Le va a resultar más que difícil a Kiesza borrar de su carrera la sombra de “one-hit wonder” que le persigue tras el pelotazo que dio en 2014 con ‘Hideaway’, tras el que ninguna canción de su decepcionante debut ‘Sound of a Woman’, ni mucho menos sus contados singles posteriores, ha conseguido emular. Pero ella lo intenta. Tras regresar a principios de año con la sorprendente ‘Mother’, reaparece ahora –ya fuera del sello Island, perteneciente a Universal– con una inesperada vuelta de tuerca llamada ‘Phantom of the Dance Floor’.
Quizá espoleada por el hecho de que el house 90s que nutría su mayor hit es un claro referente en un éxito como ‘One Kiss’ de Dua Lipa y Calvin Harris o los últimos singles de Róisín Murphy y Azealia Banks, la artista canadiense retoma esa faceta bailable y nostálgica. Sólo que, como quitándose presión de encima, la aborda con un gran sentido del humor y un punto desquiciado: como si le hubiera dado un ataque de monicanaranjismo –circa ‘Europa’–, ‘Phantom of the Dance Floor’ implica aires operísticos que se materializan gracias a la colaboración de su compatriota Philippe Sly, un joven barítono de cierto renombre en el circuito clásico.
La canción es bastante WTF de por sí incluso más allá de las primeras escuchas pero, indudablemente, cumple con creces esa invitación al baile, salpicada de intros y paraditas dubstep. Pero si eso ya es desconcertante, su vídeo oficial –de presupuesto encantadoramente modesto, pero ejecutado con mucha gracia– va aún más lejos: con clara reminiscencia “Rocky Horror”, Kiesza se presenta como una Doctora Frankenstein que revive a su amado –el propio barítono– para amarse y, claro, bailar, rodeados de una serie de personajes insólitos –la ama, los elementos faciales humanizados…– hasta la tragedia final. No podía ser de otra manera, tratándose de ópera.