Con un torpón ‘The Edge of Glory’ de Lady Gaga, impropio de una final (en realidad, ya es costumbre que los números grupales sean mera anécdota), comenzaba la final en la que, como para que Alba, Famous, Julia, Natalia y Sabela se relajaran, les rodearon de todos sus ex-compañeros, a los que llevaban tiempo sin ver, y a sus familiares, a los que acababan de ver días atrás. La cara tensa de Alba, la primera en sentarse junto a Roberto Leal, ya decía que sí, que ahora ya estaba más relajadita.
La alicantina fue la primera en actuar en solitario con esa versión jazzy de ‘Creep’ de Radiohead tan de hilo musical de tienda, lo que el café de vending es a un café espresso de cafetera italiana pero en música. Pero lo cierto es que, aunque la suya es de las voces más reconocibles y con más pellizco de la edición, recayó en los excesos, el descontrol y la falta de vocalización que venían dejando dudas sobre ella hasta la semifinal. Lo de Famous fue casi peor: de tan dotado que está vocalmente, intentó practicar todas las piruetas vocales físicamente posibles en un medio tiempo de soul clasicorro (y tirando a random) popularizado por Jennifer Hudson, ‘And I’m Telling You I’m Not Going’. Pero daba igual la canción: viniéndose arribísima en cuanto a gestos grandilocuentes y mohines faciales, el sevillano de adopción pretendía dejarnos boquiabiertos con sus recursos y lo logró. Se llama bostezo.
Tras una interpretación de ‘Baile’ de David Otero y Rozalén –que contaron cómo esa colaboración se fraguó en la gala de Eurovisión de este año, donde ambos coincidieron– y un chorro de vídeos que dieron para hacerte un poleíto, tomarlo y expulsarlo del cuerpo, así del tirón, Julia salió a escena a hacer su canción de pop aflamencado de la semana –‘Déjame ser’ de Manuel Carrasco fue, si es que importa–. Lo hizo tan bien como siempre, con una voz bonita y reconocible, enérgica y con matices. Manuel Carrasco debe estar encantado, dijo Manuel Martos. Y los cadenadialers también, añado.
Natalia optó por un baladón del musical ‘The Greatest Showman’, ‘Never Enough’, que le costaba cantar sin emocionarse. Nos hubiera gustado sentir eso mismo que la acongoja a ella, pero nada: a pesar de sus notables potencia, técnica y expresividad, no se levantó ni un pelo de la peluca de nadie. La escenografía imitando a la que llevó la participante de Estonia (que, frotaos los ojos, empleó el meme de Pilar Rubio para reclamar copyright) en Eurovisión –una falda gigante sobre la que se proyectaban efectos luminosos– era una alegoría de su actuación: bastante resultona, pero ya lo habíamos visto antes. Sabela, sin saberlo ella, llegaba a la gala como insólita favorita en las encuestas y se fraguaba lo que se dio en llamar “el sabelazo”. Con su sencillez, llegó al escenario a interpretar ‘Tris tras’ de Marful. Como si nos hubieran dicho ‘Mis fas’ de Trastrul: una canción en gallego desconocida para el gran público. Su gran acierto fue que eso fuera un detalle insignificante porque, con su aire de “pasaba por aquí”, se creció como viene haciendo en las últimas semanas, poniendo fuerza y sentimiento y haciendo que, de repente, esa canción de aires cubanos que no conocíamos nos interesara mucho. Lo que viene siendo un plot-twist.
Mientras los stans votaban, Pablo Alborán dedicó ‘Tu refugio’, sentido baladón a piano y chelo incluido en ‘Prometo’, a los que han sufrido una pérdida como la de Laura Luelo. Entre presentación, tema y charla promocionando su reedición y conciertos, contabilizamos unos 10 minutos de sueño menos. Gracias, OT. Pero “podía ser peor”, que dice Guille: vídeos y más vídeos de la visita de las familias a la academia cerca de las 00.30h. Y pausa no-publicitaria. No, de verdad, OT. Gracias. Y al fin, a esa hora exacta, se revela que Julia y Sabela, las dos mejores intérpretes de la noche de largo, son la quinta y cuarta clasificadas, respectivamente, quedando fuera de la final más injusta de Operación Triunfo que recordamos (no tenemos tanta memoria, que la penúltima edición fue en 2011). Los favoritos casi desde el primer día, Alba, Natalia y Famous, se medirían en la segunda fase.
Así que, con la clara sensación de que daba absolutamente igual lo que pasara a continuación, volvieron a actuar los tres finalistas, esta vez volviendo a hacer la primera canción que interpretaron en el programa. Dando igual, Alba pasó por encima de ‘Dangerous Woman’ como deseando que aquello terminara ya (anda, mira, ¡como los telespectadores!); Famous acometió ‘Faith’, la canción de Stevie Wonder para la BSO de ‘Canta’ de manera aseada y fugaz, suficiente para que Joe Pérez Orive le proclamara, sabedor de que se ganaría “una bronca”, candidato a Eurovisión (hagámoslo; ¿para qué darle más vueltas y malgastar dinero?); y Natalia, por fin, llevó a cabo una actuación digna de un ganador de (este) Operación Triunfo con ‘Crazy’ de Gnarls Barkley, haciéndonos creer que creía en lo que cantaba y bailaba con convicción, seguridad e imán.
A todo esto, faltaba por salir Amaia a interpretar ‘Un nuevo lugar’, su primera canción en solitario y el momento perfecto del prime-time era a la 1:11h de la madrugada del jueves, claro. Romero parecía apocada sentada con su guitarra, dubitativa, pero al final, justo al final, dio uno de esos volantazos interpretativos suyos que embelesan. «No sé qué acabo de hacer» fue el gran titular que dejó. Aunque breve, suyo fue, triste (porque veníamos a ver otro espectáculo) y claramente, el gran momento de la noche. También, aunque en este punto nos dé casi igual, porque ella entregó el trofeo a Famous que, con sólo un 1% más –36% frente a un 35%– se impuso a Alba. Natalia fue finalmente tercera con un 29%. El de Bormujos, con tan sólo 19 años, se llevó los 100.000€ de premio gracias, más que probablemente, a la capacidad escénica que ha demostrado a lo largo del concurso, bailando, rapeando y, sí, cantando.