Por si aún no te has enterado a pesar de la multitud de carteles publicitarios, y de que Twitter sea un campo de minas de spoilers cada lunes: se está emitiendo la octava temporada de ‘Juego de Tronos’, que es además la encargada de poner punto y final a la que se ha convertido en la serie más popular de la década, y según muchos también la última que viviremos en comunidad de esta forma. El inicio de temporada rompió récords de audiencia, y no me extrañaría que este episodio lo haya pulverizado: tras dos primeros capítulos más calmados, estaba anunciado que ‘The Long Night’, el 8×03, iba a ser esa tormenta que llega tras la calma, y todos vaticinábamos batallas espectaculares y muertes por doquier (¿quién no ha hecho porra con amigos estos días?). Finalmente, el día ha llegado y, aunque con críticas de algunos fans, en general muchos seguidores y no pocos medios coinciden en encumbrarlo como el mejor capítulo de la serie. Y no solo eso, sino el mejor capítulo jamás emitido en televisión. Yo diría que esto último es fliparse un poco, pero sí comparto que nunca habíamos visto algo así. Probablemente no sea el mejor, pero sí el más ambicioso y espectacular, y sin duda uno de los que han tenido más en vilo a los espectadores, a pesar de su duración. En este artículo vamos a repasar algunas de las claves que pueden haber influido en ello. AVISO: A PARTIR DE AQUÍ HAY SPOILERS DEL CAPÍTULO 8×03. En serio, no sigas leyendo. Huye. ¿…sigues aquí? ¡Última oportunidad!
55 días para rodar una batalla: es obvio que a ‘The Long Night’ pocos pueden toserle a nivel de espectacularidad, pero no se trata solo del tamaño de los ejércitos, los destrozos de castillos, los dragones, gigantes, etc, sino de las sensaciones que consigue transmitir. Muchos pensábamos que Daenerys, Jon y compañía iban a perder, que algunos de sus compañeros morirían en la batalla y el resto tendría que huir (a las Islas de Hierro, como dejó caer Yara un par de episodios atrás). Pero lo que no imaginábamos es llegar a un momento de “todo o nada”. Y es que, al ver a TODOS los personajes al borde de la muerte, solo había tres opciones: o morían todos (improbable), o moría el Rey de la Noche (también improbable, ¿no?) o Bran volvía al pasado (improbable porque Benioff y Weiss aprendieron de lo mal que salió eso en ‘Lost’). El desasosiego constante que se crea en el público es tremendo.
La iluminación -o falta de ella- se ha criticado mucho, por ser demasiado oscuras las escenas y llegar a ser hasta caótico ver (o más bien intuir) qué estaba ocurriendo, pero a mí me parece una buena decisión, y una de los motivos por los que hemos estado en vilo casi hora y media. Además, nunca antes habíamos tenido a prácticamente todos los protagonistas en una misma batalla, lo cual hace enormemente complicado no perder el ritmo y, a la vez, abarcar a todos los personajes. Pero ‘Juego de Tronos’ es mucho más que su espectacularidad y sus batallas y, por mucho presupuesto que tuviese el episodio, no nos habría mantenido en tensión de esta forma de no ser por sus personajes y su evolución, una de las grandes bazas de la serie. Especialmente si tenemos en cuenta que el camino de algunos les ha llevado finalmente a desembocar en lo que aquí acontece.
Arya y Melisandre son el ejemplo más claro. Los fans de Arya (no vale hacerse fan ahora, ¿eh?), como los de Tyrion, quien espero que también tenga su momento, teníamos cada vez más difícil justificar nuestra pasión, con unas tramas que les convertían en personajes que no parecía que fuesen a aportar mucho en el final de la serie. Pero entonces todo hace “clic”. Y mira que lo teníamos en nuestra cara desde la tercera temporada: Arya es Azor Ahai, o eso podemos deducir de sus acciones en este capítulo. A la propia actriz le preocupaba cómo se iban a tomar los fans esta revelación, ya que las apuestas estaban en Jon, Daenerys o Tyrion –o incluso Gendry, por la sangre Baratheon. Pero este giro da un sentido al propósito de Arya; ya en la primera temporada Syrio le decía eso de “what do we say to the God of Death? Not today”, se pasa varias temporadas entrenando y volviéndose casi psicópata, y finalmente le dice “not today” a quien simboliza la muerte en sí. Se cierra un ciclo también para Melisandre, que protagoniza a lo ‘Frozen’ de Madonna el último plano del episodio.
No todo son alabanzas, claro. Haber tomado esa decisión le da una dosis extra de épica al capítulo, pero también nos deja sin “jefe final” cuando aún quedan casi cuatro horas más. Porque Cersei es un gran personaje, Lena Headey una gran actriz… pero, seamos sinceros, no da más miedo que un puto ejército zombie cuyo líder es una especie de Anticristo. Y a ver, que esto sí es para indignarse: ¿en serio Euron Greyjoy sigue vivo y el Rey de la Noche no? Espero que sea para que Yara le rebane la cabeza nada más verlo. Otra pega es hasta qué punto llega aquí la suspensión de la credibilidad. Los Dothraki y los Inmaculados están prácticamente aniquilados (o al menos diezmados), lo cual es lógico, dado el enemigo al que se enfrentaban. Pero precisamente, dado el enemigo al que se enfrentaban, ¿cómo es posible que todos los personajes principales sobrevivan? Quizás en otra serie aceptaríamos barco con más facilidad, pero ‘Juego de Tronos’ no ha sido precisamente temerosa ni poco realista en este aspecto: en un mundo injusto y violento, mucha gente justa muere de forma violenta. Desde luego no pensábamos que la Batalla de Hogwarts iba a ser un baño de sangre mayor y más dramático que la Batalla de Invernalia.
“¿Y ahora qué?” es lo que la mayoría de sus fans se están preguntando, y seguro que es también lo que se preguntará Guadalupe, la maravillosa Abuela de Dragones. Existe la posibilidad de que la amenaza sobrenatural no se haya eliminado del todo, de que quieran que nos confiemos para darnos un golpe de efecto (¿se convertirá Arya en Rey de la Noche y tendrá que matarla Gendry, cumpliendo la profecía?). Pero también nos encajaría que ese haya sido el final definitivo de los Caminantes Blancos, y ahora haya que enfrentarse no solo a Cersei, sino a otra amenaza: poder gobernar: George R.R. Martin ya advirtió de que le diferenciaba de Tolkien su opinión sobre la bondad de las personas que ostentaban el poder, y que ‘Canción de hielo y fuego’ tiraba más hacia la política que hacia la fantasía. En cualquier caso, en pocos capítulos (snif) saldremos de dudas. Y es que no habrá sido “el mejor episodio de una serie de la Historia”, pero sí todo un acontecimiento que nos vuelve a demostrar que ‘Juego de Tronos’ es eso: más que una serie, todo un acontecimiento.