Maria Rodés es una de las artistas de nuestro país más especiales y singulares. Y no es sólo porque lo digamos nosotros: si Nacho Vegas, que le propuso cantar con él su single ‘Ser árbol‘ o alguien con la trayectoria y el talento de David Byrne piensan del mismo modo, no hay dudas. La barcelonesa ha publicado este año su cuarto disco en solitario, un ‘Eclíptica‘ realmente singular en su temática: inspirándose en la obra de su tío-bisabuelo astrónomo, Lluís Rodés, construía un álbum en el que se conjugan la astronomía, las emociones y los horrores de la Guerra Civil. [Foto de Noemí Elias]
Ahora, poco más de un año después de revelar la preciosa ‘Fui a buscar al sol‘ con la que adelantaba ‘Eclíptica’, Rodés se dispone a presentar el álbum en Madrid. Será este miércoles, 21 de noviembre, en el Teatro Lara de Madrid, y allí la acompañarán, además de su banda habitual, algunas invitadas especiales: según ella misma ha revelado en sus redes sociales, Christina Rosenvinge, Ana Molina (ex-Hola A Todo El Mundo) y Nieves Lázaro (de Lázaro, La Bien Querida) se subirán al escenario de la calle Corredera Baja de San Pablo para interpretar algunas de sus canciones.
A tenor de los ensayos mostrados, una de ellas podría ser ‘Chocará conmigo’, una de las canciones más sugerentes y exóticas del disco y que contiene la colaboración de la mexicana Ximena Sariñana. Su papel lo cubrirá alguna (o varias) de las artistas antes citadas, pero lo que parece que no se alterará es esa «apropiación» de la cumbia que realiza Maria en esta canción, que por momentos no desentonaría en un disco de Tom Waits. Fruto de lo absorbido en algunos viajes por México y Colombia, el ritmo de origen indígena impregna su pop folk, engalanado en esta ocasión con maravillosos arreglos de viento y cuerda (la producción ha corrido a cargo de Juan Rodríguez Berbín, Josep María Baldomá y la propia Rodés) para realzar una melodía preciosa, que entona Maria en sus estrofas y, ya con Ximena, explota en su estribillo.
Detrás del preciosismo melódico, en cambio, Maria en su letra alberga los miedos de su antepasado mientras dirigía el Observatorio del Ebro y, desde esa posición privilegiada (desde el punto estrictamente visual, claro) presenciaba (y sufría) los bombardeos y combates de la Guerra Civil en el área de Tarragona. Así, con cierta ligereza –cierta comicidad en los ruegos místicos por «un poquito de paz para aguantar tanta calamidad» o ese «Ave María (¿cuñando serás mía?)»– establece un paralelismo entre hipotéticos accidentes astrales («No lo quiero saber / si el Sol va a desaparecer / dejando la Tierra en tinieblas / Si la Luna se cae / chocará conmigo») y la muerte y miseria que previsiblemente sucederían al conflicto bélico, quizá buscando un poco de esperanza, saber «que todo irá bien».