Un día estás en Telecinco hablando sobre tu transición y el otro eres una estrella del pop. La alemana Kim Petras lo ha conseguido ocupando un nicho de mercado actualmente no tan concurrido como el del bubblegum pop de la era MTV, plasmando en sus canciones, con personalidad y descaro, su pasión por los 80 de Madonna y Cyndi Lauper así como por el pop dosmilero de Britney Spears, Paris Hilton (que sale en uno de sus vídeos) y el ‘Love.Angel.Music.Baby’ de Gwen Stefani, que Petras solía escuchar de adolescente “para olvidar mi mierda de vida”. Todo gracias a la incómoda asociación de Petras con Lukasz Gottwald (antes Dr. Luke, ahora MADE IN CHINA), productor principal de casi todas sus canciones, incluido su excelente single de debut de 2017, ‘I Don’t Want it At All’, y ‘Heart to Break’, una de las mejores canciones de 2018.
‘Clarity’, el álbum debut oficial de Petras, también es un trabajo producido mayormente por Gottwald, lo que nos lleva necesariamente a los tiempos en que el nombre del músico plagaba los créditos de producción de los discos de Katy Perry, Kesha o Kelly Clarkson, con producciones en los tres casos bastante más blandas que lo que está haciendo con Petras. Aunque Petras es compositora de todas sus canciones (al menos de letras y melodías), es innegable que la marca de Gottwald está presente en todas ellas. Su visión del pop es inconfundible y parecida a la de Max Martin: afilados, precisos, ultra dinámicos y matemáticamente perfectos, los temas de Gottwald te hacen saltar el cerebro de un lado a otro y están hechos para recordarse desde el segundo 1. A nadie se le escapa que la editora de Gottwald se llama “canciones en prescripción”: sus canciones literalmente son droga sónica, escucharlas producen un subidón y una satisfacción totales, de manera que no puedes sino escucharlas incansablemente… hasta que un día te aburres de ellas porque ya no te dan la emoción de antes.
Todo eso es ‘Clarity’. La diferencia ahora es que Kim Petras ha abandonado en parte su fascinación por los ritmos más poperos y contundentes de los 80 y ha optado por un sonido más misterioso y contemporáneo, centrado en los ritmos de trap y hip hop de sus admirados Post Malone y Ariana Grande, aunque no exclusivamente. El despechado single ‘Broken’ es emblemático de esta reinvención sonora perpetrada por la cantante y su equipo de compositores y productores (en el que encontramos a R City, que han trabajado con Rihanna), o una breve ‘Clarity’, de sonido entre urban y vaporwave, en la que Petras no hace sino rapear los versos; pero la alemana explora en el disco otros sonidos de manera triunfal. Cuando digo que las canciones de Gottwald son ultra dinámicas me refiero por ejemplo a ‘Sweet Spot‘, un homenaje al sonido Daft Punk y al sonido ‘Fever’ que termina cuando antes te lo esperas: el modo en que ese «I know you» final surge de la nada, impulsando el tema a su fin y dejándolo levitar en el aire, es magistral. En ‘Personal Hell’, con su frase «estoy triste, pero tengo ganas de follar, cuando me besas no necesito pastillas», conviven ecos de ‘Tainted Love’ con la decadencia de la primera Lady Gaga. Es un chute.
Petras tampoco es demasiado esclava de sus influencias y aunque algunas de ellas son obvias en ‘Clarity’, su trabajo junto a Gottwald se sostiene por sí mismo. La razón de esto es que a pesar de que ‘Icy’ recuerde al The Weeknd de ‘Starboy‘ o la pegadiza ‘Got My Number’ a la Mariah Carey de ‘The Emancipation of Mimi’, las melodías siguen siendo puramente pop, de modo que a menudo pueden convencerte de que son Abel Tesfaye y Mimi quienes matarían por estas canciones y no al revés. ‘Do Me’, probablemente la mejor canción del disco, un bombazo, es más representativa de los primeros singles de Petras que de ‘Clarity’ por su sonido de synth-pop, pero aún así no podría pertenecer a otro largo. Estéticamente, ‘Clarity’ también es un trabajo cohesivo pese a la variedad de sonidos que contiene y lo es gracias a su enfocada producción y a una buena secuencia, gracias a la cual, hacia el final, incluso una bobada como ‘Meet the Parents’ es bienvenida. Solo si las melodías vocales fueran más variadas quizá estaríamos ante un disco mejor: por separado las canciones enganchan, pero todas seguidas pueden llegar a agotar.
Precisamente Petras también tiene su propia marca de agua, un «woo ah!» que aparece en casi todas sus canciones a modo de acento y golpe de efecto. Es una diversión total escuchar los temas de Petras por primera vez y comprobar dónde se le ha ocurrido meter el gritillo esta vez, o con qué efectos ha decidido pasarlo. Por supuesto, con las sucesivas escuchas el efecto de sorpresa se desvanece, un riesgo que corren algunas de sus canciones por su propia naturaleza. Mientras tanto, muy necio habría que ser para no reconocer que ‘Clarity’ es uno de los discos de pop más entretenidos del año. A pesar de su incómodo trasfondo, es una sucesión de temazos incontestable casi de principio a fin.
Calificación: 7,9/10
Lo mejor: ‘Broken’, ‘Do Me’, ‘Sweet Spot’, ‘Got My Number’
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