En la última jornada de Primavera Sound, me moví prácticamente todo el rato entre los dos escenarios principales. A las 20:45, Kali Uchis comenzaba su show subida en una plataforma blanca (que en ocasiones giraba) con ‘Loner’ de su EP ‘Por vida’, del que también sonaron ‘Ridin’ Round’, una poco inspirada ‘Rush’ y la balada dreamy ‘Melting’. Las canciones que cantó de ‘Isolation’ supieron a poco… no se entiende mucho que teniendo temazos como ‘Miami’, ‘Flight 22’ o ‘Feel Like a Fool’ decidiese que era mejor idea hacer tres covers (recortadas) de ‘Pobre Diabla’, ‘Creep’ y ‘Beautiful’ de Pharrel Williams. O se entiende si lo que quería era demostrar que puede coger un hit de reggaetón o uno de rock y que suenen igualmente suyos. Pero, Kali, lo de que eres una cantante ecléctica y con un gran registro vocal ya lo sabíamos. El concierto se vio perjudicado por la elección de temas y el orden en el que se presentaron. Cuando llegó ‘Tyrant’, ya para cerrar, a nadie parecía importarle mucho. Ni siquiera a ella. No hubo conexión con el público, y pese a que tanto su preciosa voz como los instrumentales sonaron de maravilla, la fuerza y ritmo de sus canciones se perdieron en el directo. No nos dio lo que esperábamos de ella: un concierto divertido y enérgico. En cambio, tuvimos uno descafeinado que no mostró la mejor versión del indudable talento de la cantante colombiana. Una pena. foto: Eric Pamies
Quien sí ofreció lo mejor de sí misma fue una excelente Solange, presentando su último trabajo ‘When I Get Home’, protagonista absoluto de su set, ya que hubo una clara mayoría de canciones de este. Si bien es un álbum que a una primera escucha puede dejar frío por su autoconsciente falta de singles instantáneos, va ganando con escuchas, y ya en directo confirmamos que estamos ante uno de los mejores discos del año. El show se abrió con el “Taking on the light” que se encuentra al final de su canción ‘Things I Imagined’ y que sirvió como leitmotiv durante todo lo que duró, sonando al principio, a la mitad y al final. En el escenario había una gran escalera por la que subían los bailarines e incluso a veces la propia Solange, que para sorpresa de todos, nos demostró que con su música también se puede hacer twerking. El set que presentó fue perfecto, yendo desde la reivindicación racial encadenando ‘F.U.B.U.’ y ‘Almeda’ a la coreada ‘Cranes in the Sky’, que precedió a un discurso de Solange (de lo más bonito que hemos visto en esta edición) en el que explicaba lo importante que era para ella el festival –ya es la tercera vez que ha sido invitada-, y también cómo fue el proceso de su último álbum. Empezó a contar la historia de que cuando tenía unos diez u once años su madre la llevó a un campamento religioso. Allí, una mujer se iba acercando a las niñas para hablarles sobre el alma, el espíritu, etc. O algo parecido. Ella estaba aterrada, y desde entonces siempre ha tenido miedo a enfrentarse a su parte más espiritual. ‘When I Get Home’ nace en un periodo de tiempo en el que Solange pasó por problemas graves de salud. Cuenta que escribir esas canciones (a veces en el hospital cuando no se podía ni tener en pie) le salvó la vida. El disco entero trata sobre hacerle frente al espíritu. Y usa la repetición para convencerse a sí misma de las cosas que piensa, que hace o que se imagina. Fue muy emotivo ver a una artista abriéndose al público de esa manera, hablando durante unos cinco minutos, mostrándose fuerte y vulnerable al mismo tiempo. Diosa terrenal. Y después de esto, llegó el momento de bailar con la genial ‘Losing You’. Ya en el bis, como no podría ser de otra forma, cantó por fin la famosa repetición de ‘Things I Imagined’ completando así la canción, y, finalmente, cerró con ‘Don’t Touch My Hair’.
Muy diferente fue el show de J Balvin, reivindicando el reggaetón como un género musical tan válido como cualquier otro. Toda una declaración de intenciones que lo primero que sonase fuese, precisamente, ‘Reggaetón’. ‘Con altura’ también sonó, al igual que en el concierto de Rosalía, pero esta no salió a cantar con él. El show fue, en definitiva, una fiesta en la que el colombiano sacó al escenario diversos muñecos, incluidos unos cabezones Cardi B y Bad Bunny para ‘I Like It’ en el que probablemente fuese el punto más álgido. Es cierto que podría haber cantado muchas más canciones de ‘Vibras’, que tienen el mismo potencial bailable que cualquier otra de las que sonaron (‘No es justo’, que fue de las pocas que incluyó, fue de las mejores), pero otras como ‘Si tu novio te deja sola’ o ‘Downtown’ (su colaboración con Anitta) estuvieron igualmente divertidas. J Balvin–pasándoselo bien con el público- llevó a Primavera Sound un espectáculo desenfadado con el que por muy indie que fueses, el culo se te movía solo.
Y justo después de perrear a ritmo de reggaetón, vino James Blake. Sí, una combinación muy extraña. Solo de pensarlo era un poco bajona, pero ya durante la primera canción, el británico rompió el ambiente festivo del colombiano e instaló un clima mucho más íntimo. Sentado con su teclado durante casi la mitad del tiempo, Blake entonaba las canciones de ‘Assume Form’, donde destacaron ‘Mile High’ el single principal del álbum y la bonita balada ‘Are You In Love?’ en la que su voz sonó más angelical que nunca. Otra vez escuchamos una canción que ya sonó en el set de Rosalía: su colaboración ‘Barefoot in the Park’, en la que la cantante de ‘Malamente’ no volvió a salir, pues ya la interpretaron juntos en su concierto un par de horas antes. James Blake dio prioridad a los temas más nuevos, haciendo hueco únicamente a tres canciones de ‘Overground’ -destacando ‘Retrograde’, uno de sus mayores éxitos- y solo ‘Timeless’ de ‘The Colour in Anything’. También la cover de ‘The Limit of Your Love’ de Feist que rara vez falta en sus giras. Fue un concierto bonito, atmosférico y técnicamente irreprochable.
Terminaba así otra edición más de un festival en el que hemos visto grandes conciertos. Ha apostado principalmente por el talento femenino y ha ganado. Estaría muy bien que siguiesen por este camino.