes & Ladders’ y temas realmente difíciles de digerir como los más de nueve minutos de guitarras sinuosas de ‘Cool & Collected’, remitiendo a proyectos out-pop como Cocorosie o Avi Buffalo. Una faceta más áspera pero fascinante, en la que los estribillos pasan a ser más anecdóticos y el foco se centra en su inventiva para mantener el magnetismo sin necesidad de aquellos. Por improbable que parezca lo logran, y de qué manera, en los aventureros 11 minutazos de ‘Donnie Darko’, una experiencia psicotrópica convertida en canción con cierta querencia house (algo amateur, eso sí), con riffs y voces yendo y viniendo, tumbándose en el suelo y levantándose para bailar mezcladas entre la gente (básicamente esto es un resumen literal de lo que ocurrió durante su imperdible interpretación del tema en el pasado Primavera Sound 2018). Esta extensa peripecia cierra ‘I’m All Ears’ por todo lo alto, dejando a un lado la sombra del hype, permitiendo vislumbrar ya un futuro increíblemente prometedor para Let’s Eat Grandma.

Calificación: 8,2/10
Te gustará si te gusta: Lorde, Sugarcubes, Cocorosie, U.S. Girls
Lo mejor: ‘Hot Pink’, ‘It’s Not Just Me’, ‘Falling Into Me’, ‘Donnie Darko’, ‘I Will Be Waiting’
Escúchalo: Spotify

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