Conor J. O’Brien se ha convertido en uno de los nombres clave del folk irlandés precisamente porque su música es lo suficientemente valiente como para no ceñirse a las guitarras acústicas y a las percusiones más suaves. Podemos encontrar flautas e instrumentos de viento en su nuevo disco, pero también un gran protagonismo de los sintetizadores más cósmicos, que convierten canciones como ‘Again’ en todo un viaje a otra dimensión. Las melodías son tan clásicas como muestra el single ‘A Trick of the Light’, que parece haber estado con nosotros toda la vida, pero el álbum ‘The Art of Pretending to Swim’ no renuncia por ello a la experimentación.
También son clásicos los temas escogidos, que a menudo tratan la existencia de Dios, pero a su manera. Nos aclaraba O’Brien durante una entrevista que publicaremos próximamente: «No diría que la religión organizada es un tema enorme en el álbum, sino más bien la idea de Dios. Para mí decir que he encontrado un lugar para Dios en mi corazón es como liberarme, porque tomo la palabra Dios y la hago mía. Consigo hacerla mía pese a la educación que he recibido». En torno a la treintena, el artista ha querido volver a acercarse a la espiritualidad que vivía de pequeño, cuando «rezaba cada noche» nombrando «a todo el mundo a quien conocía para que no les pasara nada malo», en contraposición al mundo nada espiritual que nos están brindando las nuevas tecnologías, cuando se está tan enganchado a las redes sociales que no te lees un solo libro en 2 años, como ha sido su caso exactamente.
Así, ‘Again’ abre el disco diciendo nada más comenzar: «he vuelto a encontrar de nuevo un lugar en mi corazón para Dios, en forma de arte». A continuación ‘A Trick of the Light’ introduce de nuevo el tema de la fe y la duda, mientras otro sencillo, ‘Fool‘, plantea «ser un tonto» por esperar la carga «de la promesa de vida eterna en el cielo». Con gran habilidad, una de las canciones mejor producidas, la escalofriante y llena de detalles y teclados ‘Sweet Saviour’ parece alternar el amor carnal con el religioso. Cuando «una imagen al abrir los ojos» lleva a Conor «a otro lugar en el tiempo», uno no sabe si lo que le ha turbado es una estampita de Cristo o de su ser amado. «Nunca he acariciado un cuerpo tan divino», repite en el estribillo.
El afán experimental al que aludía antes está presente en unas canciones que no es tan fácil adivinar hacia dónde se van a encaminar. La nota de prensa habla de este disco como «bailable» y no es una broma. El bajo, la sensualidad y las palmas de ‘A Trick of the Light’ lo ponen sobre la mesa; la segunda parte de ‘Long Time Waiting’ es bastante loca, con ciertas partes que parece haber producido alguien con un concepto de la belleza similar al de Jon Hopkins; ‘Love Came With All That It Brings’, que presenta un sample de ‘What Then’ del grupo de góspel Dixie Hummingbirds, es algo en lo que podría haber trabajado Moby hacia finales de los 90; y ‘Real Go-Getter’ tiene también su ritmo.
Las inquietudes de Conor le han llevado a cerrar el álbum con un tema sobre Ada Lovelace, una matemática y escritora británica autora de la llamada «máquina analítica», por lo que se considera que fue la primera programadora de ordenadores. A O’Brien le fascina la belleza de aquel primer algoritmo pero también le horroriza la obsesión que la tecnología nos puede producir, y por eso ha dado a este tema un lugar tan especial en ‘The Art of Pretending to Swim’. De hecho hay otra versión de esta canción, ‘Ada’, 8 minutos más larga en la que se añaden una serie de artistas como John Grant o Lisa Hannigan haciendo coros. En esta segunda parte del disco no hay ya canciones que reluzcan tanto como el trío de ases inicial, pero el discurso de Conor nunca deja de ser rico e inquieto, confirmando que es una de las voces más interesantes que escuchar en el panorama actual.
Calificación: 7,8/10
Lo mejor: ‘A Trick of the Light’, ‘Again’, ‘Sweet Saviour’, ‘Fool’
Te gustará si te gusta: Bon Iver, Moby, Ben Watt
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