Weyes Blood se ha ido haciendo un nombre en el indie-rock americano de los últimos años, de mano del sello Mexican Summer (Ariel Pink, Cat Le Bon, Kurt Vile) con su singular visión, llevándole a componer bonitas baladas de poso country como ‘Seven Words’ tanto como a hacer el friqui en el vídeo de su colaboración con Ariel Pink ‘Tears on Fire’. Dotada de un particular apego tanto por la canción pop de los 70 como por la melodía medieval o gótica, recordando bastante en ese sentido a la noruega Susanne Sundfør; y provista de una voz que es pura elegancia, maternal en el mejor sentido posible, Blood ha publicado este mes de abril el álbum que le está abriendo las puertas al mayor público de su carrera, un ‘Titanic Rising’ editado esta vez por Sub Pop y de portadón absoluto: la propia Weyes diseñó el escenario -una habitación- posteriormente construido en un estudio y sumergido en una piscina.
‘Titanic Rising’ establece un paralelismo entre el hundimiento del famoso barco y el hundimiento de la sociedad actual (sobre todo de los países del tercer mundo) por medio del cambio climático y el capitalismo, entre otros temas como la tecnología. En el alegre single ‘Everyday’, que suena como una colaboración no-tan-imposible entre The Beach Boys y Karen Carpenter, y cuyo vídeo inspirado en el cine “slasher” no tenéis que dejar de ver, Blood parece hablar sobre la necesidad del contacto real frente a las aplicaciones tipo Tinder y se atreve a declarar: “el amor de verdad está volviendo”. Mientras en ‘Movies’, donde el álbum ya ha dejado atrás el pop para, en su algo más modesta segunda mitad, sumergirse en los mundos cósmicos de la new age, la artista reflexiona sobre el papel que el cine juega actualmente en nuestras vidas, haciéndonos confundir realidad con ficción y desear una vida mitológica: “quiero ser la estrella de mi propia película”.
Como se puede comprobar, ‘Titanic Rising’ no es del todo un álbum triste pese a su temática, sino que siempre parece buscar el pequeño rayo de luz en un abismo de oscuridad, aunque sea en forma de humor. La cantautora quiere que sonrías en el apocalipsis y no deja de tener cierta gracia que el álbum termine con una revisión de 1 minuto de ‘Nearer, My God, to Thee’, supuestamente la última canción que tocó la banda del Titanic antes de que el barco se hundiera por completo, una historia que, pese a su absoluto desamparo, evoca una sensación de absurdo tal que solo puede dar pie a cierto humor. Lo que quiere decir Blood en todo caso es que el mundo está cambiando y no puede hacerse nada para detenerlo. ‘A Lot’s Gonna Change’, la conmovedora balada que abre el disco, en un estilo muy Brill Building, y que Adele ya está tardando en descubrir y compartir en Instagram, recuerda con nostalgia un mundo más puro, pero a su vez afirma: “muchas cosas van a cambiar, intenta dejarlo todo atrás”.
A través de sus diversas influencias, Natalie Mering -este es el nombre real de Weyes Blood- escribe canciones emocionantes pero a la vez reposadas. Su especialidad parecen las baladas y si ‘A Lot’s Gonna Change’ es una de esas canciones que suenan a clásico desde la primera escucha, destacan también los temas del álbum que reflexionan sobre la necesidad de creer en algo “más”, como la gráficamente titula ‘Something to Believe’ o sobre todo ‘Andromeda’. Esta canción, muy parecida a ‘Space Cowboy’ de Kacey Musgraves en el modo en que conjuga elementos del country-pop con sintetizadores cósmicos, suena como si flotara en el espacio, precisamente donde Blood tiene pegada su vista, mirando las estrellas desde la Tierra. Mi momento favorito de la canción y de todo el disco se produce en esta canción: el modo en que Blood se deshace de la melodía de “I dare to try” en el estribillo, como dejándola ir en la inmensidad del espacio mientras le envuelven los sintetizadores, puede ser lo más elegante que he oído en mucho tiempo.
Con todo, ‘Titanic Rising’ es un álbum sobre la pérdida de la inocencia. En declaraciones a Pitchfork, Blood describe la estupefacción que sintió tras ver ‘Una verdad incómoda’ de Al Gore en su juventud de una manera próxima a lo poético: “en ese momento supe que las cosas ya no iban a ser como antes, que el confort de mi infancia en los años 90, cuando por ejemplo daba por hecho que los arrecifes de coral seguirían estando ahí para mis hijos, o simplemente que yo tendría hijos, todo ese fundamento se desvaneció. Fue casi como perder la inocencia, como si me echaran del jardín del Edén”. Este sentimiento se concreta en ‘Wild Time’, que parece hablar de manera más específica sobre el cambio climático. Como en tantos momentos del álbum, Blood halla en la incertidumbre de la vida una canción épica, que llena el alma, lo cual se aplica en general a la totalidad de este hermoso álbum que tiene toda la pinta de ser un punto de inflexión realmente importante para Weyes Blood. Y con estas canciones, no es de extrañar.
Calificación: 8,1/10
Lo mejor: ‘Andromeda’, ‘Everyday’, ‘A Lot’s Gonna Change’, ‘Something to Believe’
Te gustará si te gusta: Kacey Musgraves, Susanne Sundfør, Lana Del Rey, Adele, Carpenters
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