«Este tomate ve amaneceres y atardeceres, no realities. No escucha reggaetón, sino el canto de los pajarillos. Este tomate tiene buen gusto». Este es todo el texto que escuchamos en el último anuncio de tomate frito Orlando, bastante arriesgado en un momento en el que el reggaetón ha sido asumido por revistas de prestigio como Rockdelux (con su portada para J Balvin), y festivales internacionales como Coachella (con el fichaje del colombiano o de Bad Bunny), como el nuevo pop. ¿Han podido los prejuicios a sus creativos?
Dejando lo de los «realities» para otro día, gran parte de la asociación del reggaetón al «mal gusto» viene por el machismo de muchas de sus letras y por lo explícito de su discurso sexual. Quizá el anuncio habría llamado menos la atención hace tan sólo un par de años, cuando encontrábamos constantemente a Maluma en los titulares de la prensa generalista por sus letras, fotos, vídeos y postulados machistas. Cuando denunciábamos que el 30% de los hits de aquel año contenían alguna referencia abiertamente machista. Pero, aunque aún quede mucho por recorrer, muchos de los artistas apuntados con el dedo o bien se han concienciado o bien disfrazado cada vez más para ampararse en lo políticamente correcto: las cosas han cambiado bastante. Maluma escribe canciones en las que anima al empoderamiento femenino, Bad Bunny saca vídeos que reflexionan sobre la violencia de género, tanto él como J Balvin están a la cabeza de las producciones más innovadoras del pop a secas en este momento, y lo que es más importante, cada vez hay más voces femeninas en el mundo del reggaetón, que utilizan o no su sexualidad como y cuando les apetece. Las letras de Ms Nina, Karol G o Becky G también pueden ser soeces o de «mal gusto», pero como se ha apuntado en varias ocasiones, ¿acaso las canciones de pop y de rock, de Gainsbourg a Prince, y de Madonna a los Rolling Stones, no han hablado antes de sexo de manera harto evidente? ¿Dónde estaban los defensores del «buen gusto» cuando Michael Jackson arrancaba un hit número 1 en todo el mundo con la frase «Your butt is mine, gonna tell you right»?
El año pasado hablábamos con Karol G y le preguntábamos abiertamente por qué el reggaetón estaba tan denostado, si pensaba que era por su «machismo» o era una cuestión incluso racista. Su respuesta era la siguiente: «siento que la gente se quedó en otra época. Puedo entenderlo cuando el reggaeton empezó, con esas letras tan fuertes, pero eso ha cambiado. Pasa un poco eso también con el trap. No estoy de acuerdo con que la gente generalice, no se puede hablar de todo ello como algo machista, hay música urbana con muy buen contenido».
Cuando entrevistábamos a Ms Nina en 2017 se manifestaba en la misma línea: «El rock tiene música machista y muchos géneros tienen letras machistas. (…) El reggaetón en España está muy discriminado, pero si te vas por ejemplo a México, el reggaetón tiene más cultura, en Latinoamérica en general. Yo estoy muy contenta de ser una de las primeras chicas que hace reggaetón en España». Al igual que hacía Karol G, que manifestaba su deseo de que surgiera un cantante de reggaetón gay, Ms Nina asociaba el progreso y la evolución del reggaetón a la inclusión de la comunidad gay: «Creo que por ejemplo (King) Jedet, mi amigo, está en videoclips conmigo bailando reggaetón, y eso demostró mucho también. Para mucha gente fue un choque: un chico vestido de chica, que cante, haga reggaetón… es un paso adelante para que se normalice un poco eso y la gente abra más la cabeza».
Aitana, una de las cantantes más exitosas del momento en nuestro país, nos dejaba recientemente un titular sobre los prejuicios hacia el género, hablando de su evolución: «No podemos menospreciar el reggaetón porque sea reggaetón. Obviamente no me gustan algunas cosas del reggaetón, con algunas letras no estoy de acuerdo y son machistas. Poco a poco se va evolucionando en eso y hay cosas que trabajar obviamente, pero en sí el estilo me parece superlícito. Es lo que se escucha y tiene ese éxito mundial. No todo el mundo tiene el poder de hacer un éxito mundial». Bebe, que coqueteaba con el género en ‘Corazón’, negaba incluso que el reggaetón fuera especialmente machista: «Yo todavía estoy esperando que me enseñen cuánto reggaetón machista hay, porque escucho mucho reggaetón, y antiguo también. Y depende de la lectura que le quieras dar a las cosas. La música es poesía, es sentido del humor, hazla tuya, pero no siempre refleja una realidad. Y somos un poco cínicos o hipócritas, porque yo también hablo de sexo, y al final el sexo son los códigos que tú tengas con tu pareja o la persona que lo quieras hacer. Ellos lo hablan más abiertamente, pero lo habla más el trap. El reggaetón ahora mismo no es tan explícito para nada. Hay canciones de reggaetón que lloras, que son bonitas».
Podemos debatir horas sobre si estos artistas están en lo cierto o no, pero lo curioso es que Orlando es una marca inocua y blanca, dirigida a toda la familia, no una marca atrevida por sus postulados arriesgados o punkis. No en vano el actor que lee el texto en el spot publicitario es Jesús Vidal, conocido por su papel en la comedia blanca y políticamente correcta ‘Campeones‘. El mensaje del anuncio, en cambio, sí es arriesgado. Toma partido hacia esa mitad de la sociedad que equipara «reggaetón» con «mal gusto» sin haberse leído precisamente ‘Música de mierda‘ para averiguar que todo es relativo o consecuencia de unos parámetros estéticos prestablecidos en un momento concreto de la historia y de la sociedad; e ignora, e incluso puede ofender, a una mitad de la sociedad que consume reggaetón de manera masiva, aupándolo reiteradamente a las listas de éxito en España. ¿Las personas que producen esos millones y millones de reproducciones masivas de reggaetón, acaso no consumirán tomate frito marca Orlando, que no es precisamente la más prohibitiva del mercado?
En JENESAISPOP hemos preguntado a la agencia del anuncio, Lola MullenLowe, desde la que enseguida nos han asegurado que no querían «ofender a nadie». Un representante de Orlando responde: «La última intención de esta campaña es ofender a alguien. De hecho, se emplea el humor como forma de expresión para que la audiencia entienda el tono y el contexto en el que se produce, así como los códigos implícitos de este género». De hecho, niegan asociar «reggaetón» y «mal gusto», aunque parezca bastante evidente por las frases yuxtapuestas: «Más que asociar el reggaetón con el mal gusto, queríamos buscar un estilo antagónico con los sonidos bucólicos del campo (ya que se promueve lo natural en la campaña) y dramatizar más el contraste».
Continúan: «Reflexionamos a través de la ficción sobre distintas situaciones de la vida cotidiana porque queremos posicionar la marca como una respuesta a un mundo aparentemente complicado y lleno de preocupaciones innecesarias. Los tomates son el elemento más importante de nuestro producto y si lo piensas, un tomate tiene una vida tranquila y sencilla. Así, nuestro target se amplía, ya que promovemos que cualquier persona pare y reflexione sobre su ritmo de vida, para entender lo que de verdad es importante, la esencia de las cosas». Se asocia así «tomate» a «campo» en contraste con el «urban» del «reggaetón».
El reggaetón ha sido deconstruido por artistas del nivel de Panda Bear, y Rosalía y C. Tangana han triunfado con adaptaciones más o menos personales del mismo. Pero es curioso cómo incluso después del éxito de ‘Mala mujer’ y ‘Con altura’, ciertas ideas persisten. ‘Con altura’ ha arrasado y ya es la canción más popular de Rosalía por mucho, sí, pero no sin recibir ciertas críticas: Vega calificó la canción de «infumable», El Español entendió la canción como «un fracaso» pese a que iba a ser durante semanas número 1 oficial en España, y muchos dudan que realmente sea la mejor Rosalía… ¿Quizá porque seguimos subestimando el género?