Tras un año de espera y meses de preparación y expectación por parte sobre todo de los eurofans, ha dado comienzo la final del certamen internacional de la canción Eurovisión 2019 en Tel Aviv, Israel. Una final de Eurovisión que parte con ‘Arcade’ de Duncan Laurence, representante holandesa, como favorita destacada. Aunque, obviamente, los españoles confiamos en que Miki y el número ska-pop ‘La venda’, que se presenta en última posición, haga un buen papel, en contra de la tendencia reciente.
La ceremonia televisiva se ha abierto con las actuaciones de algunas de las representantes israelíes, en tanto se daba la bienvenida a los países finalistas. Entre ellos la ganadora del año pasado, Netta, que llegaba comandando un avión del que descendió cantando ‘Toy’; y Dana International, que interpretó un fragmento de ‘Diva’. Tras las presentaciones y vídeos iniciales, arrancaba una ceremonia que, como vimos en las semis de esta semana, se caracterizaba sobre todo por la espectacularidad de las puestas en escena. El colorido número pop de Malta y Michela, clasificada in extremis en la 2ª semifinal, daba inicio a la gala con cierta timidez, seguida del algo previsible etno-pop con toques electrónicos de Albania y su anillo de fuego para hablar del drama migratorio. Un clásico balcánico eurovisivo.
El mono pop funk con toques 80s de Lake Malawi (los de la República Checa toman su nombre de una canción de Bon Iver, recordemos) ha puesto una agradecida nota de color, con una puesta en escena sencillota que lo apostaba todo al carisma de su cantante y a un truco de cámara. Poca cosa, a priori. Tan poca como la balada feminista alemana, que han interpretado bajo una lluvia de fuego por S!sters, el dúo formado por Carlotta Truman y Laurita Spinelli (qué nombres tan Chico y Chica, la verdad). Uno de los platos fuertes del primer tramo de la final era la presentación de la balada rusa por parte de Sergey Lazarev, que con la efectista puesta en escena de la urna bajo la lluvia y su imagen multiplicada ha sido uno de los momentos más espectaculares de la primera mitad.
Con la monez 50s un tanto sosa de Dinamarca, la sorpresilla de San Marino (es la segunda vez que el país se clasificaba para una final) con un Serhat que no lo ha hecho mal como una suerte de Etienne Daho o Christopher, y el baladón lacrimógeno de Macedonia (del Norte, no confundamos) se anticipaban a una de las favoritas, Suecia, con el número pop soul de John Lundvik. En este caso, la gran apuesta es la propia canción, previsible pero pegadiza y elegante, con el físico de Lundvik rodeado por cuatro cantantes gospel. A su lado, la interesante propuesta de Eslovenia, la timidez del dúo chico-chica con una propuesta de pop electrónico sutil entre Lorde y The xx, parecía totalmente fuera de lugar.
Y, para colmo, le seguía el gran meollo de la noche: primero, uno de los numerazos pop de la noche, el ‘Replay’ de Tamta. La sucesora de Eleni Foureira enfervorizó con razón a un público que coreaba el estribillo. Como ‘Fuego’, nos vemos bailando esto todo el verano. Y, encima, luego llegaba el gran favorito, Duncan Laurence y sus miraditas sentado al piano. El pop coreable pseudo-James Blake de ‘Arcade‘, con las auroras boreales de fondo, estuvo realmente bien. Le siguió otra de las canciones más llamativas de la noche representando a Grecia: esa ‘Better Love’ de Katerine Duska que tanto nos ha recordado a la primera Florence + The Machine. La puesta en escena con espadachines y balón hinchable en el público la acompañó. Sólo falló algún falsete que otro. ¿Pueden hacerse largos 3 minutos? Pueden.
Tras un merecido descanso para hacer un pis con la soporífera ‘Home’ del anfitrión Kobi Marimi (es broma, hemos visto el numerito de llorar al final), llegaban el momento dance involuntariamente retro de los vikingos de Noruega (con un clon del comentarista de fútbol de Antena 3 Marcos López como barítono) y Michael Rice representando a Reino Unido (como si el mundo no tuviera suficiente con un solo James Arthur). «Gracias, Europa», se despidió. Brexit ya. Ante tanta previsibilidad, son muchos agradecidas propuestas distintas y transgresoras (que no cómicas) como las de Hatari. Los islandeses llevaron su «El odio prevalecerá» con toda la parafernalia BDSM y post-industrial, pero parece que alguien les bajó el volumen y, en lo sonoro, resultaron descafeinados. Todo apunta a que no habrá nuevos Lordi.
Un contrastazo con el estonio Victor Crone y una ‘Storm’ muy Avicii, que combinaba efectos visuales chulos (la guitarra que desaparecía y aparecía con la magia de la realización) y chuscos (la tormenta giratoria era digno de un vídeo para karaoke). Le ha seguido la muy popera ‘Like It’ de Zena, por Bielorrusia, que vocalmente estuvo gritona de más. Mucho más resultona fue la interpretación de Chingiz para Azerbayán, con los dos brazos robóticos disparando láser y el falsete aplicado al electropop. Tiene pinta de ir a quedar bien. Le sucedía en el escenario otro de las que había estado entre las favoritas, la comprometida power-ballad del francés Bilal Hassani, que tuvo una interpretación muy poderosa y bien resuelta. Y le seguía uno de los favoritos para los seguidores de nuestra web, Mahmood y su ‘Soldi’, que todo el auditorio acompañó con palmas y cantando el estribillo. Ojalá Mateo Salvini se lleve un buen chasco con el papel del italiano. Le siguió la bonita (o sea, un poco moñas) balada semiacústica con final épico de la serbia Nevena, que es la típica cosa que va y da la sorpresa.
Y así ha llegado la recta final, que culminaría con la actuación de Miki, precedido por Luka Hänni de Suiza, cuyo ‘Dirty Dancing’ no ha parado de crecer en las apuestas. La pintona actuación del chulazo cantante podía dar la campanada. Tras él, la australiana Kate Miller-Heidke nos regalaba el momento tripi de la noche, que superaba su número inicial volando llamativamente sobre el planeta tierra con sus dos bailarinas. ¿O alguien nos habrá echado droja en la pesicola? Y remataba, como decíamos, Miki Núñez, su 13 Rue del Percebe y el robot Paco. Aunque la verdad es que es que a los presentes parecía darles igual todo, y coreaban y daban palmas con ‘La venda’ como locos. Como fin de fiesta –nunca mejor dicho– estuvo muy bien. Sólo quedaba votar… y ver la actuación de Madonna.
Tras el voto de los jurados profesionales de los países participantes, Suecia culminaba liderando la tabla de puntos, por delante de la gran sorpresa de la noche, Macedonia del Norte –realmente nadie vio venir que el baladón de Tamara Todevska pudiera llegar tan alto– y de Holanda, con Italia en cuarto lugar. En ese momento, España estaba en último puesto con tan solo 6 puntos obtenidos. Pero faltaba el televoto, que otorgó 54 puntos a ‘La venda’ de Miki, salvando levemente los muebles y llevándola hasta la posición 22, quintos por la cola.
Más sorprendentes fueron los 0 puntos a Reino Unido, que se situó en la última posición de manera definitiva, aunque no tanto como los más de 200 que fueron para Noruega, que la llevó inesperadamente hasta las primeras posiciones, junto a Suiza y Rusia, que se posicionó muy bien durante algún momento. Y aún faltaba lo más gordo, los favoritos y más votados por el público: Italia dio un enorme salto hasta las primera posición; Holanda hizo luego lo propio con más de 260 puntos; Macedonia del Norte fue muy poco valorada, con 50 puntos, quedando del todo descartada para la victoria; y llegó el turno de Suecia, que logró 53 puntos y confirmó la victoria de Duncan Laurence con ‘Arcade’, por delante del italiano Mahmood. Amsterdam, previsiblemente, será pues la capital que acogerá Eurovisión 2020.
🇳🇱 The winner of the Eurovision Song Contest 2019 is Duncan Laurence, representing The Netherlands with his song, Arcade!
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— Eurovision (@Eurovision) May 18, 2019