En la playlist que Rusos Blancos han empleado para perfilar el sonido de su carrera y, muy especialmente, su nuevo disco ‘Bailando hacia el desastre’, parecen querer anticiparse a la tortura/placer de ver cómo se suceden los “tal canción suena a nosecual de nosequién” ante su análisis. Sinceramente pienso que el quinteto madrileño ya ha llegado a un punto en que suena sobre todo a sí mismo, y eso es claramente lo más satisfactorio de su cuarto largo de estudio tras el notable ‘Museo del romanticismo‘. Por más que nosotros hablemos de Pulp y Astrud y ellos de The Delgados, The Carpenters y Julio Iglesias, se palpa que Manu Rodríguez y compañía han encontrado acomodo en un estilo de canción propio, tanto lírica como musicalmente. Queda pues atrás el eclecticismo estilístico de otros álbumes, instalándose en este caso en un pop rock luminoso y colorido que aglutina influencias de la música popular más elegante y exquisita de las últimas décadas (de Paul Simon a Tracey Thorn pasando por Prefab Sprout o Jens Lekman, por no desviarnos de sus filias).
Y sí, ese “acomodo” también puede entenderse con cierto ánimo censor: el gran pero que se puede encontrar en ‘Bailando hacia el desastre’ es que carezca de ese punto de sorprendente diversidad que había marcado sus tres primeros álbumes, y que los hacía refrescantes independientemente de su resultado global. En este nuevo álbum, grabado y producido por Paco Loco como en ‘Tiempo de nísperos’, Rusos Blancos subliman su estilo, definiéndose más que nunca, pero no siempre muestran el mayor de los aciertos en el aspecto melódico. Los ganchos de canciones como ‘Un hombre huraño con un gato’, la encantadoramente ochentera ‘Bravo Murillo’ o el baladón ‘Ten cuidado, te vas a enamorar’ son algo menos deslumbrantes de lo que prometen sus arranques, mientras que el corte titular incluso tiene reminiscencias de otras canciones propias. Con todo, son apenas leves decepciones, que además son atenuadas por una riqueza de arreglos notable –han sido asistidos en esa parcela por Joaquín Pascual, productor de su anterior álbum– que hacen que valga la pena la escucha atenta de cada segundo de ‘Bailando hacia el desastre’.
En todo caso, es comprensible y asumible que no todo sea sublime, cuando más de la mitad del resto del álbum es brillante: mantener un nivel tan alto como el de la primera mitad, sobre todo, es realmente muy difícil. Ahí se concentran los certeros tres primeros adelantos del disco, las excepcionales ‘¿Qué somos ahora?’, ‘No es tan difícil’ y ‘Señores’ –que ya forman parte de un hipotético top 10 particular de Rusos Blancos–, ante las que no se quedan a la zaga ‘Mi crush’, con matices northern soul a lo The Style Council, y el estupendo juego de contención/explosión de ‘Caderas del norte’ que, junto con los guiños a ‘Graceland’ de ‘Primero de mayo’, conforman los mejores inéditos de este disco.
Además de los arreglos, las letras de Manu y Javier Carrasco (Betacam) vuelven a suponer “ese” factor diferencial y unificador que hace que empaticemos tanto con esa visión agridulce y cotidiana del amor y sus vericuetos. Cierto es que, aun esforzándose por innovar al encontrarle el chiste (literal y figuradamente) y a la vez despertar ternura en el hecho de cumplir una edad (‘Señores’) o en las relaciones inusitadamente longevas –de, pongamos, más de seis meses– (‘Un hombre huraño con un gato’), ‘Bailando hacia el desastre’ reincide en esquemas ya conocidos sobre el amor y la decepción en tiempos de Tinder y empleo precario, sazonados con algún guiño político y espíritu popular 2.0 (el rijoso empleo del “que no estamos tan mal” de Laporta empleado para cerrar el disco, por ejemplo).
Pero, aunque pueda parecer que ya nos lo habían dicho todo sobre relaciones entre personas de ámbitos ajenos (‘Primero de mayo’), enredos endogámicos (‘No es tan difícil’) y sexo en lugares y situaciones insólitas (‘Bravo Murillo’), el ingenio y el sentido del humor continúan siendo grandes bazas de Rusos Blancos. Así lo demuestran versos memorables como “banderas desteñidas en todo balcón / yo tengo tendida tu ropa interior / al lado de la mía, para ver si hay suerte / hoy la noche es fría y te deseo fuerte” (‘Mi crush’); “te he sorprendido danzando por casa, con ese ritmo tan torpe / con tu sonrisa del sur y tus caderas del norte” (‘Caderas del norte’); “subimos a saltos por las escaleras, mis ojos clavados en tus caderas / el sindicalismo ya no es lo que era, que viva la lucha de la clase obrera” (‘Primero de mayo’); “tú me haces la cucharita, yo llego tarde a trabajar / me dices que trabaje Rita, y me aprieto a ti aún más” (‘Un hombre huraño con gato’); o «aunque se acabó lo bueno, aún podemos compartir lo malo / el lento declive, el ocaso de las carnes firmes” (‘Ten cuidado, te vas a enamorar’). ‘Bailando hacia el desastre’ es, desechando la ironía, el disco más bailable de Rusos Blancos. Se podría decir que a lo mejor también es el menos imaginativo, pero sería un desprecio que el ingenio y el talento desplegados de nuevo en él no se merecen.
Rusos Blancos presentarán ‘Bailando hacia el desastre’ en la Sala 0 del Palacio de la Prensa de Madrid el próximo día 22 de noviembre.
Calificación: 7,5/10
Lo mejor: ‘No es tan difícil’, ‘¿Qué somos ahora?’, ‘Señores’, ‘Mi crush’, ‘Primero de mayo’
Te gustará si te gustan: Francisco Nixon, Jens Lekman, Templeton
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