Es raro que Thom Yorke no tenga créditos de co-autor en aquellas composiciones en las que está involucrado, pero no podemos pasar por alto que es un gran intérprete con una voz que no puede ser más expresiva, por lo que hay que reivindicarle también como cantante a secas al margen de como “autor”. Uno de los casos es la banda sonora de ‘Bailar en la oscuridad’, la película de Lars von Trier protagonizada por Björk que dejó una relación tormentosa (de abusos, según ella) entre director y actriz, pero de méritos artísticos indiscutibles.
Björk interpreta a una cuasi invidente en el corredor de la muerte y la canción principal de este improbable musical era una absoluta obra maestra acorde al personaje. El tema co-escrito por Björk, Lars von Trier y el artista islandés Sjón es un diálogo en el que se indica que “ya lo ha visto todo en esta vida” junto a ejemplos de cosas que faltan por ver, y la lista incluye tanto lo bueno (“los árboles”, “la gran muralla china”), como lo malo (“un hombre asesinado por su mejor amigo”). De manera poética, se menosprecian las cosas que quedan por ver: “¿has visto la Torre Eiffel y el Empire State?”… a lo que se responde: “Mi pulso era así de alto en mi primera cita”. En la película oímos a Peter Stormare, pero para la grabación de estudio Björk decidió incorporar a Thom Yorke. “Fue mi idea trabajar con Thom. Pasamos cuatro días en España (NdE: Björk vivió en Málaga a finales de los 90) cantando como y cuando nos apetecía. Es un alma pura y no hace las cosas a la ligera. Fue enorme que aceptara”. Escuchar a Björk y Thom Yorke juntos en un mismo tema es una **** maravilla pero lo es todavía más el icónico sonido de las vías del tren, que se incorpora desde la película como un instrumento más. Habíamos escuchado trenes sin parar en la considerada una de las obras maestras de Johnny Cash ‘Ride This Train’ (1960), por ejemplo, pero no dejando un efecto tan melancólico y hermoso en ese escalofriante “fade out”…
Tras el fervor mundial generado por ‘OK Computer’, un disco que pudo vender 7 millones de copias y ser elegido rápidamente como uno de los mejores de toda la historia, Radiohead decidieron abrir su siguiente álbum con algo que decía poco más que «todo está en su sitio / ayer me desperté chupando un limón». Y aun así, todo el mundo pudo entender enseguida las virtudes de esta canción que se antojaba tan diferente a ‘Paranoid Android’ o ‘No Surprises’. Su letra no era sino un intento de autoconvencerse de que todo estaba bien, escrito en este caso cuando tras un concierto en Birmingham de 1997, Thom Yorke se sentía tan exhausto y deprimido que no era capaz ni de hablar ni de escuchar. Musicalmente, la banda de Thom Yorke da aquí un paso hacia el arte abstracto y la vanguardia, con un sinfín de voces del cantante sampleadas y tratadas hasta emular no solo coros sino balbuceos y tartamudeos, quizá para recrear los referidos problemas con el lenguaje. El grupo estaba claramente muy aburrido de los estándares del rock, se estaba fijando más en el catálogo de Warp, y Yorke decide escribir la primera canción al piano, aunque nunca se había sabido «buen pianista». La composición primigenia no gustó mucho a Nigel Godrich, pero la trabajaron hasta dar con lo que es. Su acabado en la producción es espectacular, con los efectos de Greenwood y el sintetizador analógico Prophet 5, pero a fin de cuentas es significativo que su origen estuviera en el piano, pues la melodía principal nunca se termina de ir a ningún sitio.
De hecho, Steve Reich hizo una adaptación de la canción en 2014 y la analizó desde el punto de vista técnico y clásico: “Es rock de tres acordes, pero no. Es algo muy raro. Estaba en clave de Fa menor, pero nunca se reduce a un acorde, el acorde Fa menor nunca aparece. Así que nunca hay una tónica, no hay cadencia en el sentido normal en que aparece en la mayoría de canciones pop, aunque sea solo una vez. Y lo otro que me sorprendió fue la repetición de la palabra “everything”, cantada en uno-cinco-uno: la tónica, la dominante y la tónica. La tónica y la dominante son el fin de cada sinfonía de Beethoven, el fin de todo en la música clásica. Así funciona. En esta canción, esas notas de hecho suenan bastante distantes a causa de las armonías, no suenan como la tónica y la dominante. Y la palabra “everything”, estoy seguro de que Thom la cantó de manera intuitiva, y no lo estaba pensando. Le he visto tocándola al piano y se pierde dentro, como ha de ser. Pero es perfecto. Es “todo”». Jonny Greenwood ha situado siempre ‘Everything In Its Right Place’ como el punto de inflexión en la construcción de ‘Kid A’: enseguida supieron que tenía que abrir el disco y a partir de ahí vendría el resto. Fue un clarísimo acierto, pues el álbum no vendería tanto como ‘OK Computer’ pero terminaría de generar un fervor entre sus millones de fans que dura hasta hoy. Sebas E. Alonso.
‘Kid A’ podía suponer para el público más conservador la entrega de Radiohead a la «odiada» electrónica, pero ‘The National Anthem’ les mostraba en verdad entregados al free jazz, con una sección de hasta 8 músicos a los diferentes tipos de saxo, trombones y una trompeta. Se inspiraron en el trabajo de Charles Mingus, lo que convierte la segunda mitad de esta grabación en un delicioso delirio con ínfulas de asfixiante banda sonora. Una música para película que parecía más de terror que los propios “himnos patrióticos” gracias a que la canción contiene un trasfondo ambient (Jonny Greenwood jugó en ella con ondas Martenot), y un hipnótico bajo que Thom Yorke había creado tan pronto como a los 16 años en el instituto. Cuando aún se llamaba “Everyone” en clara referencia a la palabra más repetida de la corta pero claustrofóbica letra “todo el mundo está demasiado cerca / todo el mundo tiene miedo”, Radiohead habían trabajado en ella en 1994 y 1997, descartándola de discos anteriores, pero también de las caras B de los singles porque les parecía demasiado buena, por lo que no es raro encontrarla como “demo” en una edición macro especial 20º aniversario de ‘OK Computer’ pese a no pertenecer a ese disco. Radiohead volverían a jugar luego con el jazz por ejemplo en la curiosa ‘Life In a Glasshouse’, también de delicioso desvarío en su segunda mitad, pero esta sería la más relevante siendo aún muy recurrente en sus directos o incluso siendo sampleada por Lupe Fiasco. Llegaron a llevarla a Saturday Night Live, y merece la pena ver esta potentísima actuación aunque esté distorsionada y no sea la oficial. Sebas E. Alonso.
Aunque ya conocía algún que otro tema de Radiohead (lo típico: ‘Creep’, ‘Paranoid Android’…), fue ‘Lucky’ la que me hizo enamorarme definitivamente del grupo, y recuerdo que la escuché por primera vez en un episodio de ‘A dos metros bajo tierra’. Me quedé flipando con la escena y con esa canción – más tarde, se acabarían convirtiendo en mi serie favorita, y mi canción de Radiohead favorita, respectivamente. Que ‘Airbag’ y ‘Lucky’ estén en el mismo disco no puede ser casualidad, y no por la referencia a un accidente, sino por el carácter optimista, más marcado en ésta precisamente por no tratar solo lo bueno sino también lo malo, lo crudo, lo injusto. La vida es imprevisible, tanto para lo positivo como lo negativo, y algo terrible puede ocurrirte no solo cuando estás en el pozo, sino incluso cuando parece que todo va bien, cuando te sientes afortunado, cuando te sientes por encima de todo y todos. ‘Lucky’ juega constantemente con esa dualidad, desde su característico inicio distorsionado a las rupturas del estribillo y la estupenda catarsis del minuto instrumental final, pasando, por supuesto, por la letra: «I’m on a roll this time, I feel my luck could change», «cause I’m your superhero», «the head of state has called for me by name but I don’t have time for him» (una referencia también a la madurez y a la salida del camino impuesto) o»it’s gonna be a glorious day» mezclados con «pull me out of the aircrash, pull me out of the lake» o el enigmático «kill me again, kill me Sarah with love» (originalmente iba a ser «fill me»). El tema, que originalmente se compuso en 1995 dentro de un disco benéfico para las víctimas de la guerra de Bosnia, fue retomado años después para darle alguna vuelta con intención de incluirlo en ‘OK Computer’. Sin embargo, a la banda les gustó tal y como estaba (¡a pesar de haberse compuesto, como ellos mismos revelaron, en un viaje de carretera durante ¡solo cinco horas!) y, de hecho, lo consideraban lo mejor que habían escrito hasta el momento. Lo cierto es que les salió una obra maestra donde parecen plantear que dentro de la locura que es la vida, a pesar de las hostias que te des y de la posibilidad de que, al levantarte con fuerza y sintiéndote vencedor, te la vuelvas a dar (o no… suerte), es ahí donde reside la gracia, y merece la pena vivir este épico sinsentido con compañía, ya simbolice «Sarah» (uno de los nombres favoritos de Thom) para ti una pareja, amigos o un familiar. La última frase de la canción ofrece una conclusión a la dualidad que la ha ido inundando y que, musicalmente, se ha fusionado en ese último minuto: Yorke acepta la inestabilidad («we are standing on the edge») con una tranquilidad pasmosa, y es que quizás sea ahí donde empieza la suerte. Porque como decía, de hecho, cierto personaje de la citada serie de Alan Ball, «you can do anything you lucky bastard, you’re alive! What’s a little pain compared to that?». Podemos considerarnos afortunados de estar vivos. Pablo N. Tocino.
El quinto y último single de ‘In Rainbows’ era también una de las canciones más accesibles publicadas por Radiohead en aquel momento. Era una lóbrega balada con cuerdas y sintetizadores, de etérea melodía y producción y kafkiana letra sobre el amor obsesivo, en la que Thom Yorke recitaba “soy una polilla, que quiere compartir tu luz, solo soy un insecto, intentando salir de la noche”. Estas frases, inspiradas en la banda Magazine, una de las mayores influencias de Thom Yorke, no podían ser más Radiohead, tanto como la declaración posterior “solo me quedo contigo, porque no hay nadie más”. El videoclip de ‘All I Need’, dirigido por Steve Rogers y producido en colaboración con MTV para su campaña contra el tráfico humano, daba una vuelta de tuerca al significado de la canción retratando las miserias de la explotación infantil de manera muy poderosa. Yorke se sentía muy agradecido por esta colaboración y deseaba que sirviera para concientizar al público sobre las “ganancias que genera Occidente gracias a la mano de obra barata”. Jordi Bardají
En ‘Bodysnatchers’, uno de los singles principales de ‘In Rainbows’, Radiohead demostraron que podían volver a hacer grandes hits de rock cuando quisieran. El título de la canción está inspirado en la novela y película del mismo nombre, en España ‘Los ladrones de cuerpos’, si bien hay que apuntar que “bodysnatcher” también es un “profanador de tumbas”. Thom Yorke decía la canción inspirada por ‘Las poseídas de Stepford’, pero lo seguro es que volvemos a estar ante una narración que habla sobre la imposibilidad de comunicarnos con el exterior: de “pestañea una vez para decir que sí, y dos veces para decir que no” a “estoy atrapado en este cuerpo y no puedo salir”. Tras unos años de negarse a hacer vídeos y no tener grandes intenciones en radios, una vez se deshicieron de EMI Radiohead recuperaron el interés por la popularidad y ‘Bodysnatchers’ fue servida con éxito en las emisoras “Modern Rock” de Estados Unidos, llegando al top 10 por primera vez desde ‘Creep’. Se debe a su rabioso sonido que, originado en la grabación en directo en una sola toma, se ve fortalecido con el cambio de acordes del minuto 2.07, para quien esto escribe uno de los momentos más mágicos de su discografía. Lo que sigue es la misma canción, pero a la vez otra distinta, con la voz de Yorke repitiendo frases encolerizado (al final “I’ve seen it coming! I’ve seen it coming!”) y las guitarras de Jonny al borde del colapso. Radiohead volvían a ponernos los pelos de punta del miedo que daban. Sebas E. Alonso.
Quizá la mayor sorpresa de ‘Amnesiac’ fue descubrir que Radiohead seguían estando interesados en componer canciones básicas, sencillas, como ‘Knives Out’, que curiosamente ocupa en el tracklist la posición central, como buscando un equilibrio más convencional entre el resto de temas, más experimentales. Thom Yorke llega a reconocer ‘Knives Out’ como un triunfo en la etapa madura de Radiohead, pues opina que a veces “los grupos, cuando se vuelven exitosos, pierden la habilidad de hacer bien canciones directas, necesitan embadurnarlas con melodías y sonidos”, y si algo es ‘Knives Out’ es una canción sencilla bien hecha, hasta el punto que quien descubriera a Radiohead con esta canción y se enfrentara después a ‘Amnesiac’ debió llevarse una buena sorpresa. De producción cristalina y suave, ‘Knives Out’ es una canción clásica de guitar-pop en el estilo de The Smiths (una influencia reconocida), pero con la marca indeleble de Radiohead en una letra que habla de cuchillos y de ratones aplastados para anunciar una ruptura inminente: “mira mi boca, es la única manera que tendrás de saber que estoy diciendo la verdad”, canta Yorke. El cantante asegura que la canción va sobre “canibalismo” y sobre “mirar a alguien que sabes que va a morir”, pero nada de esto se refleja en el surrealista videoclip de la canción dirigido por Michel Gondry, que sitúa a Yorke atendiendo a la operación de su amante en un hospital. Radiohead no quedaron contentos con el resultado, según Gondry: “les enseñé el guion gráfico, les encantó y cuando lo vieron me criticaron por ser egoísta y usar mi propia perspectiva”. “No fue un camino de rosas”, indicó, “pero si lo hubiera sido, el vídeo habría sido mediocre”. ¿No ha sido ese siempre el camino de Radiohead? Jordi Bardají
¿Cómo ha llegado ‘High and Dry’ a ser una de las canciones más queridas por el público de Radiohead (en concreto es la 3ª más escuchada en Spotify), cuando el grupo ni siquiera la toca en directo desde que ‘OK Computer’ viera la luz a mediados de 1998? Thom Yorke llegó a decir de ella en 2007 que no es fuera “un poco mala, sino que era muy mala” y aseguró que le habían presionado no ya para que fuera single principal en ‘The Bends’ sino para incluso meterla en aquel segundo álbum. Pero antes de que a la banda de Oxford se le subieran un poquito las ambiciones de la música experimental a la cabeza, su prioridad parecía hacer canciones emocionantes y viscerales sobre sentimientos universales con los que todos nos podemos identificar. Así se cimentó la base para que el público masivo que iban fidelizando, después se esforzara en comprender propuestas más abstractas. Una de las canciones clave fue ‘High & Dry’, la cual, al estar guiada por la acústica de Thom Yorke, sólo puede venirse arriba con las incursiones de la eléctrica -que solo había aparecido hasta entonces muy tímidamente- tras el segundo estribillo o en el desenlace. La letra habla sobre algo en lo que cualquier adolescente de 1995 o de ahora se podría ver reflejado, pues advierte: “te matarías a ti mismo por el reconocimiento” o “te estás convirtiendo en algo que no eres”; mientras el estribillo hace buen uso de la expresión “high and dry”, y bien podríamos traducirlo como “¡no me dejes tirado!”. En 2018 en su videoclip bajo una lluvia torrencial parecen tan naíf… y Thom Yorke, ¿seguro que ya no tienes ni un poquito de esto?
Radiohead han logrado reconciliarse con el gran público varias veces a lo largo de su carrera después de discos áridos como ‘Hail to the Thief’, con ‘In Rainbows’; o ’The King of Limbs’ (el peor de su discografía), con ‘A Moon Shaped Pool’. Sin entregarse precisamente a lo que en la primavera de 2016 eran los cánones del pop, el primer sencillo de este álbum volvía a hacerles sonar accesibles. Hoy es indisociable de su marabunta de cuerdas a lo Owen Pallett, primero tocadas a modo de instrumento de percusión, más bellas después en la segunda estrofa, que además se grabaron el día de la muerte del padre del productor Nigel Godrich, que fue un músico especializado en cuerdas a su vez. La composición se había barajado en las sesiones de ‘Kid A’ y se había mostrado citada en el libreto de ‘Hail to the Thief’, pero no fue hasta 2016 cuando fue redondeada. Su vídeo inspirado en ‘El hombre de mimbre’ y ‘Trumpton’ contribuyó a su popularización, presentando varias lecturas. Así lo analizaba nuestro compañero Joric a su salida hace un par de años: “En consonancia con el conocido activismo de Thom Yorke, el vídeo se puede ver también como un comentario simbólico sobre la actual situación de los refugiados en Europa, una llamada de atención, quizás menos incendiaria de lo que supongo esperaban (tanto cripticismo no ayuda), acerca de una hipotética “caza de brujas” que culpe a los musulmanes de todos los males de Occidente y los acaben “quemando” en una hoguera de incomprensión e intolerancia». Quizá no fuera la composición más ambiciosa y original de su carrera, pero el regreso a la sencillísima estructura de estrofa/estribillo/estrofa/estribillo y las menciones a la conspiranoia, la persecución y caza de brujas (“sabemos donde vives”, “cruces rojas sobre puertas de madera”), readaptada después por el grupo como himno anti-Trump, sí ha terminado siendo un hito en su carrera. Sebas E. Alonso.
Como parecía predecible, la incertidumbre ante el siguiente paso de Radiohead tras cambiar las reglas del juego del indie rock enlazando ‘OK Computer’ y yendo un paso más allá a continuación con ‘Kid A’ era enorme. La respuesta fue ‘Pyramid Song’, una canción misteriosa y sugerente, antesala de ‘Amnesiac’ como una especie de respuesta orgánica a la electrónica de su disco anterior. Y es uno de los mejores ejemplos de por qué Radiohead es un grupo tan fascinante: la canción está basada en un piano solemne, casi jazzístico, y un llamativo patrón rítmico, inhabitual en el pop. Se trata de un compás 16/8, muy difícil de seguir incluso para los músicos expertos, que en realidad se compone de compases más básicos: de hecho, hay una teoría que dice que sus 16 partes se estructuran en 3+3+4+3+3, y que si esas cifras se trasladan a formas geométricas, da como resultado… ¡una pirámide! Pero lo magnífico es que no hace falta comprenderlo para sentir su misterio y su grandeza. El arreglo de cuerdas de un Jonny Greenwood que ya comenzaba a mostrar su querencia por las bandas sonoras es otro signo de su ambición: tensando y ensuciando con sigilo sobre los primeros acordes de la canción, irrumpiendo como un bisturí un compás después del primer verso, abriendo paso a la batería jazzy. Como guinda de este pastel, Yorke elabora un breve texto inspirado por la teoría de Stephen Hawking (también esgrimida en el budismo) de que el tiempo puede considerarse como una fuerza física, en cuanto a que es cíclico y por tanto el futuro y el pasado están destinados a encontrarse y fundirse. “Todos mis amantes estaban allí, los pasados y futuros / Y todos fuimos al cielo en una barca de remos / No había nada que temer ni dudar”. Raúl Guillén.