Hace dos semanas Beyoncé publicaba ‘The Lion King: The Gift‘, un álbum de afro-pop –con el remake de la película Disney como coartada– que Beyoncé dirige y protagoniza al frente de numerosos artistas invitados, que incluyen tanto estrellas como su marido Jay Z, Childish Gambino, Kendrick Lamar o Pharrell como a una nutrida selección de jóvenes artistas africanos, primordialmente nigerianos y ghaneses. Para nosotros su canción más imponente no era ‘Spirit‘, la balada que cierra el trabajo y se presentó como anticipó, sino ‘Bigger’, la primera canción del disco tras una intro con la voz de James Earl Jones, que interpreta a Mufasa en esta nueva versión del popular film de animación.
Como explicábamos en la crítica, uno de los grandes aciertos de esta pseudo-banda sonora que no es tal era cómo Beyoncé entrelazaba su situación personal con el contexto del argumento de la película que, además de una oda a la riqueza natural del continente africano, habla sobre aceptar lo inexorable de la vida y la muerte, y de saberse parte de ambas. En ese sentido, el medio tiempo ‘Bigger’ es un poderoso ejercicio lírico en el que Mrs. Carter se dirige sin tapujos a sus propios hijos, una Blue Ivy que aparece como estrella invitada en el disco y los gemelos Rumi y Sir, para ofrecerles una lección vital similar a la que el Rey León daba a su hijo Simba, resumida en sus primeros versos: «Si te sientes insignificante, piénsatelo otra vez / Mejor despierta, porque eres parte de algo más grande / No una mota en el Universo / No unas palabras en un verso de la Biblia / Eres la palabra viva / Eres parte de algo más grande / Más grande que tú, más grande que nosotros / Más grande que la foto que nos han enmarcado / Pero ahora lo vemos, no es un secreto».
Con esa premisa Bey intenta hacer ver a su prole (y de paso a todos los demás) el poder del colectivo, de saberse parte de los que sienten y padecen como nosotros. Más enternecedor aún es cuando traslada el foco a lo personal y, más frágil y honesta que nunca, confiesa a sus hijos lo duro que es ser madre («no puedo tomar días libres», repite dos veces de forma intencionada; «de verdad, así lo siento, tenía que decirlo dos veces») y esposa («sigue siendo muy duro, lo intento / pero te prometí que lucharía, así que lucho», le dice a Blue Ivy, revelando que el viejo resquemor que la llevó a escribir y publicar ‘Lemonade‘ no se ha apagado del todo). Más confiada suena cuando habla del amor como «un agua» que vierte sobre sus hijos para que ellos la viertan de vuelta sobre ella, y se define como las raíces del árbol que ellos son ya. «Lleváis mi sangre», dice en un momento, «y os vais a levantar».
Este mensaje tan emocional está envuelto en una canción que puede presumir de una enorme sutileza en su desarrollo, perpetrado por la propia Beyoncé (que ejerce de co-productora en cada canción del disco) y su fiel músico Derek Dixie, con el que lleva trabajando desde ‘Beyoncé‘: apenas unos teclados conducen la canción, a la que se van incorporando tenues arreglos de guitarras y coros femeninos mientras Bey percute sus versos con gran agilidad. Así prosigue gran parte de la canción, que solo eleva ese tono cuando alcanza el puente e irrumpen unas cuerdas y unas percusiones contenidas, junto con la voz de la británica Rachel Keen, RAYE, que está entre las co-autoras de la canción. Su outro, con un órgano hammond y ecos acompañando de nuevo a Queen B mientras vuelva a incidir en ese «we’re part of something way bigger», cierra el círculo de manera intachable.
La importancia de ‘Bigger’ a todos los niveles la demuestra también el hecho de que el vídeo oficial de ‘Spirit’ se vio ampliado con una versión extendida posterior. En él, con una estética similar, vemos a Beyoncé de nuevo imponentes en aún más imponentes escenarios naturales, esta vez acompañada en algunos planos por su propia hija Blue Ivy, enfatizando el simbolismo de la canción y el paralelismo con la película. Solo que en este caso las que reinan son las «leonas».