Talk Talk han confirmado año a año su estatus de grupo de culto, situándose muy por encima de esa halo sintético medio peyorativo que tienen muchas bandas de los 80, para ascender a los territorios del «art pop». Discos como ‘The Colour of Spring’ y ‘Spirit of Eden’ los avalan, sonando como todo un precedente para bandas tan importantes como Radiohead, Sigur Rós, Mogwai o Low. Es verdad que Paul Webb, ahora Rustin Man, no fue co-autor de estos discos en concreto, mérito que recayó en el líder de la banda Mark Hollis y el productor Tim Friese-Greene, pero sí estuvo allí como bajista, sin duda ayudándole a su desarrollo como músico. En este ‘Drift Code’ que ahora edita él solito se ha encargado de tocar más de una docena de instrumentos, apenas dejando para los demás vientos y cuerdas: es él quien se ha encargado de guitarras, pianos, hammonds, sintetizadores, acordeones, armónicas y efectos, entre otros.
Recordarás a Rustin Man por haber editado un disco junto a Beth Gibbons en 2002, un ‘Out of Season’ algo irregular pero que se abría con cuatro joyas como cuatro soles y se cerraba precisamente con un tema llamado ‘Rustin Man’ (también otro premonitorio llamado ‘Drake’). Es de celebrar que ambos hayan decidido volver el mismo año y casi a la vez, aunque sea por separado, pues los dos demostraron tener mucho que decir. Además, los seguidores de Portishead van a disfrutar mucho de las guitarras de ‘Martian Garden’, un tema que podría haber estado incluido en ‘Dummy’. Aunque es una excepción.
Predominan en verdad los ecos del primer Scott Walker pero pasado por el filtro del último David Bowie. Son varios los momentos de este ‘Drift Code’ en que el álbum parece la puta continuación de ‘Blackstar‘, lo que en parte se debe a cierta querencia por el jazz pero siempre sin abandonar un trasfondo folkie o blues, aunque también al tono de Webb, e incluso a alguna letra: ‘The World’s In Town’ está escrita «desde el espacio». «Soy parte de la Vía Láctea», indica Rustin Man.
Pese a las muchas referencias al paso del tiempo, a la vejez o al devenir de la vida («llámame antiguo» es una de las frases del corte final ‘All Summer’), ‘Drift Code’ parece escrito desde la paz y de la asunción de que la vida es lo que es. Rustin Man ha dedicado el álbum a su esposa, por ser capaz de «contagiarle su entusiasmo por la música y la vida», y eso empapa el desenlace de algunas canciones, pese a contener previamente mensajes turbios. «Estoy bien, abandonado, así», termina ‘The World’s In Town’. «Sienta tan bien sentirse vivo», culmina ‘Vanishing Heart‘. «Me trae felicidad», titula y acaba ‘Brings Me Joy’, un tema sobre angelitos en el que la voz de Stephanie Hedges, muy Alison Goldfrapp, hace precisamente de «ángel».
Ruiseñores, trenes hacia el juicio final, «jardines de la vida» y personajes de nombre y apellido como los de ‘Light the Light’ inundan estas canciones que beben de la imaginería habitual de Nick Cave o el desaparecido Leonard Cohen, si bien en esta composición el riff de piano inicial y motivo principal no conlleva un desarrollo tan sublime como lo son los arreglos del álbum. Algo que se repite en el resto de la secuencia, con los guiños a la banda sonora (‘Euphonium Dream’) o al musical apocalíptico (‘Martian Garden’) teniendo demasiado protagonismo entre lo que deberían haber sido las nuevas ‘Mysteries’ y ‘Tom the Model’.
Calificación: 6,7/10
Lo mejor: ‘Vanishing Heart’, ‘All Summer’
Te gustará si te gustan: todos y cada uno de los discos de Leonard Cohen y Nick Cave, la voz de Mark Lanegan y oyes mucho el último de David Bowie
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