Música

The National / I Am Easy to Find

No debe ser nada fácil ser The National… aunque seguro que más difícil será simplemente subsistir para, qué sé yo, FIDLAR o Amen Dunes, por citar dos nombres al azar. Lo que quiero decir es que el grupo de Matt Berninger y las dos parejas de hermanos Dessner (Aaron y Bryce) y Devendorf (Bryan y Scott) ha alcanzado un estatus de banda de (pequeño) estadio que, sinceramente, pocos podían haber adivinado en sus inicios, exactamente 20 años atrás. Y que no parece sencillo mantenerse ahí, seguir atrayendo al público, satisfaciéndoles disco a disco, y mantener también satisfecha a la crítica que les encumbró a mediados de los 00. Tras ‘Trouble Will Find Me’ y ‘Sleep Well Beast’, dos discos en los que la fórmula consagrada en álbumes como ‘Boxer’ y ‘High Violet’ comenzaba a dar alguna muestra de agotamiento y que pugnaban por encontrar nuevas vías de crecimiento, ‘I Am Easy to Find’ parece el paso decisivo en esa línea. Es su proyecto más valiente, con más sustancia y más displicente en mucho tiempo. Y hablo de proyecto porque, como sabíamos, ‘I Am Easy to Find’ no sólo es el disco más extenso de su carrera (casi 70 minutos suman sus 16 cortes), sino que va de la mano de un cortometraje firmado por el cineasta Mike Mills (‘Mujeres del siglo XX’) que, en realidad, es el germen de toda la obra: el descanso que el quinteto esperaba tras una larga gira de presentación de ‘Sleep Well Beast’ se truncó cuando, creando música para la película a propuesta de Mills, dieron con una veta de inspiración que les ha llevado a componer todo un álbum.

Esta no es, en realidad, la BSO del corto, aunque varias de sus canciones vertebran la filmación (que apenas contiene diálogos, conduciendo la trama con la música y algunos rótulos), pero sí están íntimamente ligados al retroalimentar el sentido del film: en él Alicia Vikander (‘La chica danesa’) representa la vida de una mujer a lo largo de toda su vida, desde su infancia hasta su muerte. Un primer plano vital y emocional en el que prima la honestidad para analizar la naturaleza humana. Una naturaleza en la que se alumbran los claroscuros del amor paternofilial, la delgada línea que lo separa del odio, cómo el apego llega a convertirse en desapego de manera irracional, casi por instinto, repitiendo de manera inexplicable, casi mágica, patrones de comportamiento rechazados pese a ser nuestra herencia. Con la actriz sueca resultando igualmente creíble (aunque algo tendente al mohín) en la infancia, la adolescencia y la juventud como en la madurez y la vejez (uno llega a olvidar que ella es siempre la misma, en tanto que en el resto del casting la edad sí se adapta al papel que corresponda), ‘I Am Easy to Find’, la película, es un poético documento audiovisual que funciona (o no) de manera instantánea y puede disfrutarse de manera independiente (en el disco, apenas ‘Dust Swirls in Strange Light’ contiene citas explícitas de la filmación).

De hecho, es bastante más sencillo hacerlo con ella que con ‘I Am Easy to Find’, el álbum, que requiere, más que nunca, un esmero en su escucha y, como es habitual, lectura. Y la visión de la película, de hecho, facilita muchas claves que encontramos entreveradas en los textos de Berninger y su esposa, la escritora Carin Besser, cuya participación se acrecenta en las letras de este disco. Así, comprendemos que ‘I Am Easy to Find’ es, como venían apuntando en sus últimos trabajos, un encomiable esfuerzo por dibujar la adultez de la clase media más o menos acomodada, sus aflicciones por el presente y el futuro, que en muchas ocasiones encuentran respuestas en el pasado. Las crisis de pareja (‘Oblivions’, ‘I Am Easy to Find’, ‘Hairpin Turns’), la infidelidad (‘Hey Rosey’), el terror a la soledad (‘You Had Your Soul With You’), la depresión (‘Quiet Light’), la observación no condescendiente de la infancia y la adolescencia (‘Where Is Her Head’, ‘Rylan’) o el luto por los sueños que dejamos atrás (en una ‘So Far, So Fast’ que parece conectar con novelas como ‘Libertad’ de Jonathan Frazen) se agolpan en un alud que arrastra todas esas emociones y muestran la vida como un ciclo de incesante bienvenida y pérdida de seres queridos hasta que desaparecemos nosotros mismos.

La cúspide de todo esto es ‘Not In Kansas’, auténtico cénit lírico de este trabajo que, como ya se dice por ahí, es digno de suceder a Kendrick Lamar en la historia musical de los premios Pulitzer. Referenciando ‘El Mago de Oz’, Berninger se convierte en una Dorothy en su viaje hacia la pérdida de la inocencia, y transmite de forma sobrecogedora el choque emocional que supone para un adulto el regreso al primer hogar familiar. Con sutil sentido del humor, entre puyas medioambientales o políticas (“Ohio’s in a downward spiral / Can’t go back there anymore / Since alt-right opium went viral”) y variopintas referencias culturales (R.E.M., The Strokes, Testament, Anette Benning como icono sexual adolescente o ‘El padrino’), traza el desconsuelo del ser humano ante una realidad cuya crueldad con nuestros ideales no conoce freno y se dispone a asumir la muerte propia como parte de ese ciclo insaciable: “Time has come now to stop being human / Time to find a new creature to be / Be a fish or a weed or a sparrow / For the Earth has grown tired and all of your time has expired”.

Ese verso en particular es entonado, como si fueran querubines que asisten a un alma en migración de un cuerpo, por un coro femenino compuesto por Gail Ann Dorsey (histórica colaboradora de David Bowie), la cantautora irlandesa Lisa Hannigan y Kate Stables (líder del grupo This Is the Kit). Como ha declarado Matt, su aportación no es una cuestión estética, sino que pretende apuntar a la universalidad de su discurso creando “un tejido de identidades” ajenas a la(s) suya(s). “Hubiera sido lo suyo tener más voces femeninas, pero mi ego no lo habría permitido”, apostillaba cómicamente. Esas artistas femeninas, junto a otras tan reconocidas como Sharon Van Etten, Mina Tindle, además de Eve Owen (hija del actor Clive Owen, al parecer) y el Brooklyn Youth Chorus, se transforman en unas herramientas fundamentales para renovar y apuntalar el camino musical emprendido por The National en este disco. El contrapunto de sus voces ante el áspero y reconocible tono barítono de Berninger se erige en refrescante protagonista de la paleta de colores (la metáfora es precisa, si observamos las portadas del disco y sus singles) empleada en su autoproducción: la electrónica (Jan St Werner de Mouse On Mars, Alexander Ridha de Boyz Noise y Justin Vernon –Bon Iver– colaboran conformando ambientes y bases rítmicas artificiosas que evocan proyectos paralelos de los Dessner –‘Planetarium’, Big Machine–) se mezcla naturalmente con percusiones y cuerdas que enfatizan lo orgánico (la escucha con auriculares revela un cuidado tratamiento de los fondos sonoros) y la habitual imaginación mostrada con guitarras y preciosos pianos.

En esa tesitura, y volviendo al primer párrafo, The National apuntan a la renovación de su discurso musical… pero no olvidan satisfacer las expectativas del grueso de seguidores que prefieren seguir reconociendo al grupo de siempre. En esa línea, canciones como ‘Rylan’ o ‘The Pull of You’ son apuestas seguras, tan conservadoras como excitantes, mientras que ‘Oblivions’, ‘Where Is Her Head’ o el propio single ‘You Had You Soul With You’ (quizá fallido como primer single, pero que sin duda establece el tono y la dirección del álbum) ofrecen un buen equilibrio entre aquellas y las más arriesgadas pero muy inspiradas ‘I Am Easy to Find’ o ‘Not In Kansas’. En ese camino, hay varios cortes –’So Far So Fast’, ‘Roman Holidays’, ‘Hey Rosey’, ‘Quiet Light’– que, sin llegar a decepcionar, se sostienen con cierta tibieza. E incluso hay números prescindibles en lo musical –que no en lo textual– como ‘Hairpin Turns’, ‘Dust Swirls in Strange Light’ o los interludios de poco más de un minuto. Pero también verdaderas joyas tan conmovedoras como ‘Light Years‘ –acertadísimo broche final–. Del mismo modo que decíamos que la película se hacía recomendable para encontrar segundas lecturas a ‘I Am Easy to Find’, su generoso minutaje funciona como una especie de fresco, un cuadro impresionista que cobra todo el sentido observado desde la minuciosidad que requieren sus letras hacia la globalidad del conjunto. En cuanto al disco en particular, parece seguro que algo de mesura y unos cuantos recortes nos hubieran dejado el mejor trabajo de The National desde ‘High Violet’. Pero lo cierto es que, 20 años después, seguir sorprendiendo y emocionando como lo hacen en buena parte de este disco no está al alcance de casi nadie. The National presentarán ‘I Am Easy to Find’ en Mad Cool 2019, del 11 al 13 de julio en Madrid, como única fecha este año en España.

Calificación: 7,9/10
Lo mejor: ‘Light Years’, ‘Oblivions’, ‘You Had Your Soul With You’, ‘Rylan’, ‘I Am Easy to Find’, ‘Not In Kansas’
Te gustará si te gusta: Broken Social Scene, The Walkmen, Arcade Fire
Escúchalo: Spotify

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Publicado por
Raúl Guillén
Tags: the national