Vicente Navarro, estudiante de Arte Dramático pero antes músico de Conservatorio, lleva cuatro años planificando este álbum de debut que ha producido Eduardo Figueroa y ha mezclado Carlos Hernández (Shakira, Malú). Pero lo que encontramos en ‘Casi Tierra’ es completamente diferente: estamos ante el disco de un cantautor influido por el folclore patrio, que parece haber disfrutado tanto de Pablo Alborán y Miguel Poveda, como de cantautores alternativos como Javier Álvarez y Espaldamaceta.
La influencia del flamenco es un poso, nada más, si bien evidente en momentos puntuales del álbum, y obras como ‘Lágrimas negras’ o ‘La leyenda del tiempo’ flotan tan sólo en espíritu, más por la calidad de las melodías que por desgarro. Vicente Navarro no ha querido apuntar tan alto y en principio ‘Casi Tierra’ es un disco sutil, contenido y deliberadamente austero, en el que ha querido dejar el protagonismo a las letras, a su bonita voz en primer plano y a algún arreglo de guitarra. El inicio de álbum con ‘En el río’ nos hace pensar en un disco centrado en el mundo del amor, con letras como «Qué bonito que vinieras / qué bonito que ya estés aquí / Qué bonito que cuando hables de amor te refieras a mí» o «Cómo brillas cuando dices mi nombre»; pero después hay aparecen varios matices, ya no tan cercanos a un cantante melódico superventas de nuestro país.
Las relaciones frustradas vuelven a aparecer en ‘Un llanto’ («Si yo pudiera convertirme en quien quisiera y elevarme sobre ti y escapar de tu mirada») o en ‘El puente’ («Yo conocí a alguien, pero no funcionó»); pero lo bueno es que las cosas a veces se tornan algo más abstractas o surrealistas. «Voy a drogarme de ti y a beberme la luna» es el estribillo de ‘Toro’, mientras la final ‘Las montañas’ es una canción mucho más misteriosa, hablándonos de manera inquietante de «máquinas de luz» en medio de un entorno bucólico.
Mientras ‘Esternón’ retrata a una pareja gay, inspirada en la represión que sufre la comunidad LGTB+ chechena («cómo no va a ser hermoso lo que nos hacemos», se pregunta); mención especial merece ‘Los dientes’, una canción que primero apunta al bullying pero luego resulta hablarnos sobre un fusilamiento en el campo que bien podría ser el de Lorca o, en general, cualquiera en la Guerra Civil. Vicente Navarro es muy seguidor de Maria Arnal, que ha hecho un disco al respecto, y ahí apunta ese inicio («Me rompieron los dientes con los puños cerrados / me sacaron de mi casa, me enterraron bien lejos / Me llevaron al campo, me taparon los ojos / yo quería ir al cielo, pero estaba lleno») y ese estribillo («Y entre los árboles, los compañeros sacaron las armas y abrieron fuego»), que finalmente sentencia: «pero perdieron».
Tras esta canción tan intensa, ‘El luto’ resulta la secuela perfecta con ese título y su estribillo «no estés triste» que aporta la colaboración de Karmento, nada menos que bajo el efecto del AutoTune o similar. Y es que Vicente Navarro, fiel seguidor de la música urbana aunque no lo parezca, se declara fan de Rosalía y ha querido añadir por aquí y por allá sonidos de caballos relinchando (‘Las montañas’), unos efectos asfixiantes en ‘La orquesta’ mientras suenan palmeros y cantaoras, o beats tan oscuros que podrían haber pertenecido a Billie Eilish (‘La orquesta’). Apenas la broma de ‘El afilador’, con menos gracia desde que nos la gastaran SVPER, baja el listón: Vicente Navarro ha sabido condensar en media hora y con aparentemente muy pocos elementos todo lo bueno que ha aprendido de la tradición, valiéndose de lo moderno lo justito. En todos los casos, es la canción lo que prevalece.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Toro’, ‘En el río’, ‘Los dientes’, ‘El luto’, ‘Las montañas’
Te gustará si te gustan: Javier Álvarez, Espaldamaceta, Maria Arnal
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