Rusos Blancos: «No quiero que nuestras canciones acaben pareciendo una playlist de una despedida de soltero»

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Rusos Blancos: «No quiero que nuestras canciones acaben pareciendo una playlist de una despedida de soltero»

Disco a disco, Rusos Blancos se han consolidado como una garantía de buenas canciones de pop ecléctico, arreglado con gusto y con letras mordaces y divertidas sobre el amor y el sexo en la era de las apps de ligoteo. Después del notable subidón de popularidad experimentado con ‘Museo del romanticismo’, semanas atrás llegaba el más reciente capítulo de esta saga del grupo madrileño: ‘Bailando hacia el desastre‘, un nuevo álbum que esta vez ha contado con producción de Paco Loco y arreglos de Joaquín Pascual.

De estas nuevas canciones, de su gestación y de su nuevo estatus como nombre cada vez más frecuente en festivales y con canciones que cuentan sus streamings por decenas e incluso cientos de miles, hablamos con Manu Rodríguez y Javier Carrasco (Betacam), artífices fundamentales de letras y composiciones, días antes de que Rusos Blancos lleven a cabo la puesta de largo de este nuevo disco: será este jueves, 22 de noviembre, en la Sala 0 del Palacio de la Prensa de Madrid.

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Una postura clásica de los grupos –y no me cabe duda de que se dice con sinceridad– es que su nuevo disco es el mejor de su carrera. ¿Es ‘Bailando hacia el desastre’ el mejor disco de Rusos Blancos?
Manu (M): «No me gusta mucho pensar en los discos en esos términos. Que sea el mejor o no, hasta cierto punto me da igual, además de que existen infinitas características con las que llenar de significado a ese mejor vacío. Lo que sí que me importa, y mucho, es que nos refleje fielmente como grupo. Pienso en los discos como si fueran fotos de un momento determinado de nuestra existencia y me planteo “¿me reconozco en ellas?” Porque, siguiendo con el símil de las fotos, en ocasiones sucede que te sacas una en la que estás estupendo, pero no te reconoces en ella. No eres tú (y que se lo digan a los usuarios de Tinder, Grindr, etc., los sustos que se han llevado al descubrir al sujeto detrás de la foto)».

«Nosotros tenemos la suerte, creo yo, de que podemos sentirnos muy reconocidos en cada uno de nuestros discos (menos en el primero, quizás, que se nota mucho que aún dábamos palos de ciego intentando encontrar nuestra voz). Reflejan muy bien lo que somos o éramos en aquel momento, de manera bastante honesta, con nuestros defectos pero también con nuestras virtudes, que cada vez sabemos potenciar más. Nos vamos sacando partido».
Javi (J): «Yo no sé si es el mejor (eso lo decide la crítica, el tiempo y, en el fondo, cada uno en su cabeza), pero sí creo que tiene algunas de las mejores canciones que hemos hecho nunca».

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¿Por qué contasteis con un arreglista, Joaquín Pascual –que en el pasado fue vuestro productor–, y un productor como tal, repitiendo con Paco Loco? ¿Qué buscabais así?
M: «Había dos razones fundamentales para volver a contar con Joaquín, y la primera y principal era más bien emocional, más allá de lo muchísimo que aporta a nivel técnico y creativo también. Después de haber grabado ‘Museo del romanticismo‘ con Joaquín y que fuera el disco con el que más éxito habíamos tenido, hasta cierto punto me parecía algo feo no seguir contando con él de alguna manera, que siguiera formando parte de Rusos, porque le estamos muy agradecidos. Pero teníamos claro que queríamos volver a grabar con Paco, que el disco que queríamos hacer tenía que hacerse con él y en su estudio. Por suerte, Paco y Joaquín son súper amigos, y además coincidió que durante los días que lo grabamos Joaquín se había instalado unos meses en el Puerto de Santa María. Así que tenía que formar parte del disco, lo que nos lleva a la segunda razón, la creativa, que es que si él era el responsable de los arreglos de cuerda, nos sacaría un poco del «sota, caballo y rey» que solemos hacer en ese sentido y nos daría un extra diferente».
J: «De estos asuntos habitualmente me encargaba yo, con los inputs del resto del grupo y quien fuese el productor, en este caso, Paco. Pero para este disco yo llegaba con la lengua fuera, exhausto: venía de hacer el disco de Templeton (qué bonito nos quedó y en qué poco quedó…), de editar por fin el mío, del EP que sacamos en verano… Así que el pozo estaba bastante vacío».

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¿Y se han cumplido vuestras expectativas?
J: «Un poco sí me apetecía que alguien externo le metiese mano a las canciones. Lo cual no quitó que yo propusiera mis propios arreglos y hasta me enfadase un poco cuando “ganaron” los de Joaquín. Ahora escucho mis ideas, las comparo con las de Joaquín y no hay color. Fue una gozada verle dirigir las cuerdas y los vientos».

Personalmente pienso que es una auténtica delicia lo que hay en el fondo musical de este disco, los detalles de la producción, coros, capas, arreglos… Y en ese sentido pienso que sí que es vuestro mejor disco. ¿Os da rabia que la gente se quede sólo con lo del «folleteo», los ripios y demás? ¿O es normal?
M: «Muchísima, la verdad. No lo puedo negar. (risas) A ver, que tampoco es que todo el mundo se quede solo con eso. Tenemos otros fans (los más fans, de hecho) que sus canciones favoritas suelen ser otras, pero sí es cierto que el público más general se acerca a nosotros por eso que tú dices, y hasta cierto punto es normal. Entiendo que se me da medio bien escribir sobre sexo y relaciones amorosas en general, que tengo cierto talento para conectar con la gente cuando lo hago, y al tratarse de asuntos tan íntimos, es normal que la gente se vuelque cuando se siente identificada con las canciones. Lo agradezco y me parece una pasada la cantidad de gente que se me acerca para decirme “parece que estés hablando de mi relación”. Es muy bonito eso».

«Pero a la vez, con este disco sentía que ya habíamos hecho eso y lo habíamos hecho bien, así que quería ir por otro camino, escribir letras más vulnerables, sin coartada cínica o cool, más narrativas… Porque si seguíamos con lo mismo, podíamos acabar convertidos en una parodia de nosotros mismos, acabar en un rollo canallita que detesto. No quiero que nuestras canciones puedan acabar pareciendo una playlist de una despedida de soltero».

«Nos encanta revolcarnos en ese terreno AOR y de baladita de puño apretao»

Los arreglos de ‘Ten cuidado, te vas a enamorar’, sin ser mi canción favorita, me parecen una auténtica pasada. ¿Sentís que habéis echado el resto en ese apartado, que habéis alcanzado una cumbre?
J: «Nos encanta revolcarnos en ese terreno AOR y de baladita de puño apretao. Le llevamos a Paco una canción bonita, pero bastante plana. Entre él y Joaquín (y los coros de Pablo Errea, qué cosa más bonita) la llevaron a la estratosfera melódica. Además, en esa canción está uno de nuestros momentos favoritos: el glissando descendente de violines del 3:30, que Paco decía que le recordaba a los gérmenes del mítico anuncio de Pato WC. (risas)»

Y ese esmero, ese crecimiento, ¿es consecuencia de que no quedasteis tan satisfechos con ese aspecto en ‘Museo del Romanticismo’?
M: «Yo no diría eso. En «Museo» buscábamos otra cosa, un disco más oscuro, más recogido, y no usamos nada de orquestación en él (de hecho es el único nuestro en el que no hay nada de cuerdas, ni casi vientos). Y en este, entre que teníamos más presupuesto, que se dio la coincidencia de Joaquín y Paco en el Puerto, que teníamos canciones a las que les pegaban esos arreglos… pues decidimos darnos el lujo».

El próximo 22 de noviembre presentáis formalmente ‘Bailando hacia el desastre’ en directo. ¿Cómo enfocáis el traslado de esos arreglos al directo? Porque supongo que no queda otra que sacrificar un poco los matices, ¿no es así?
J: «Cuando presentamos ‘Tiempo de nísperos‘ quisimos hacerlo a lo grande, con violines reales que tocaron Ana Galletero y Jordi Montero. Esta vez vamos a sacrificar la “autenticidad” en pos del show y de lo práctico. Vamos, que lo llevaremos grabado, sí… Los matices los propondremos nosotros, no tanto los músicos adicionales».

En cuanto a las letras, la sensación es que habéis encontrado un poco una voz totalmente propia. Casi leyendo una letra, sin música, podríamos decir “es de Manu”. Es para sentirse orgulloso, ¿no?
M: «Lo cierto es que es algo de lo que yo, personalmente, y creo que todo el grupo, nos enorgullecemos mucho. Creo que sí hemos conseguido construir esa personalidad propia que dices a lo largo de los discos, que nos hace muy fácilmente reconocibles e incluso crea cierta continuidad en las historias de las canciones entre disco. Contribuye a que las canciones se vean como un todo, más que como una simple suma de historias, y es me gusta mucho».

Aunque, del mismo modo, ¿no resulta difícil escribir al estar siempre circunscrito en ese tipo de temática? ¿De dónde se saca la inspiración cuando no vives en primera persona el conflicto, la tristeza, la euforia…?
M: «Sí y no. Por un lado, al existir esa continuidad de la que te hablaba antes, a la hora de escribir una canción nueva digamos que el contexto ya está creado y el personaje presentado, con lo que eso te lo ahorras. Pero sí que existe el riesgo de repetirte, de cómo hablo de esto otra vez sin que sea la misma canción de siempre. Por eso también para este disco quise alejarme un poco de esa temática, o abordarla de manera más narrativa, a través de historias más que de canciones introspectivas. Así, ‘Primero de mayo’ no deja de ser una canción de amor como otras que puedo haber escrito, pero el contexto social en el que ocurre le da un rollo distinto. O con ‘¿Qué somos ahora?’, que alguien nos comentaba que es casi una segunda parte de ‘Tus padres, tu novio, tú y yo’, y que de hecho tiene un estilo y unos giros coloquiales muy típicos nuestros. La idea era un poco recuperar ese tipo de historia, pero donde antes el fin del amor o el amor no correspondido parecía un drama, aquí quería contar que dos personas pueden seguir queriéndose y siendo felices juntos más allá del amor romántico».

«Por lo general es más difícil hacer canciones desde la felicidad, porque cuando estás mal las canciones te salen solas»

Pregunto esto porque, aunque hay bien de mala baba por ahí, en general las letras de ‘Bailando…’ parecen más benevolentes para con las relaciones amorosas. ¿Os ha ablandado el amor? ¿Es difícil sacar la mordacidad al crear cuando en casa las cosas están razonablemente bien?
M: «Pues algo de eso hay también, porque después de tantos años en que en todas las entrevistas me preguntaban si podría seguir haciendo canciones cuando fuera feliz y tuviera una relación estable, ahora que estoy en esa situación desde hace un tiempo lo veía como un reto. Y sí que es cierto que por lo general es más difícil hacer canciones desde la felicidad, porque cuando estás mal (al menos yo) las canciones te salen solas porque tú mismo intentas comprender lo que te pasa. Es como una forma de autoanálisis que a mí me sale de manera automática, quiera o no. Mientras que la felicidad, simplemente se disfruta. Nadie quiere ponerse a buscarle explicaciones, no sea que se joda».

«Ahora bien, también me sorprende que resaltes tanto ese espíritu más benévolo a la hora de tratar las relaciones, porque cuando me pongo analizarlas, como mínimo hay tres en las que se habla o parte de discusiones dentro de la pareja. Y es que creo que lo que sí que hay en ellas, en todo el disco en general y no solo en las canciones de temática amorosa, es unas ganas de luchar para salir adelante. Y me parece muy bonito que eso se transmita al oyente».

«Sí que hay bastante tiranía en el tema de las reproducciones (en plataformas de streaming), porque algo tan aleatorio como entrar o no en una lista editorial puede hacer que un tema se dispare y eclipse al resto»

Ahora que habéis alcanzado ese nivel de grupo-que-cuenta-por-decenas-de-miles-las-reproducciones-de-Spotify, ¿os encontráis mirando qué canción sube o baja, si alguna os ha decepcionado en respuesta… o pasáis porque no está bajo vuestro control? ¿Hay cierta tiranía en eso?
M: «Yo soy muy friki en eso y lo miro muchísimo. Y es que me sirve para sacar muchas conclusiones de qué canciones llegan y cuáles no. Que en ocasiones me sirve para plantearme qué podríamos haber hecho diferente y en otras no cambiaría nada aunque tenga poquísimas escuchas. O incluso en ocasiones te sirve para que canciones que te pueden gustar mucho, pero que no crees que vayan a llegar mucha gente, te sorprendan. Por ejemplo ‘Blablacar’, del EP anterior, tiene muchas escuchas para ser una canción de temática poco usual y no haber tenido ninguna promoción específica ni ser single. O ‘¿Qué somos ahora?’ ha funcionado sorprendente bien, casi cien mil escuchas ya, para ser una canción tan delicada, medio tiempo, cero hit o festivalera».
J: «Es muy guay cuando algunas canciones cobran vida propia y trascienden su “sitio natural”. Me hace mucha ilusión que ‘¿Qué somos ahora?’ esté donde esté. Es mi favorita del disco. Pero como dices, sí que hay bastante tiranía en el tema de las reproducciones, porque algo tan aleatorio como entrar o no en una lista editorial puede hacer que un tema se dispare y eclipse al resto. Y esa tiranía la sufren no solo las canciones difíciles o más pequeñas, sino incluso los singles. En nuestro caso, por ejemplo, muchas de las canciones previas a “Museo”, canciones que igual son mucho más instantáneas o incluso comerciales –propias de festivales vamos–, quedan en segundo plano porque entonces teníamos menos presencia o repercusión. Así, no aparecen en el top 10 del grupo y el oyente nuevo u ocasional, nunca llega a ellas».

Y al final, ¿eso se traduce en más repercusión? ¿Más bolos? ¿Más festivales? ¿O no es significativo? ¿Habéis llegado a alguna conclusión?
J: «No sabría establecer una correlación. Casi todo lo que dices de mayor repercusión, más bolos y festivales también se lo debemos a Intromúsica, nuestro sello. Como mucho, notas al tocar qué canciones son más populares, que suelen corresponderse con el Top 10 de Spotify…»
M: «Conclusión, como tal, ninguna. Pero creo que sí que ayuda a que toquemos más, a que más festivales nos llamen y a que más público se acerque a vernos. Desde que sacamos «Museo» hasta ahora, hemos tocado más que nunca antes y la verdad es que cada vez hay más gente y, sobre todo, gente que se sabe las canciones de pe a pa. Yo voy a todos los sitios con un síndrome del impostor de aúpa, pensando “ya verás, nos han programado a la vez que estos y ni va a haber nadie…” o “tocamos a una hora que todo el mundo estará en noséquién…”. Y lo cierto es que no paro de sorprenderme con las respuestas que encontramos».

Repasando la playlist de influencias que publicamos en la web, debo decir que lo de Queen no lo vi venir, a pesar del bajo sintetizado. Es una referencia que en otros tiempos sería inconfesable. Como fans de la música, ¿no os parece guay que ya no haya que callarse tal o cual nombre por miedo a quedar mal, cutre, loser, lo-que-sea?
J: «La verdad es que sí. Ahora todo el mundo puede agruparse en torno a intereses que antes podían parecer inconfesables. Se pierde un poco la sensación de ser el único que escucha esto o lo otro, pero se gana en sentido de comunidad».

«La inmensa mayoría de los grupos de nuestra escena estamos igual: a medio camino entre el supuesto éxito y la posibilidad real de dejarlo para siempre»

¿Cuántas veces os habéis felicitado por no haberlo dejado después de ‘Museo del Romanticismo’, como en algún momento os planteasteis?
M: «Me alegro mucho de no haberlo dejado, porque yo no querría dejar de hacer música nunca. Ni dejar a Rusos nunca tampoco, si es posible. Pero lo cierto es que ese fue un comentario que de alguna manera se ha magnificado, en el sentido de que tampoco es que nos sentáramos a hablarlo ni nada. Nadie dijo “oye, que después de este disco lo dejamos”, sino que era algo que podía estar latente y de que lo todos éramos conscientes, pero como lo somos ahora. Lo jodido es que en la música existe tal estado de precariedad e incertidumbre, que casi cualquier grupo que lleve unos pocos años y un par de discos está al borde de irse a la mierda casi como estado natural de las cosas. Si lo piensas, la inmensa mayoría de los grupos de nuestra escena estamos igual: a medio camino entre el supuesto éxito y la posibilidad real de dejarlo para siempre».

¿Y cómo surgió aquello de grabar ‘Algo nuevo, algo viejo, algo prestado’ con Julio de la Rosa, aunque no sé si ejerció de productor? ¿Qué os aportó él?
J: «Nos aportó una visión totalmente nueva, unos timbres también novedosos y por fin alguien hizo una cosa que yo solía hacer bastante con Rusos: grabar una base mínima de la canción y vestirla a mi bola. Esta vez fue Julio el que se quedó a gusto».
M: «De hecho, creo que nunca hemos delegado tanto nuestras canciones como en ese EP. Porque aunque hayamos trabajado con productores muy buenos como Paco o Joaquín, nosotros siempre hemos mantenido mucho el control sobre qué hacer y qué no. Mientras que, en este caso –salvo con ‘Tampoco nos hemos querido tanto‘, que sí la llevábamos muy hecha de casa–, en el resto de las canciones hay tanto de Julio como de nosotros. Se puede hablar casi de una co-autoría, más que de una simple producción».

De ese EP, precisamente ha tenido una repercusión importante ‘Tampoco nos hemos querido tanto’. ¿Os lo esperabais?
M: «No sé si al nivel que luego lo ha hecho, pero hasta cierto punto sí. Es de esas canciones que, cuando estábamos en casa de Javi haciéndola, desde el principio vi claro que era guay. Que luego la repercusión nunca sabes la que va a ser, pero sí sentís que tenía algo especial. La melodía es muy pegadiza, la música muy saltarina… Y estoy muy orgulloso de la letra, la verdad, porque con todas las canciones de glorificación al sufrimiento amoroso, al desgarro romántico que hay en el pop (a lo que también hemos contribuido nosotros), me alegra haber escrito una que lo relativice y desdramatice. Que nos hemos querido y tal, pero no vamos a andar sufriendo por las esquinas, que no merece la pena».

«[Sobre montar los setlists para los conciertos] Es como lo de la alineación de Toshack y los «mismos once cabrones de siempre»»

Y, con la cantidad de hits (o, como mínimo, intrahits) que ya acumuláis, ¿os es cada vez más difícil hacer los setlists? ¿Hay tortas entre vosotros? ¿Qué disco o discos son los más sacrificados?
J: «Calla, es agotador. Entre no querer dejar fuera canciones míticas y recuperar algunas que eran muy disfrutonas de tocar hay una tensión insoportable. Además, cada uno tiene sus favoritas y, como dice el dicho, “lo que para uno es alimento, para otro es veneno”, o algo así.
Por distancia emocional y musical se suelen quedar más canciones fuera de ‘Sí a todo‘ y de ‘Tiempo de nísperos’. La verdad es que me encantaría volver a tocar algún día canciones tan tontorronas y tan divertidas como ‘Gorka o Cabano’ y ‘Oro, disfruto'».
M: «A mí me pasa igual, pero es como lo de la alineación de Toshack y «losmismos once cabrones de siempre», que es una broma que Javi y yo nos hacemos mucho. El día que empiezas a pensar en la gira quieres recuperar siete canciones antiguas. Luego, que si tú quieres tocar estas, yo estas otras… Al día siguiente, que cómo vas a dejar este single con lo guay que es, o esta otra con lo bien que funciona. Y el día antes del bolo lo piensas bien y dices “mira vamos a tocar las buenas y nos dejamos de líos”».

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