‘La Casa de Jack’: la obra más bestia, honesta y horrorosa(mente) genial de von Trier

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‘La Casa de Jack’: la obra más bestia, honesta y horrorosa(mente) genial de von Trier

Del 9 al 17 de noviembre se celebró en Sevilla el Festival de Cine Europeo, que este año llegaba a su 15ª edición, la séptima bajo la dirección de José Luis Cienfuegos. Con el doble objetivo de promover la cinematografía europea y establecerse como lugar de encuentro anual para los cineastas europeos, periodistas especializados y distintos profesionales, el Festival albergaba también cada año las nominaciones de los Premios EFA, y en esta edición, coincidiendo con ese 15º aniversario, Sevilla acogió el 15 de diciembre la propia gala de los Premios EFA. Se proyectaron en esos días películas tan aclamadas como ‘Joy’ de Sudabeh Mortezai, ‘Girl’ de Lukas Dhont o el controvertido Oso de Oro de este año ‘Touch Me Not’, además del ambicioso proyecto ‘Quién lo impide’ de Jonás Trueba o los nuevos filmes de Assayas, Bilingham… y el que nos ocupa, el de Lars von Trier. Fue precisamente en otro festival, el de Cannes, donde el danés protagonizó la que es probablemente la mayor polémica de su carrera (y mira que las hay): las declaraciones sobre Hitler. Declarado por ello persona non-grata, siete años después de ‘Melancolía‘ ha vuelto al certamen francés por la puerta grande con ‘La Casa de Jack’.

Lars von Trier consigue muchas cosas con esta historia de un asesino en serie contada en primera persona. A estas alturas muchas de ellas no haría falta mencionarlas en una reseña si se conoce bien su trayectoria, como la capacidad para conseguir que 100 personas se piren en mitad de la película en Cannes (22 conté yo en la proyección del Festival de Cine Europeo)… pero aquí llegan a su punto máximo. Está claro que una película de von Trier no es precisamente la que llevarías a alguien a ver en una primera cita (o sí), pero las bestialidades de ‘La Casa de Jack’ llegan a superar a las de ‘Anticristo’ -y si no lo hacen será solo por unas proporciones de humor negro ausentes en aquella-, y desde luego el horror y el mal cuerpo alcanza con cierta escena, el “Tercer Incidente”, el nivel del final de ‘Bailar en la oscuridad’. Solo que en el film de Björk aquello era al final, y aquí dicha escena se ubica hacia la mitad del metraje, de forma que el perverso danés juega un rato más con las mentes de sus espectadores.

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Decíamos que Lars consigue muchas cosas en este Pasaje del Terror (literal en su epílogo), pero hay dos especialmente destacables. Una de ellas es cómo usa esta historia no ya para mostrarnos las reflexiones que sobre la sociedad o la humanidad salen de su mente, sino para mostrarnos SU MENTE. ‘La Casa de Jack’ podría funcionar como testamento fílmico: la psique de von Trier está encarnada en Jack, y por ello me niego a creer que sea casualidad que el elegido para dar vida a esa mezcla de psiquiatra/conciencia/Dios/Satán haya sido Bruno Ganz. Justo el actor que a todos se nos viene a la cabeza cuando pensamos en Hitler. ¿Casualidad? Sí, claro, qué duda cabe.

El autor de ‘Los Idiotas’ aprovecha para transmitir su sistema de pensamiento, sus propios debates morales, su muy negro sentido del humor -ya desde el propio título y nombre del protagonista: “gato hidraúlico (jack)”… si la veis, entenderéis esto-, su visión sobre el arte, incluso sus acusaciones de misoginia (“¿piensas que ellas son estúpidas o que lo son todas las mujeres… o es solo que necesitas sentirte superior a ellas?” se llega a decir a sí mismo a través de sus dos protagonistas). No sé si von Trier es o no misógino, pero en ‘La Casa de Jack’ queda claro de nuevo que es misántropo, como se podía deducir también de las semejanzas que hay entre las abnegadas protagonistas -rol social de cuidados personificado- de ‘Dogville’, ‘Rompiendo las olas’ o ‘Bailar en la oscuridad’ con la Justine del Marqués de Sade.

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Y hablando de protagonistas, evidentemente Matt Dillon no tiene la más mínima opción en los Oscar con una película así, pero sería de justicia que se reconociese su trabajo: explota su conocida vis cómica mientras dos escenas después da verdadero miedo y veinte escenas después resulta directamente nauseabundo. Este gran trabajo interpretativo del protagonista de ‘Algo pasa con Mary’ (de verdad que es flipante recordar eso tras verle aquí) ayuda a la otra gran virtud que demuestra aquí von Trier: describir el mal sin ningún filtro, construir un personaje que representa lo peor de la Humanidad, pero hacerlo de forma tan magistral que incluso el espectador pueda, en alguna ocasión, llegar a empatizar con él. Y que eso dé más miedo que los propios asesinatos.

“Lolita no es una niña perversa, es una pobre niña que corrompen (…) fuera de la mirada maníaca de Humbert no hay nínfula, y ese es un aspecto esencial de un libro singular que ha sido falseado”. Vladimir Nabokov se quedó a gusto en esta entrevista de Bernard Pivot, donde llamó “inmundo” a Humbert y cargó contra contra las ilustraciones y reinterpretaciones que se hicieron de su personaje -y que convirtieron a una víctima de pederastia en esa especie de femme-fatale de ¡doce! años que se ha quedado en el imaginario colectivo-. Estas declaraciones no son demasiado conocidas, y por ello muchos ven en ‘Lolita’ una apología de la pederastia, y no lo que pretendía ser: el perfecto análisis de un monstruo y, por tanto, de las propias monstruosidades de nuestra sociedad que contribuyen a la existencia de dichos monstruos. Ese análisis no se puede hacer sin empatía, claro, y eso es lo que explica que haya descripciones del enamoramiento obsesivo de Humbert, o de su torpeza en estas etapas, que nos puedan recordar a momentos en que nos hemos podido sentir así de obsesionados.

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Con sus muchas diferencias, Nabokov y von Trier consiguen algo similar: aterrorizar al espectador/lector, no ya por la historia que le cuentan, sino porque, aunque sea por unos instantes, les están haciendo sentirse identificados con desechos como Humbert, y como Jack. ‘Lolita’ es una obra maestra, pero no es una respuesta que yo dé cuando me piden que recomiende un libro, porque entiendo perfectamente que a muchos no les va a gustar, y que lo van a pasar mal. Por eso mismo tampoco recomiendo nunca ‘Bailar en la oscuridad’, y por eso mismo yo la he visto en contadas ocasiones, a pesar de ser una de mis películas favoritas. Al igual que estas dos, ‘La Casa de Jack’ es una obra maestra, pero también es una experiencia nada agradable, casi al nivel de esa catábasis que se nos cuenta. De hecho, lo confieso: en el “Tercer Incidente” me tuve que contener, porque a punto estuve de sumarme a esas 22 personas que abandonaron la sala. Y, sin embargo, sí, es una obra maestra. 9,5.

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