Tras publicar el muy esperado ‘And Nothing Hurt’, revelándose ya como uno de los álbumes de 2018, esta semana llega a nuestro país Jason Pierce al frente de Spiritualized para presentar este fantástico disco: será el 2 de noviembre en la Sala Razzmatazz de Barcelona y el 3 de noviembre en La Riviera, Madrid (aún hay tickets disponibles en ambos casos). Por eso es una ocasión inmejorable pare rememorar uno de los muchos momentos emocionantes de su octavo disco tras la escisión de los seminales Spacemen 3.
Aunque hay canciones vibrantes y ruidosas de gospel-rock bien estruendoso, a la altura de su leyenda, nos volvemos a detener en uno de los más reposados, faceta que esta vez capitaliza el sonido de ‘And Nothing Hurt’. Quizá la canción más emotiva, tanto en el plano musical y lírico como metamusical, es ‘Let’s Dance’ que no, no es un homenaje explícito a David Bowie… aunque sí hay una preciosa referencia a otro mito de la música.
Fiel al espíritu preciosista y autogestionado del disco, en este corte Pierce parte del esqueleto de la canción con cuatro acordes esbozados con una armónica y un compás marcado por un shaker, sobre los que comienza a cantar con dulzura. Y, sobre ellos, va insertando delicadamente distintos instrumentos –piano, guitarra, bajo, pandereta, coros…– hasta construir una monumental torch-song que explota (o implota, más bien) con arreglos circenses propios del Ray Davies más juguetón o el Brian Wilson más maximalista.
En ‘Let’s Dance’, además, Pierce deja atrás el malditismo y los fantasmas del pasado, mirando al futuro con decisión, disfrutando de la madurez que vive y le aguarda, quizá empujado por el fallecimiento de su madre el pasado año. Con cierto aire cómico y autoparódico –algo muy presente en todo ‘And Nothing Hurt’–, Pierce se refiere a sí mismo como “un viejo rockero” que, ante un final inevitable (estremece la probable referencia a la demencia o el Alzheimer cuando canta “Señor, apiádate de todos nuestros pensamientos de hoy”) escoge no seguir huyendo de su vida con giras y conciertos, sino “quedarse y bailar” una canción.
¿Y qué canción podría ser esa? Pues un clasicazo eterno como ‘September Gurls’ de Big Star, aludida directamente en el emocionante hasta la lagrimita segundo verso de la canción: “Ya estoy cansado de cantar para vosotros / hay mejores cosas que un viejo rockero puede hacer / Se hace tarde, están retirando las butacas / (Pero) si suenan Big Star en la radio nos dejarán quedarnos / Oh, Chica de Septiembre / Dirige mi mundo y baila”. Para más inri, aquella canción del grupo de Memphis incluía la frase “When she makes love to me”, que siempre se interpretó como una referencia a ‘Don’t Worry Baby’ de The Beach Boys –referencia ineludible en los arreglos de ‘And Nothing Hurt’– al dibujar a una mujer con un rol sexual dominante, mandando en el baile como la pareja de Jason Pierce en ‘Let’s Dance’. ¿Podría ser más precioso todo?