Las claves visuales de los vídeos de LCD Soundsystem, Fleet Foxes, Joe Crepúsculo, LSD y Jon Hopkins

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Las claves visuales de los vídeos de LCD Soundsystem, Fleet Foxes, Joe Crepúsculo, LSD y Jon Hopkins

El debut en el videoclip del director de ‘Los últimos Jedi’, las alegorías de Fleet Foxes, el contagioso hedonismo de Joe Crepúsculo, el viaje por las nubes de LSD y la coreografía sentimental de Jon Hopkins. Sacamos las tripas estéticas y narrativas a cinco de los vídeos musicales más destacados de las últimas semanas.

‘Oh Baby’ (LCD Soundsystem)

La mítica del inventor de garaje está instalada en el imaginario estadounidense como la tarta de manzana enfriándose en la ventana. De Walt Disney a Steve Jobs, muchos de los grandes emprendedores americanos empezaron (o les gusta decir que empezaron) en las cocheras de sus viviendas. El director Rian Johnson, que ya demostró su gusto por la ciencia (ficción) en la estupenda ‘Looper’ (2012), recoge la tradición de los inventores solitarios para contar en ‘Oh Baby’ una emotiva historia de amor con la creación científica como eje narrativo y elemento poético. Sissy Spacek y David Strathairn dan vida a una versión moderna del matrimonio Curie que se encuentra en plena efervescencia creativa. En sintonía con los primeros compases de la canción, el vídeo comienza con un rápido montaje de planos detalle que reflejan ese frenesí intelectual. Poco a poco los planos se van abriendo y alargando conforme los protagonistas van encontrando la solución a los problemas matemáticos. La alegría por la consecución del sueño, la creación de un sistema de teletransporte casero al estilo de la máquina del tiempo de ‘Primer’ (2004), se torna en pesadilla cuando unos ladrones irrumpen en su casa. El hermoso final es la ilustración perfecta de la última estrofa de la canción: “There’s always a side door / Into the dark / Into the dark, shh”.

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‘I Am All That I Need / Arroyo Seco / Thumbprint Scar’ (Fleet Foxes)

Al igual que la canción -llena de cambios de ritmo, de subidas y bajadas- el vídeo que ilustra esta canción de Fleet Foxes (dirigido nuevamente por Sean Pecknold, el hermano del vocalista y alma-mater Robin Pecknold) está articulado a través de la tensión entre opuestos: la intimidad del interior de una casa frente a la grandiosidad de los espacios abiertos en la naturaleza, el recogimiento en contraposición al esparcimiento, la oscuridad enfrentada a la luminosidad, la quietud a la celeridad… Esta dualidad se ve reflejada también en la escritura visual del vídeo. Las secuencias de interior están filmadas con movimientos de cámara lentos y estables, sin apenas cortes; mientras que las situadas en el exterior están rodadas con movimientos mucho más rápidos y nerviosos, y con más cortes y variedad de planos. Todo este juego de simetrías, con ecos de ‘2001: Una odisea del espacio’ (el monolito), ‘La montaña sagrada’ (los paisajes) y el mito de Sísifo (el argumento), persigue crear una alegoría visual sobre la frustración existencial y la incapacidad de alcanzar las metas en la vida.

‘Quizá’ (Joe Crepúsculo)

El director Miguel Ángel Trudu fue el encargado de realizar el trailer de ‘Victoria’ (2015), la película alemana que se hizo famosa por estar rodada en un solo plano secuencia de dos horas y veinte minutos. No parece descabellado pensar que este filme le haya servido a Trudu de inspiración y estímulo a la hora de rodar el vídeo ‘Quizá’ en una sola toma. Esta opción estilística, que a veces tiene más de exhibicionismo gimnástico que de necesidad expresiva, funciona aquí como virtuoso paseo-homenaje por la madrileña sala Galileo Galilei. Como la música del propio Joe Crepúsculo, el vídeo es un festivo ejercicio de estilo, un lúdico experimento protagonizado por caras conocidas (un bailongo Nacho Vigalondo, una Verónica Echegui “deseando amar”), que le sirve al director para hacer un recorrido por el local y enseñarnos diversas situaciones caracterizadas por un toque iconoclasta y surrealista. El resultado es una celebración del ocio nocturno tan ligero y relajado como la mueca que hace el cantante al final y que sirve de portada de su disco ‘10’.

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‘Thunderclouds’ (LSD)

En una de las mejores secuencias de ‘La espuma de los días’, la adaptación de la célebre novela de Boris Vian que realizó en 2013 Michel Gondry, la pareja protagonista da un romántico paseo por el cielo de París subida a un carricoche con forma de nube. Gran parte de esa poética juguetona del cineasta francés –incluida la nube como vehículo- parecen impregnar como un chicle en un zapato las imágenes del nuevo vídeo de LSD. Realizado por el barcelonés Ernest Desumbila (autor también del anterior ‘Audio’), ‘Thunderclouds’ mezcla la animación y la imagen real para elaborar una fantasía colorista a medio camino entre el cuento infantil a lo ‘Chitty Chitty Bang Bang’, la libertad expresiva del anime (la nube también podría estar inspirada en la que monta Son Goku en ‘La bola del dragón’) y, en sintonía con el nombre del grupo, el viaje psicodélico provocado por la ingestión recreativa de dietilamida de ácido lisérgico. Un eléctrico viaje por las nubes, de textura visual azucarada y discurso algodonoso: la amistad como pócima mágica para superar las turbulencias emocionales y alejar los nubarrones de nuestra vida.

‘Singularity’ (Jon Hopkins)

El primer vídeo extraído del muy recomendable nuevo disco de Jon Hopkins lo podríamos situar en un punto intermedio entre los ambientes grisáceos del realismo social británico, el estilizado tenebrismo del cine de Denis Villeneuve (‘Blade Runner 2049’, ‘Prisioneros’), las peleas hiperbólicas de ‘Matrix’, las coreografías de Pina Bausch, el rabioso wrestling amoroso de ‘Mis escenas de lucha’ (2013) y el romanticismo ingrávido de ‘The Big Leap’, el anuncio para Lacoste que rodó hace unos años el propio director de este clip, Seb Edwards. Un cúmulo de referencias que aparecen delimitadas por un enigmático prólogo y epílogo, y articuladas por medio de una coreografía, de un cortejo en forma de baile, que va cambiando de intensidad y carácter –de lo tierno a lo violento, de la caricia al puñetazo- conforme la música de Hopkins se va haciendo más cruda y agresiva. Una danza que parece la alegoría de una relación amorosa, la síntesis pesimista de la vida en común de una pareja: desde el descubrimiento de los cuerpos del inicio hasta su maltrato del final.

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