Thom Yorke forma Atoms for Peace porque necesita una banda para girar su primer disco en solitario, ‘The Eraser’. En 2009, el cantante arma un supergrupo compuesto por Nigel Godrich, colaborador habitual de Radiohead; Flea, bajista de Red Hot Chilli Peppers; Joey Waronker y Mauro Refosc y no es hasta 2010 cuando deciden su nombre y hasta 2013 cuando publican su “mecánico” primer disco, ‘AMOK’. El álbum presenta composiciones menos densas que ‘The Eraser’, más espaciosas y ricas en cuanto a sonoridades, pero muy parecidas en estilo a lo que hace Yorke en solitario, con la diferencia que algunas se dejan ahora influir por el afrobeat (une al grupo su afición por este sonido y en concreto por el cantautor nigeriano Fela Kuti). La mejor canción del disco, ‘Before Your Very Eyes…’, contiene punteos de guitarra eléctrica muy propios de la música africana, pero además Yorke da en ella con una melodía preciosa, llena de misterio, con una magnífica resolución pregunta-respuesta en el estribillo, para hablar -de nuevo- sobre el paso del tiempo y sobre cómo la vejez llega “tarde o temprano, ante tus propios ojos”. El vídeo animado, dirigido por un Andrew Thomas Huang que un año antes realiza un vídeo muy similar para ‘Mutual Core’ de Björk (con quien vuelve a trabajar en ‘the gate’), le presenta cual Ozymandias renaciendo de las dunas en un desierto que una vez fue ciudad. Un vídeo tan evocador como la canción. Jordi Bardají.
Cuenta la historia que, en adelanto del debut oficial de Radiohead, Parlophone lanzó tímidamente ‘Creep’ en septiembre de 1992, sin que tuviera demasiada repercusión. Incluso se dice que la BBC Radio 1 dejó de pincharla porque era “demasiado deprimente” (más tarde se relanzaría, pero ese es otro capítulo del cuento). Ante esa situación, se decidió apostar por ‘Anyone Can Play Guitar’ como «primer» single oficial de ‘Pablo Honey’ –de hecho, se publicó un EP que incluía los descartes ‘Faithless the Wonder Boy’ y ‘Coke Babies’–. Quizá hoy suene como un estándar rock algo convencional, aunque puedo asegurar que los guitarrazos cruzados de Jonny y Thom, henchidos de distorsión crepitante, sonaban a auténtica revolución por entonces (la contundente producción de Sean Slade y Paul Q. Kolderie sigue conservándose impecable). Pero no es extraño que funcionara mucho mejor de cara al público, gracias a su fantástica progresión melódica de power pop in crescendo, con ese acelerón de tempo de su estribillo y su melodía, que parece propulsarse hacia el cielo sin límite. ‘Anyone Can Play Guitar’ es, además, perfecto ejemplo de la misma lírica que hizo de ‘Creep’ un himno para los inadaptados: no sin cierta mordacidad, Yorke canta que se dejará el pelo largo para “ser Jim Morrison” y que, cuando “Londres arda” (quizá una referencia a The Clash), él estará en la playa con su guitarra y así llegará al cielo, para trascender y «no ser la nada nunca más». Raúl Guillén.
Uno de los elementos más recurrentes en el libreto de ‘OK Computer’ eran aviones y trenes: iconos de progreso, que nos permiten cruzar el mundo en horas, pero, también, símbolos de una velocidad casi insoportable. La que permite a manadas de turistas visitar los monumentos más significativos no ya de un país, sino de un continente, en un par de días. Esa, cuenta Jonny Greenwood, es la inspiración primordial para ‘The Tourist’, el pausado y emocionante vals que cierra la obra maestra del grupo de Oxford. Una canción que, al contrario que el resto del disco, permite (al menos en su inicio) que haya cierto espacio entre los instrumentos, que respiren. Hasta que, en su estribillo, Yorke entona ese “hey, tío, cálmate / idiota, cálmate” (cuenta también Greenwood que, en realidad, era esa letra se dirigía a sí mismo, porque necesitaba “parar”) entre sintéticos coros pseudooperísticos que evocan ese ruido humano del centro de una capital turística y nos elevan como si estuviésemos en un sueño. La tenue campanita final, como si se tratara de un proceso de hipnosis, nos devuelve a la realidad post-‘OK Computer’. Esta realidad. Raúl Guillén.
Hablando de su debut ‘Pablo Honey’, Radiohead han dicho que “hay muchos fallos en él” o que “carece de libertad” porque tenían “miedo”. Lo consideran “reglamentario” por su “propia inexperiencia”. Sin embargo, si una canción es aventurera, si una canción avanza que la banda británica no se quedará estancada en ‘Creep’, es la última pista del disco. ‘Blow Out’ empieza como una bossa nova y termina como un himno temprano de post-rock y por algo será la favorita del debut de Jonny Greenwood, una de las canciones de ‘Pablo Honey’ que puede aparecer muy dignamente en su setlist (este año ha vuelto a su repertorio, como muestra el vídeo de más abajo) y que presenta a un grupo tan sensible como inquieto. Hay referencias a la mitología en la letra (del talón de Aquiles a “todo lo que toco se transforma en piedra”), aunque nada habla tanto de la banda como el desenlace instrumental de la canción, con esa batería que abre nuevos caminos y esas guitarras distorsionadas. Se avecina un nuevo grupo. Sebas E. Alonso.
Radiohead pasaron de un álbum considerado uno de los mejores de la Historia a otro álbum que fue su primer número 1 en Estados Unidos… y de ahí a ‘Amnesiac’. La presión que podían tener encima en aquel momento es, pues, fácilmente imaginable, tanto a nivel de industria, como de público, como de fans más puristas que deseaban que ‘Kid A’ hubiese sido solo un experimento, y que el grupo diese un paso atrás en cuanto a la electrónica. Toda esta presión encima, y los ingleses deciden abrir ‘Amnesiac’ con un tema titulado ‘Packt like sardines in a crushed tin box’. Curiosamente, como ‘Kid A’ y ‘Amnesiac’ se grabaron a la vez (de ahí las dos versiones de ‘Morning Bell’), la canción se escribió antes de este momento, lo cual tiene aún más gracia: Thom Yorke y compañía probablemente imaginaban la que se iba a liar con ‘Kid A’, y con este tema parecían describir esa sensación de agobio, y de paso dar una respuesta: «dejadnos hacer lo que nos de la gana», lo que puede aplicarse no solo a este contexto sino a la presión que sufren muchas bandas por parte de la industia, de la crítica, de sus fans, etc. La claustrofobia es sin duda la dueña y señora de ‘Packt like…’, asomando desde el característico inicio hasta la forma en que la voz autotuneada de Yorke arrastra el estribillo una y otra vez en el final. Esta forma de repetir de manera agobiante el «get off my case», de hecho, se mantiene en una curiosa versión en directo para la BBC, donde compensa el descenso de nivel claustrofóbico: decidieron darle una vuelta con guitarras distorsionadas y un punto psicodélico que asomaba de vez en cuando. Pablo N. Tocino.
A grandes rasgos, ‘Tomorrow’s Modern Boxes’, el segundo álbum en solitario de Thom Yorke, no ha podido resultar más irrelevante en su discografía. El experimento de Yorke de publicar un disco mediante un torrent funcionó de primeras, logrando 4 millones y medio de descargas en sus primeros seis meses (Yorke cobró 6 dólares por él), pero no puede decirse que el álbum produjera grandes clásicos para el repertorio del británico y su demora en llegar a las plataformas de streaming conseguía que la gente se olvidara rápidamente de él. Por suerte, el material contenido en ‘Tomorrow’s Modern Boxes’ no solo no estaba mal sino que en ocasiones era brillante, como es el caso de ‘The Mother Lode’. Yorke no hizo entrevistas sobre el disco, por lo que no hay manera de saber a ciencia cierta qué nos quiso contar con él, pero ‘The Mother Lode’ es una de sus composiciones más logradas en solitario y, a nivel personal, probablemente la canción de Yorke que más me ha obsesionado. Con menciones a un “hombre vacío” al que “no quieres conocer” (Yorke, ya sabemos que eres un borde) y a un “payaso” que se tira a una “piscina vacía”, ‘The Mother Lode’ es una reflexión más angustiada imposible sobre la existencia, extrapolada a una composición musical que, fijada en un breakbeat muy post-Burial, suena como si cayera por un vórtice y diera vueltas sin parar hasta desaparecer. La canción se compone de varios “loops” de piano fragmentados y de otros “loops” vocales que Yorke va distorsionando a su antojo, sonando entre lo etéreo y lo robótico, pero siempre desprendiendo una profunda tristeza. En ciertos puntos de la canción es Yorke quien expresa mayor emotividad (esas florituras celestiales del final), en otros es la propia base la que se clava de lleno en el pecho, y al final el tema no hace sino divagar en torno a sí mismo, logrando varios “clímax” y sobre todo un efecto totalmente hipnótico. Es una pena que Yorke nunca la haya tocado en directo o lo haya hecho muy pocas veces (no consta en Setlist.fm, pero Noisey la menciona en una crónica), pero sería muy difícil replicar en vivo la suprema belleza de este artefacto perfecto de la electrónica más melancólica. Jordi Bardají.
Dentro de 2 días, el 24 de agosto, se cumplirán exactamente 20 años de la publicación de ‘Psyence Fiction’, el álbum debut de UNKLE (por entonces U.N.K.L.E.), iniciado como proyecto de electrónica post-trip hop por James Lavelle –fundador del sello Mo’Wax– y su socio Tim Goldsworthy –al que años después veríamos como parte de LCD Soundsystem, antes de acabar a malas con James Murphy–. En ese disco, Lavelle se encargó de la parte creativa junto a nada menos que DJ Shadow, logrando un sonoro éxito especialmente en Reino Unido, donde alcanzó el número 4 de la lista de álbumes. Su tirón, evidentemente, estaba en la nómina de colaboradores populares que participaban en el álbum: Mike D de Beastie Boys, Badly Drawn Boy, Ian Brown de The Stone Roses o Richard Ashcroft de los entonces estelares The Verve andaban por allí… junto a Thom Yorke. El de Radiohead ponía voz a una composición lúgubre que samplea fragmentos de David Axelrod –’Holy Thursday‘– y Talk Talk –’New Grass‘–, a los que se atribuye esa batería jazz que parece discurrir libremente, inconexa con la línea de piano del propio Yorke que remite a Eric Satie.
Su título está extraído del célebre thriller de Adrian Lyne ‘La escalera de Jacob’, de donde también sale ese interludio en el que oímos un diálogo que da la clave sobre el críptico trasfondo de la letra de Yorke: la muerte. “Si tienes miedo a morir y te resistes, verás demonios despedazar tu vida. Pero si te vas en paz los diablos son en realidad ángeles liberándote de la vida terrenal”, dice la voz del gran Danny Aiello. Pese a esa oscuridad, fue uno de los singles más exitosos de ‘Psyence Fiction’, probablemente por el tirón de Yorke, pero también por su melancólica línea vocal entrelazándose tenuemente con la percusión jazz que, mediada la canción, se convierte en una batería contundente y seca. Aunque no podemos olvidar que, en su éxito, ha contribuido enormemente el alucinante vídeo de la canción, sin duda uno de los vídeos más malrolleros que hayamos visto nunca. El reconocido cineasta Jonathan Glazer dirige al actor Denis Lavant, que avanza entre el tráfico de un túnel mientras, ido, recita palabras casi ininteligibles como “Cristo” o “Allahu Akbar” hasta su brutal final. Su visionado, a día de hoy, continúa siendo terriblemente incómoda. Raúl Guillén.
Durante una entrevista en 2006, Thom Yorke habla de una canción nueva que su grupo y él acaban de escribir llamada ‘Videotape’ que le está “volviendo majara”. La presentan ese mismo año en Bonnaroo, pero es completamente distinta a la versión que aparece en ‘In Rainbows’, mucho más popera y convencional. La canción traerá verdaderos quebraderos de cabeza a Yorke en los meses previos a la publicación de ‘In Rainbows’ debido a su compleja composición, marcada por un ultra sutil ritmo sincopado ¡de piano! que, al contrario que los ritmos sincopados habituales (normalmente presentes por ejemplo en el jazz o la música afrobeat), es prácticamente inaudible, hasta el punto que el propio Yorke ha de interrumpir, nervioso, su interpretación durante un concierto en 2008 para encontrar el tempo (Vox realiza años después un interesante vídeo explicando la estructura de la canción, detallando que el beat de ‘Videotape’ no ocurre en el “hi-hat” sino justo después del “hi-hat”). Cuenta Yorke que el grupo ha de “medio echarle” del estudio durante la composición de la canción debido a la “agonía” que está resultando encontrar para ella un arreglo adecuado y que cuando regresa, el grupo ha eliminado de ella todos los elementos superficiales que ha añadido él y la ha “desnudado” a su mínima expresión, a una forma que es “puro sentimiento”. La versión le hace llorar y es la que aparece, tal cual, en ‘In Rainbows’. En ese momento, Yorke menciona ‘Videotape’ como su canción favorita de todas las que ha hecho y con razón, ya que pese a su difícil arreglo, se trata de una de las baladas más hermosas jamás compuestas por Radiohead, en la que Yorke se sirve de una tiernísima melodía para contarnos una historia sobre la muerte y la hermosa vida que uno deja detrás, que como grabada en una “cinta de vídeo” (una imagen tan anacrónica hoy como entonces), nadie va a volver a ver nunca más, pero quizá sí recordar con cariño. Jordi Bardají.
En torno a la era ‘OK Computer’, la más exitosa de la carrera de Radiohead, Thom Yorke aceptó embarcarse en un dueto con Drugstore, el proyecto de la brasileña Isabel Monteiro que había ejercido de telonero de Radiohead. No es su mejor colaboración chico-chica, pero es toda una curiosidad porque sus voces se combinan a la perfección y porque el sonido del tema está bastante alejado de Radiohead: es más amable, prácticamente dulce, y cercano a bandas de pop de los 90 como Belly o Mazzy Star. La canción tiene también un aire español en cuerdas y acordes, lo cual tiene todo el sentido si recordamos que el disco que la incluye, ‘White Magic for Lovers’, fue grabado en El Cortijo, el estudio malagueño del batería de Björk, Trevor Morais, y donde ella también grabó ’Homogenic’ muy poquito antes, incluyendo el mítico -solo en España- ‘So Broken’ con Raimundo Amador. En contradicción con ese sonido ultra amable y bonito que tiene ‘El President’, la canción estaba dedicada a la muerte de Salvador Allende. En la web de Drugstore podía leerse claramente que era «un homenaje al presidente chileno socialista» y en una entrevista bajo estas líneas, Monteiro explica que Allende «tenía interesantes ideas socialistas que no gustaron nada a la CIA y a los americanos». En ella Isabel quería que Yorke sonara «como el presidente dirigiéndose a la nación» y de ahí frases como «solo soy un hombre, pero no me voy a dar por vencido». Desconocemos qué pensará Thom a día de hoy de esta canción, o de que la justicia chilena determinara en 2014 que Allende se suicidó mientras los militares golpistas atacaban el Palacio de Gobierno, descartando que fuera «asesinado», pero ‘El President’ tiene lo que han de tener las mejores canciones políticas: pegarse y ser recordadas después de tan solo una escucha, al margen de su contenido, con una melodía que está por encima del mismo, llena de misterio. Recientemente Isabel hizo una versión extendida del vídeo (otra ventaja es que era una canción muy cortita), con motivo del 40 aniversario de la muerte de Allende y de un recopilatorio, también para recordar que este fue el mayor hit de Drugstore: top 20 en Reino Unido. Sebas E. Alonso.
En 1992 Kurt Cobain está todavía vivo, los discos de los Pixies se popularizan gracias al boca oreja y una banda británica decide apegarse mucho más al sonido americano que a lo llamamos Brit Pop (Suede, por ejemplo, también debutan en 1993). Que ‘Pablo Honey’ está más en la onda de la banda de Black Francis es algo reconocido por Thom Yorke, que incluía a los Pixies en la lista de músicos que «le cambiaron la vida», y se nota especialmente en este ‘Stop Whispering’ que ejerció de tercer single para aquel álbum. Existen dos versiones oficiales de la canción, una de ellas con cuerdas y muy cercana al sonido Sundays, y el vídeo al uso muestra a Yorke teñido de rubio platino. Eran tiempos post-adolescentes para Yorke, y se nota en esta sencilla letra de autoafirmación («And they’re cursing me, and they won’t let me be»), pero ya ejerce de vocalista solvente, desgañitado, apuntando maneras. Dice la letra que «no puede encontrar las palabras y las canciones para expresarse» pero lo cierto es que sí pudo. ‘Creep’ ahogó un poco el resto del disco de debut de Radiohead, y todavía les pesa claramente a día de hoy, pero ‘Pablo Honey’ tiene grandes temas como este que ya aparecía en la maqueta ‘Dungeon Demo’ que Radiohead firmaron como On a Friday en sus inicios, el corte de apertura ‘You’ o el precioso y decadente ‘Lurgee’. Un gran álbum de rock de una banda que todavía no podíamos adivinar cuánto estaba dispuesta a cambiar. Sebas E. Alonso.