‘Sauvage’ fue una de las revelaciones del año pasado en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes (de hecho, este año el poster de esta sección era una fotografía de su protagonista) y, quizá, uno de los debuts franceses más interesantes de los últimos años. La ópera prima de Camille Vidal-Naquet se adentra en el mundo de la prostitución masculina a través de la piel de Léo, un chico de veintidós años que se gana la vida vendiendo su cuerpo en las calles. La cámara se mueve nerviosa en las escenas en exteriores, como en un intento de arrojar al espectador a la extrema realidad de su antihéroe, del que no se despega ni un segundo. Hay una sensación de inmediatez en la manera en la que está rodada que favorece a ofrecer esa crónica descarnada de la prostitución callejera que quiere ser, y que recuerda al arrebato con el que filmaba el primer Gus Van Sant (‘Mala noche’, ‘Drugstore Cowboy’ y ‘Mi Idaho privado’).
El director no se ahorra demasiados detalles en los encuentros sexuales en los que, a menudo, se muestra sexo explícito. Ni tampoco en la violencia que continuamente rodea a su protagonista. Pero es que todo en ‘Sauvage’ es, eso: tremendamente salvaje. Aunque lo que hace que destaque por encima de otras historias similares es el componente humanista que su director y guionista otorga a Léo. Y también la magnética presencia de un excelente Félix Maritaud -convertido en todo un icono del cine queer tras este y sus pequeños papeles en ‘120 pulsaciones por minuto’ y ‘Un couteau dans le coeur’- que aborda su personaje desde una expresividad y entrega (emocional y física) al alcance de pocos. Hay momentos, que a pesar de la crudeza del material, son pura ternura, y no nacen de manera impostada, sino de una profunda implicación y cariño de su creador hacia sus personajes. Para Vidal-Naquet no es solo importante la representación visceral del día a día de un prostituto, también lo son sus sentimientos y su dimensión psicológica. Una parte fundamental en la trama reside en que Léo está profundamente enamorado de uno de sus compañeros de profesión. Un chico que se preocupa por él y que le protege, pero que no quiere una relación romántica ni sexual con él. El amor juega un papel crucial en la película y en su protagonista, hasta el punto de llevarle a tomar decisiones que si bien desconciertan, son pura lógica en la mente de alguien en su situación y con su naturaleza.
La falta de juicios con la que estos trabajadores sexuales son representados es uno de los mayores logros de un filme que siempre sacude al espectador aunque no todos los pasajes funcionen de igual manera. El pulso narrativo se mantiene firme desde su impactante y enrarecido prólogo hasta su arriesgado –y ligeramente precipitado- final. Vidal-Naquet emplea de manera potente los recursos visuales que dispone, y es capaz de describir situaciones complejas en un solo plano, gracias a un pequeño gesto de su actor principal o -por ejemplo- a un objeto que, de repente, irrumpe en el cuadro (un avión volando por encima de Léo, en un plano que apenas dura unos segundos pero de gran fuerza narrativa). Todos estos detalles hacen que ‘Sauvage’ sea una experiencia gratificante; un brutal y tierno retrato de personajes a la deriva. 7,5.