Australia e Islandia, seguidas y por contraste, logran robar el foco en la primera semifinal de Eurovisión

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Australia e Islandia, seguidas y por contraste, logran robar el foco en la primera semifinal de Eurovisión

Esta noche se ha celebrado la primera semifinal del Festival de Eurovisión, precedida por una actuación de PUTOCHINOMARICÓN en La 2 Noticias (ha interpretado ‘Se me da mal ser mayor’ al piano a eso de las 20.55). Ha sido la primera de las ceremonias previas a la Gran Final del próximo sábado, y de la que han salido los 10 primeros finalistas que se sumarán al Big Five (España, Italia, Francia, Reino Unido y Alemania) y al país organizador, Israel. Los países clasificados han sido Grecia, Bielorrusia, Serbia, Chipre, Estonia, República Checa, Australia, Islandia, San Marino y Eslovenia. La clasificación de estas dos últimas ha sido particularmente una sorpresa, mientras quedan fuera las peculiares actuaciones de Polonia y Portugal.

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La primera de las galas ha estado dominada por las vistosas y llamativas performances de la mayoría de países, prevaleciendo más que nunca por encima de las canciones, que rara vez daban ganas de ser escuchadas después. Tan difícil de olvidar era la colorida y amena puesta en escena con marquitos de República Checa como fácil de olvidar la composición, y lo mismo puede decirse del entretenido nuevo «Fuego» de Chipre; de la Zara Larsson de Bielorrusia; del DJ finlandés, sin canción ninguna; o del joven belga, flojísimo de voz. Estos dos últimos han resultado eliminados.

Una de las canciones más apañadas era el medio tiempo entre Sade y The xx de Eslovenia, pero como nos temíamos, la sobriedad escénica ha sido excesiva: parecían tener más ganas de ser fichados por Elefant que de explotar su fichaje por Universal. Por suerte, han logrado pasar, ¿quizá por el voto del jurado? Hasta después del festival no se revelará el dato.

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Quien parece haberse llevado el gato al agua han sido las imponentes presentaciones de Australia e Islandia, seguidas. La primera con una efectista escenografía voladora muy bien montada e ideada para televisión, entre la fantasía Disney y la ópera; y en el polo opuesto el cerdeo bondage de Islandia, con guiños a la ambigüedad sexual de Marilyn Manson y The Knife. ¿Desde cuándo se puede hablar de «bondage» y «anticapitalismo» en Eurovisión? Por su semblante serio y desprovisto de ilusión cuando hemos conocido su clasificación, está claro que buscan ser los nuevos Lordi.

También han llamado la atención el desconcierto total de la casi siempre valiente Portugal, con una performance expresiva entre la tradición y la modernidad; y el grupo coral de Polonia. Si cerrabas los ojos te parecía estar escuchando a Cocteau Twins versionados por Pussy Riot o al revés; si los abrías, veías a una congregación religiosa de tu pueblo en fiestas. Por desgracia ambos han quedado fuera: desde luego habrían aportado más dinamismo que la balada huracanada de Serbia y el estándar EDM con guitarrita de Estonia en la final del sábado.

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Entre el resto de participantes, la griega Florence + the Machine rodeada de ánimas (clasificada); el récord de humo y fuego de Georgia, que ha logrado eclipsar el mensaje anti-fronteras de su canción (eliminado y con razón); la mojigatería anacrónica de Montenegro (eliminado gracias al cielo al que cantan); o el cierre con San Marino y su mala remezcla disco de Leonard Cohen que nadie jamás pidió. Por alguna razón San Marino llega a la final y Julia Varela lo ha resumido muy bien: «a Valentina Monetta le ha salido competencia»…


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