Amigos desde la infancia, los integrantes de The xx -que en este momento son un cuarteto formado por Romy Madley Croft, Oliver Sim, Jamie xx y Baria Qureshi; la última abandona la formación durante su primera gira internacional por divergencias personales- tienen desde el principio muy claro cómo quieren sonar, tanto que cuando Young Turks les ficha y les invita al estudio con gente como el curtido Diplo y el productor británico Kwes para mejorar su sonido de cara a la grabación de su debut, estas sesiones les reafirman todavía más en su convicción de que su sonido no necesita ser mejorado. En una entrevista que realizamos a Romy en noviembre de 2009, la cantante asegura que The xx han encontrado su sonido en la escasez de elementos que ya caracterizaba a sus maquetas, y que por tanto la intervención de productores externos termina por corromperlo: «No creo que los necesitáramos», comenta Romy sobre Diplo y Kwes. «Nosotros pensábamos que [nuestro sonido] ya estaba bien como estaba, realmente no queríamos variar nada y que otros introdujeran cambios. No necesitábamos colaborar con ellos para saber lo que queríamos; además nuestro trabajo con Diplo y Kwes a veces sonaba más a ellos mismos que a The xx. Simplemente es que ellos no tenían la misma idea que nosotros de cómo tenía que sonar la música. Ya estábamos contentos de cómo sonaba, no hacía falta trabajar con productores para darnos cuenta. Simplemente… ellos no sonaban como nosotros».
El sonido de The xx, ya en su primer disco, es único pese a sus influencias, tanto las reconocidas por el propio grupo en las entrevistas, como Chromatics, como aquellas que nos puedan venir a la mente sin que sean realmente buscadas, como Young Marble Giants. Desde el primer momento, los británicos se declaran seguidores del R&B y de artistas como Beyoncé o Aaliyah -cuyo ‘Hot Like Fire’ versionan en esta etapa, además de ‘Teardrops’ de Womack & Womack- y la influencia de este género es obvia en las seductoras melodías de ‘xx’ y en las interpretaciones vocales de Oliver y Romy, quien también reconoce ser fan de Sade, a quien recuerdan muy abiertamente. Sin embargo, la calidez y el intimismo de sus melodías contrastan con una producción minimalista, esquelética, caracterizada por arreglos escasos y un protagonismo notable de los silencios, a través de los cuales las líneas de guitarra y bajo de Romy y Oliver y la guitarra añadida de Baria, bañadas en reverb, suenan como si procedieran de una caverna. Conjunto a los ritmos de batería acolchonados de un Jamie xx cuyo uso de la electrónica en este disco es solo un destello de lo que será después, los británicos crean un sonido absolutamente personal que suena como una fusión entre el R&B contemporáneo y el sonido C-86, pero abordada desde un poso nocturno, solitario pese al diálogo romántico -reflejado en las letras- entre sus dos intérpretes (irónicamente, Romy es lesbiana y Oliver es gay) y marcada por la timidez y complicidad compartida entre sus integrantes. El sonido de The xx resulta enormemente influyente en el pop alternativo futuro.
Es difícil imaginar, por ejemplo, que el debut de Lorde no deba algo a ‘xx’: ‘Buzzcut Season’ podría haber sido una canción de The xx, mientras la banda resulta ser una clara influencia en bandas como London Grammar, y posiblemente en artistas como Rhye, King Krule, Jessie Ware, Frank Ocean, Nilüfer Yanya o incluso Khalid y The Chainsmokers (‘Don’t Let Me Down’), o en España M A J E S T A D, Volver o Carlos Sadness. Ryan Tedder, compositor para grandes figuras del pop como Adele, Beyoncé o Ariana Grande (su single con Troye Sivan
suena influido por The xx), llega a declarar que el sonido «oscuro e inquietante» del disco es «mencionado en más de una sesión». Claro que nada prepararía al grupo para el reconocimiento que recibiría más tarde de grandes superestrellas como su fan reconocido Drake (Jamie xx termina produciendo ‘Take Care’ con Rihanna); la propia Rihanna, que los samplea en ‘Drunk on Love’, o Shakira, que versiona ‘Islands’. Incluso Kanye West les tira un piropo, contando al propio Oliver Sim que su música le recuerda a Steve Jobs, «quien cogió algo tan grande como un ordenador y lo metió en un teléfono». La influencia de The xx es tal que llega a tornárseles en contra cuando ‘Intro’ es usada en un anuncio homófobo o su sonido es copiado en la campaña de una conocida marca de lujo, en ambos casos provocando las protestas del grupo (en el último caso a través de su sello).La parte instrumental de ‘xx’ era casi tan importante como las melodías o más, de tal manera que ‘Intro’, la canción casi instrumental que abre el disco, en la que The xx simplemente tararean la melodía al unísono con las guitarras y solo en el tramo final, se ha convertido en su mayor éxito comercial con diferencia al incluso haber sido usado en programas de televisión y anuncios. Sus 308 millones de reproducciones en Spotify frente a los 132 de ‘Crystalised’ pueden parecernos completamente absurdos, pero al fin y al cabo es el sonido de guitarra de ‘Intro’ el que hemos terminado asociando al «sonido The xx» y el que de hecho sirve de plantilla para todo el álbum. Sin embargo, es imposible pasar por alto la calidad de todas las canciones incluidas en él: sus cuatro singles oficiales, ‘Crystalised’, ‘Basic Space’, ‘Islands’ y ‘VCR’, son icónicos, pero aún queda en el tracklist espacio para un tema que perfectamente podría haber sido también sencillo como ‘Fantasy’, una joya del tamaño de ‘Night Time’ o una absoluta «fan favorite» como lo fue desde el principio ‘Shelter’. En sus 40 minutos de duración, nada en ‘xx’ sobra, y merecidamente fue seleccionado en 2009 como mejor disco del año por JENESAISPOP (‘Coexist‘ fue número 2 en 2012 y ‘I See You‘ número 4 en 2017). Además fue el segundo mejor disco del año para NME, el tercero para Pitchfork y el noveno para Rolling Stone, entre otras buenas posiciones.
De alguna manera el grupo consigue con su álbum debut que su modesto sonido llegue a la gente, encandile a la crítica e influya a las grandes superestrellas del momento, y lo mejor es que nada de esto ha deteriorado al grupo en sus siguientes trabajos ni mucho menos su dinámica: en discos posteriores The xx muestra una evidente evolución surgida del interés de Jamie xx por la música electrónica, pero en ningún momento sus integrantes se traicionan a sí mismos o se venden a las modas. De hecho, podría argumentarse que ‘Sunset’, de ‘Coexist’, se adelanta por varios años a la moda del tropical house capitaneada por Kygo y demás, aunque fuera de manera inconsciente. Mientras, en 2015 Jamie xx publica un disco en solitario estelar y es capaz de producir una obra maestra del tamaño de ‘Loud Places’, que podría haber formado parte de algún disco de The xx perfectamente pues está interpretada por Romy. La canción de hecho parece un avance de lo que sería el tercer álbum de The xx, un trabajo en el que el grupo se entregaría más que nunca a la magia de los samples sin renunciar a su reconocible estilo. Pero, en mi opinión, ‘xx’ sigue siendo su mejor disco, y lo es gracias a su buscada simplicidad, que realza cada uno de sus elementos a su máxima potencia. Es la fórmula del menos es más hecha clásico pop.