La nueva película de Almodóvar llega este viernes a los cines envuelta en un considerable hype por varios motivos. Las críticas de ‘Dolor y gloria’ están siendo espectaculares, incluso a Carlos Boyero le han gustado «más de un par de cosas», y todo parece indicar que el director va a recuperarse del mal funcionamiento en taquilla de ‘Julieta’ o al menos de las malas críticas recibidas por ‘Los amantes pasajeros’ y ‘Los abrazos rotos’. En este artículo analizamos las 5 razones.
Es su mejor película de temática gay
No me atrevo a decir que ‘Dolor y Gloria’ es la película que Almodóvar debía al público gay, en primer lugar porque el director nos ha dado tanto a lo largo de los últimos 40 años que no nos debe nada. En todo caso, al contrario. Y en segundo, porque obviamente ha sido un pionero en el reflejo de la transexualidad, el travestismo o las relaciones de pareja homosexuales en innumerables ocasiones. Y sin embargo, el cine de Almodóvar sin duda ha pasado a la historia por ser un cine de mujeres en general heterosexuales, de «chicas Almodóvar», como se ve perfectamente en las que se consideran por unanimidad todas sus obras maestras: ‘Qué he hecho yo para merecer esto’, ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’ o ‘Volver’. Con todo lo que me gustó ‘La ley del deseo’ o la primera parte de ‘La mala educación’, nunca el director me había emocionado tanto tratando el tema de la homosexualidad como en ‘Dolor y gloria’. O quizá debería decir bisexualidad, a favor de la que esta película rompe una lanza muy clara. Almodóvar vuelve al pueblo y a su infancia para enfrentarse a sus primeros deseos y al despertar sexual en la que puede ser la escena más homoerótica de toda su filmografía. Después, noquea al espectador cuando le hace consciente de un momento absolutamente terrible en la vida de cualquier adolescente, gay o no, pero sobre todo -sí- homosexual: ese en el que has de apartar a tus padres de tu camino para poder soportarte y ser tú mismo, probablemente por miedo a que rechacen lo que eres. Almodóvar sabe transmitir la universalidad de este sentimiento (si yo entendí ‘Leolo’, el mundo podrá comprender esto) a través de un reparto soberbio en el que Antonio Banderas está tan creíble que a veces ni siquiera te acuerdas de que es él. Eventualmente, que Almodóvar haya hecho esta película en este momento, hasta es una estrategia comercial excelente: lo primero es reconquistar a tu público de base, y de ahí poder pasar al resto.
El juego con la autoficción
Lo que más me gusta de las películas de Almodóvar no es que las disfrute estéticamente como un enano, que por supuesto (ojo a la gráfica y a la cabecera de Juan Gatti, un tanto Bowie circa ‘The Next Day’); ni tampoco la retahíla de frases para la historia que ha dejado su brutal personalidad como guionista. Es el modo de entrelazar historias estructuralmente, en los mejores casos uniendo generaciones incluso a modo de justicia poética como se ve muy especialmente en ‘Volver’. ‘Dolor y gloria’ es otra película que utiliza el paso del tiempo para contarnos varias historias, en este caso jugando con la filmografía y la biografía del propio director. Celoso de su vida privada, rara vez hemos intuido a Almodóvar en una cosa tan tonta como sufriendo por amor o llevando una espinita clavada en su corazoncito durante décadas. Aunque el relato esté ficcionado según las entrevistas que está ofreciendo, ‘Dolor y gloria’ sí se enfrenta a esa faceta de su vida, además incorporando píldoras sobre la historia del cine, el propio y el ajeno. La referencia a los 32 años exactos que han pasado en la cinta del estreno de «Sabor» no es baladí (echen cuentas), y el momento en el que ha resuelto visualmente la incorporación de la autoficción/metaficción, aun siendo muy sencillo, es espectacular. No en vano «no me gusta la autoficción» es una de las frases estrella de esta película.
El retrato de los actores y el nivel de detalle
‘Dolor y gloria’ es, como casi todas las películas de Almodóvar, un film que pide un segundo visionado. Hay guiños a su filmografía, la elección de cierta canción de Dinarama no es casual, hay una foto en un marco que resulta fundamental al final de la película y hasta un guiño al #MeToo a través de una pintada callejera. Lo más significativo parecen las referencias a sus actores. En este viaje a su propio pasado, Almodóvar no parece haber pasado por alto lo que se ha hablado de su dirección de actores en su carrera. Sobre todo de Carmen Maura y de Eusebio Poncela (de nuevo, los «32 años»). El retrato que se hace de los actores en general no puede ser más claro en su relación amor/odio. El personaje de Asier Etxeandia se mueve entre lo atractivo y lo grotesco, únicamente pensando en la heroína, en su ego, en su obra, y en hacer él, él y él su mejor monólogo. Eso sí, cuando llega el momento de subirse al escenario, sabe callar todas las bocas. ‘Dolor y gloria’ deja así un original retrato, bastante equilibrado, de la tortuosa relación entre director y actores, como pocos se han hecho a lo largo de la historia del cine.
La contención de Almodóvar en las entrevistas
A nadie se le escapa que la promoción de ‘Julieta’ estuvo absolutamente marcada por la aparición de Pedro en el listado de personajes públicos involucrados en el escándalo de los Papeles de Panamá. El director está siendo muy precavido en las entrevistas evitando dejar cualquier tipo de titular político para que la generación Twitter no se le tire encima. Esta ha sido su respuesta durante una entrevista sobre la situación política actual en El Español: «Durante el montón de entrevistas que hice para los Goya, hora y media, sólo me hicieron una pregunta de tipo político y salió en todos los medios. Y eso quiere decir algo. Yo claro que tengo ideas de todo lo que ocurre, de las elecciones, del procés, de la ultraderecha… hay muchos temas, pero estoy en mi propia campaña, que es hablar de la película. Y no me da miedo ni corte, pero este tema fagocitaría todas las preguntas que me habéis hecho, y sé que no depende de vosotros, como no dependen los titulares, pero trato de defender mi tiempo para hablar de mi película, porque no es que estemos de elecciones, es que ni sabemos hasta cuándo vamos a estar, porque parece que va para largo. Sólo digo que la gente vaya mayoritariamente a votar». ¿Un jefe de prensa ha hecho su trabajo? Pues lo habéis adivinado, el titular de la entrevista fue político, en concreto «Nunca imaginé que la libertad de expresión estaría más en peligro hoy que en los 80».
¿Y qué pasa con Rosalía?
Desde el principio se ha sabido que la aparición de Rosalía en la película de Almodóvar es fugaz, pero no pasa inadvertida. La cantante tiene 2,5 millones de oyentes mensuales en Spotify y ha vendido 50.000 copias de su disco ‘El mal querer’ en España. Que los seguidores que han gastado 20 euros en su disco se gasten 10 en ir a las salas para presenciar su escena no va a hacer ningún daño, teniendo en cuenta los paupérrimos resultados de ‘Julieta’ en España (no llegó a los 400.000 espectadores). De hecho algunas críticas están apuntando a su participación como un «reclamo publicitario», si bien la escena de las lavanderas es fundamental, pues resulta el primer contacto con las artes, en concreto con la música, del personaje principal, que no olvidemos termina siendo un director de cine hipersensible y enfermizo.