Hidrogenesse: «Nos dan mucha alergia las modas»

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Hidrogenesse: «Nos dan mucha alergia las modas»

Hidrogenesse podrían empezar a cantarse a sí mismos dentro del listado de ‘Dos tontos muy tontos’ (la canción que abría ‘Roma’, su anterior trabajo), en la subcategoría “grupos
que nunca se separarán”. Por lo menos, eso es lo que deseamos muy fuerte, a modo de brujería jota. Porque Genís Segarra y Carlos Ballesteros ya hace más de veinte años que forman parte del paisaje pop de muchos de nosotros, gracias a su carácter, su excepcionalidad y… toneladas de himnos, melodías y chascarrillos que hemos hecho nuestros (claro que sí). Un poco para hablar de ‘Joterías Bobas’, su último disco, un poco para hacer un breve recorrido por su carrera quedamos con Hidrogenesse en el Hospital de Sant Pau, muy cerca del centro de operaciones de Austrohúngaro. Hidrogenesse, que acaban de estrenar vídeo para ‘La carta exagerada’, actúan este sábado 14 de septiembre en el Rayos Uva Fest de Barcelona junto a Momus, Kokoshca, Ofrenda Floral, The Irrepressibles y Patience. El 5 de octubre estarán en el OchoyMedio de Madrid, y también les aguarda próximamente Terrassa, Valencia, Lleida, Bilbao y San Sebastián. Detalles, en su web. Foto: Alicia Aguilera.

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‘Joterías Bobas’ es un disco muy influenciado por México. ¿Fue a raíz del tour que hicisteis a principio de año con Papá Topo? ¿O ya venía de antes?
Genís: Venía de antes.
Los dos a la vez: El disco ya lo habíamos grabado.
Carlos: Nos fuimos con los deberes hechos. Las cosas que hay de México son de los viajes y de la gente que conocimos hace diez años, cuando fuimos por primera vez. Luego hemos ido tres veces más, cuatro en total.
G: Es que somos muy lentos haciendo canciones. Una canción que se empezó en 2014 acaba grabada y publicada en 2019. Entre que somos lentos, que nadie nos da prisas porque no estamos en ningún sello… Pues a veces los tiempos se alargan.
C: Para que haya alguna idea de este último viaje, pues a lo mejor en los próximos cuatro o cinco años sale (risas).
G: De hecho, nos hizo ilusión la oportunidad de estar en México esos meses, porque íbamos a presentar las canciones por primera vez ahí, en esos lugares. Canciones que están dedicadas a amigos de ahí, fueron ellos los primeros en oírlas.

¿Como Jorge Pedro [el protagonista de ‘Nombre de flor’]?
G: Jorge Pedro fue el primero que escuchó su canción. De hecho, nos invitó a su programa de radio y le estrenamos la canción ahí en su cara.

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Sobre ‘Xochimilco’, cuando presentasteis el disco en Luz de Gas, hablasteis de la influencia de las películas de Emilio ‘El Indio’ Fernández en esta canción.
G: Está basada en la película [‘María Candelaria’].
C: Y en la película pasa eso. Son muy exageradas, esas películas.
G: Mucho.
C: Son muy bonitas y muy terribles.
G: Todos hemos visto melodramas americanos, exagerados y tal… Nada que ver. Las películas mexicanas son mucho más exageradas. Cuando pasa algo malo es mucho peor. Cuando pasa algo bueno es inverosímil, absurdo. La canción es así. Como la película.

«Cuando empezábamos, todos los grupos tenían un look como “casual”. Subían al escenario súper “casual”, cuando para nosotros estar en un grupo y tocar en un escenario es una fantasía, un teatro, un show…»

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Y sobre ‘Claro que sí’, imagino que os debe fastidiar mucho el concepto de “autenticidad”, ¿no?
G: Sí, es algo que siempre nos ha chirriado. La gente que se presenta como “auténtica” es un artificio… Pero no sólo por el drama. También nos chirriaba mogollón, cuando empezábamos, que todos los grupos tenían un look como “casual”. Subían al escenario súper “casual”, cuando para nosotros estar en un grupo y tocar en un escenario es una fantasía, un teatro, un show… Pues sí que nos chirriaba esa pretensión de autenticidad. No sólo por lo dramático, sino por lo casual. ¡No estás aquí “tocando”! Estás en un escenario con treinta focos iluminándote a ti y no al resto de personas. Todo lo que vas a hacer va a ser amplificado mucho, no estás aquí “casualmente” tocando.

Aparte de que es la primera vez (que yo recuerde) en que interpeláis directamente a vuestros detractores. Leí que era por un tuit en que alguien denostaba una actuación vuestra, calificándola de “joterías bobas”.
C: La verdad es que nos ayudó en el fondo, porque nos dio un título para un disco.
G: Estábamos ahí, pensando canciones de esa época, de cuando fuimos a México hace cinco años. Y dijimos que ese disco, con las canciones mexicanas, se iba a llamar ‘Joterías bobas’ e iba a empezar con una canción que se llamara ‘Claro que sí’. Es como dices, porque no somos nada de responder o atacar.
C: Ni de crearnos un papel de víctima, en plan “pues voy a explicar mi vida y todo lo que me han insultado”.
G: Nos costó mucho hacer la letra de ‘Claro que sí’. Es la que más no costó, la última que terminamos. Porque sabíamos qué tenía que decir la canción en general…
C: … Pero son respuestas a muchas cosas. También cuando dice lo de “Sí” y “No”. Todo el mundo quiere una respuesta directa. Cada vez que pasa algo, todo el mundo está esperando a que alguien se posicione y que sea tajante.
G: Que todos tengamos súper claro dónde estamos y qué opinamos. Son cosas que te agreden, no porque nadie te esté enviando un tuit: “Eh, tú. ¡Equidistante!”. No hace falta que te digan eso. ¡Te sientes agredido todo el rato por esta presión! Es para decir: “¡Claro que sí!”. Te entiendo lo que estás pidiendo, y tú entiende que yo no te lo voy a dar. Y ya está.

«Somos dos, eso nos salva» «Siempre hay uno que le da un toque al otro»

Seguimos con las canciones. ‘La carta exagerada’ es muy divertida, explicabais que era una mezcla entre un personaje de Alfredo Bryce Echenique y una carta que escribió Marc Almond en los 80 diciendo que lo dejaba.
G: Que nadie le entendía.
C: Está en sus memorias: en el 82 u 83 estaba tan mal, no entendía qué le estaba pasando, y dijo: “pues yo me retiro”. Él decidió enviar una carta a los medios.
G: Ahora mandas un tuit, pero en esa época…
C: Diciendo que la gente no le entendía, que ya no podía más, que si los que le odiaban… Qué gracia que esta persona que ha hecho millones de discos después, en el 83 escribiera esa carta… ¡Y lo único que quería era llamar la atención, en el fondo!
G: Además admite en las memorias que al abandonar la música y el grupo, lo único que pretendía era que el otro de Soft Cell [ndr: Dave Ball] le llamara por teléfono.
C: Y el otro no llamaba y Marc se rayaba, cada vez más. Y son esas cosas, que nos hacen mucha gracia. Y en el libro [‘La vida exagerada de Martín Romaña’ de Bryce Echenique] hay una persona, el enamorado, que está ahí sentado en un sillón que se llama “el sillón Voltaire”, que está esperando todo el rato que le llamen… pero para no contestar.
G: Porque Carlos estaba leyendo a la vez los dos libros un verano, y me contaba: “El Martín Romaña ahora dice tal”, y por la noche me decía: “Mira Marc Almond qué chiflado ese día, mira lo que envió a la prensa”. Como me contaba los dos, para mí sí que era una sola cosa. Parecía que hablara de la misma persona.
C: Y nos dijimos que a ver si podíamos cuadrar todo eso en una sola canción. Pero también hablamos de nosotros; de personas que estamos haciendo cosas y que queremos que nos hagan caso. Y luego te das cuenta que el mundo no gira a tu alrededor. Por suerte no somos solistas.
G: Somos dos. Eso nos salva.
C: Y siempre hay uno que le da un toque al otro.
G: Yo entiendo a Marc Almond. Uno solo, comiéndote la cabeza, sin nadie al lado que te diga: “¡Eh! ¡So!”.
C: Sobre todo la gente que tiene éxito.
G: Que todo el mundo le da la razón.
C: Que hace su primer single, y se convierte en una súper estrella así de golpe. Se te tiene que ir la cabeza.
G: Es una cosa que vemos a menudo. Cuando ya teníamos esa canción y ese título, intentando hacer una canción sobre eso, detectábamos “cartas exageradas”: cuando la gente se despide, hace esos gestos… Nicki Minaj la última: “dejo la música, quiero formar una familia…”

Pues vi que ese tuit ya no estaba disponible.
C: ¡Pues lo habrá borrado ya! ¡Ya ha cambiado de opinión! Con las cartas exageradas suele pasar eso.
G: Internet hace que las puedas borrar. Nos hace gracia ir viéndolas, las reacciones del artista. Que lo hagan, vale. Pero cuando ya te empiezan a explicar: “voy a dejar Instagram, porque es tóxico”…

‘Brujerías Jotas’ me hace mucha gracia. Oscila entre el optimismo de que todo va ir bien, pero también contiene esa idea del pensamiento mágico. ¿Lo de desear algo muy fuerte funciona?
G: Eso cuando nos pasa, nos hemos dado cuenta al revés. Cuando hemos ido a los Encantes porque quieres hacer una foto y quieres literalmente eso: un pañuelo de tal color y lo encuentras, y estás súper feliz. Y luego te das cuenta de qué absurdidad. Sólo te has encontrado un pañuelo verde turquesa. ¡Ya ves! ¡Pero es porque lo estabas deseando! Y te parece mágico haberlo encontrado. Es una sensación muy bonita. Nos dijimos que es muy fácil de repetir, esa sensación. La de desear cosas que es bastante probable que vayas a conseguir. Que ese subidón de adrenalina lo puedas tener, si no cada día, al menos una vez por semana.

«Si se pone de moda no sé qué, eso es lo que no haremos. Al menos, ese año»

Siempre sonáis anacrónicos, dicho en sentido no peyorativo, fuera de modas y épocas. Pero este álbum me parece algo más deliberadamente ochentas. Sobre todo por el uso del Emulator.
G: Sí, el Emulator es un sampler.
G: Y tiene unas librerías con los sonidos clásicos que definen el sonido 80. Desde singles famosos de Depeche Mode, New Order… Todo el mundo lo usó.
C: Y de ahí sí que hemos usado los golpes de orquesta, que es una cosa muy obvia de los 80, muy exagerada y muy cómica a la vez.
G: Para nosotros es algo humorístico, usar esos redobles. Nos da la risa.
C: Yo creo que es la única cosa claramente de los 80, que hay mil canciones que nos encantan que han usado ese sonido. Bueno, y a lo mejor usar alguna caja de ritmos…
G: No es que hayamos querido usar el sonido de ninguna época en concreto. Pero lo que dices de ser anacrónicos, eso nos sale porque nos da mucha alergia las modas. Si se pone de moda no sé qué, eso es lo que no haremos. Al menos, ese año. Quizás de aquí a cinco años haremos una canción con un redoble de esos de platillos que suenan en todas las canciones. Pero ahora yo no puedo usar eso. Es nuestra manera de ser.
C: Es algo que nos sale, de una manera natural. Como de repelús.

¿De ir un poco a la contra?
G: ¡Y aunque lo disfrutemos! Aunque sea algo que me encante. ¡Pero no soy capaz de usarlo! Hay gente que es al revés. Que es capaz de asimilar cualquier cosa que oye. Y yo puedo escucharlo y disfrutarlo. Pero reproducirlo… no.
C: Necesitamos más tiempo para procesar las cosas.
G: Hasta que nos pase ese impulso de ir a la contra.
C: Son manías.
G: Es una manera de generar algo. Hay gente que genera remando a favor. Si todos comienzan a usar flautas traveseras, pues usa flautas traveseras y eso le ayuda a hacer una nueva canción. Y a nosotros lo que nos ayuda es: “Uy, hagamos algo sin flautas traveseras, por favor”. Eso nos ayuda a trabajar de una manera. Como motor creativo sí que puede ayudar algunas veces ir a la contra.

¿Qué os diferencia, a la hora de trabajar y grabar, entre ser intérpretes y ser productores?
G: Cuando somos productores nos lo pasamos súper bien, porque lo más difícil y lo más traumático es componer. Tú estás convencido de que esas melodías y esas letras valen la pena grabarlas. Siempre tienes inseguridades, porque crees que no queda todo lo bonita que podría ser, los arreglos… Eso te da mil problemas. Pero cuando la canción es de otro, que tú no la has tenido que componer, todo es creatividad…
C: Como de sacar el máximo partido.
G: Es como ponerte a los pies de la canción que te dan y hacer que sea lo más bonita posible. Como no es tuya, no tienes inseguridades. Directamente aceptas que esa canción es súper chula y que vas a usar lo más bonito que tengas. Va todo… no más rápido, pero sí más fácil. Es mucho más fácil producir a otra persona que producirte a ti mismo.

Sònia (Montoya) tiene canciones muy bonitas. Pero bonitas nivel Nacho Cano.

¿Y ahora estáis produciendo a alguien?
G: Ahora estamos con Sònia [Montoya], la bajista de Papa Topo [ndr: tiene un proyecto llamado Masonieria].
C: Siempre nos pasa que vemos las cosas en directo y detectas: “ostras, qué canciones más chulas”. Nos enamoramos de Espanto una vez que los vimos en directo. Porque teníamos las maquetas, pero…
G: Lo que hace que entiendas el grupo, qué hace y qué podría llegar a hacer es cuando ves a las personas delante de ti haciéndolo.
C: Y descubrimos. Y ves las debilidades de cada uno, y piensas “podemos ayudar a que esto suene mejor”. Y le preguntamos: “¿te apetecería hacer algo…”?
G: [Sònia] tiene canciones muy bonitas. Pero bonitas nivel Nacho Cano. Y dices: “Sònia, estas canciones son muy bonitas. ¿Por qué no las grabamos bien y que suenen como merecen?”. Nos lo estamos tomando con calma. De una en una. No se trata de hacer un disco, sino de hacer con ella… pues eso, darle brillo a sus canciones que más nos gustan, porque tiene varias. Nuestras favoritas. Por nuestra parte es muy egoísta porque somos muy caprichosos. No es que ella nos haya venido a decir “quiero que me produzcáis esta canción”. No. Hemos dicho: “esta que nos gusta tanto a nosotros, ¿podemos meter mano?” (risas)

O sea que sois vosotros los que vais a ofreceros, no son los demás los que vienen a buscaros.
G: Sí. Como productores no somos muy profesionales.
C: Cuando trabajamos con Single….
G: … También me ofrecí.
C: Nos enseñaron algunas maquetas y fue en ese momento… [a Genís] Te pidieron un poco consejo…
G: Sí. “¿Cómo podemos grabar esto?”. Y la respuesta fue: “Pues grabándolo con nosotros”. Se lo creyeron y acabamos produciéndoles un disco.
C: Sólo hemos trabajado con gente que ya nos gusta mucho.

Artistas muy afines en carácter, artísticamente hablando.
G: Eso es importante, porque va a haber problemas. Cuando grabas un disco siempre hay muchos problemas de “No me gusta por dónde está yendo esto”, “Pues a mí me encanta”. Nadie tiene la razón, porque es muy subjetivo. Nada está bien o no está mal en algo tan abstracto como Do-Re-Mi-Fa-Sol. Que sea alguien con quien tengas esa afinidad, lo hace mucho más fácil.

Os vi en Luz de Gas cuando presentasteis el disco. Hicisteis un espectáculo con proyecciones, piano, largas introducciones explicando los temas del álbum… Pero en conciertos posteriores no habéis repetido ese formato. ¿Vais a hacer algún espectáculo más de ‘Joterías Bobas’? ¿O aquel show fue algo muy concreto?
G: Fue muy especial porque se nos dio la oportunidad. Queríamos presentar el disco de esa manera, explicando las canciones y tocándolas de una manera más sencilla.
C: Nos escribieron los del Curtcircuït [ndr: Ciclo de conciertos organizados por la Asociación de Salas de Conciertos de Catalunya] y nosotros les pedimos una especie de teatro, hacerlo en un sitio que no fuese una sala de rock. Nos dijeron de hacerlo ahí [en Luz de Gas]. Y había un piano. Luego, como tenemos que ir a salas y festivales es imposible hacer eso. Y también hay que combinar canciones de todas las épocas. Si tocas a las dos de la mañana o a la una, no puedes hacer eso.
G: Ahora en octubre en Madrid presentaremos el disco y no haremos eso. Haremos un concierto de Hidrogenesse con todas las canciones nuevas, pero con las viejas también. Porque será en el 8 y Medio. No da pie a hacer eso. Nos hacía ilusión presentar así el disco al menos una vez. Explicando las canciones. Pero no tenemos planes de seguir haciendo eso. Pero nos gusta hacerlo, porque es un reto. Tenemos que ensayar más, tocamos las canciones distintas a como las tocamos habitualmente en directo, todas eran nuevas…

Vosotros ya vivís exclusivamente de esto, ¿no?
G: Sí. Todos los ingresos que tenemos son entre el grupo y el sello [Austrohúngaro]. Sobre todo, de los conciertos.

Lleváis ya 23 años, ¿verdad?
G: El primer concierto fue en el 97.
C: Pero haciendo conciertos y viviendo del grupo…
G: Empezamos en el 2006-2007.
C: No llevamos tanto-tanto.
G: Cuando sacamos el ‘Animalitos’.

«Ahora hay tantas series, que tienen tantos minutos, y quieren poner canciones todo el rato… ¡que hasta canciones nuestras ponen!»

Hasta ese momento erais un poco más dispersos…
G: Sí, [Hidrogenesse] era nuestro capricho. Hacíamos cuatro o cinco conciertos, alguna canción… Pero estábamos más ocupados en sacar discos de Chico y Chica.
C: O en hacer fiestas en el Astin.
G: Y lo del grupo era más como un capricho. Pero a partir de ‘Animalitos’ nos dijimos: “pues queremos tocar este disco”. Y empezamos a buscar. Y veíamos que un grupo tocaba en tal sala de Zaragoza, pues llamas a esa sala y dices: “Oye, que quiero tocar”. Esas cosas de volver a empezar. Porque todo eso yo ya lo había hecho con Astrud. Pues otra vez. Y desde el 2007 estamos así.
C: “Vamos a tocar dónde nos llamen”. Aunque nos cueste ir. “Vamos a hacer todo los que nos propongan”.
G: ¡Al menos pensarlo!
C: Pues decimos que sí. Aunque al principio no sepamos si nos vamos a meter o vamos a ser capaces de hacerlo. Por ejemplo, de eso salió el disco de ‘Un dígito binario dudoso’: de aceptar una cosa que al final no pasó, un proyecto en un museo.
G: Hay discos y canciones que existen porque aceptas cosas. Tienes que borrar los prejuicios, y decir: “sí”.
C: Desde entonces hacemos más. Sobre todo conciertos, que es de lo que vivimos.
G: Nosotros no vemos ninguna serie, pero estamos encantados que haya tantas series porque de vez en cuando te ponen una canción en una. Que es algo que en el cine nunca pasaba. En las películas siempre ponen las mismas canciones. Pero ahora hay tantas series, que tienen tantos minutos, y quieren poner canciones todo el rato… ¡que hasta canciones nuestras ponen! Eso es un añadido más a los conciertos.

¿Ya os podemos meter en el listado de ‘Dos tontos muy tontos’, pues?
C: Sí. La semana pasada nos dieron un premio, el Premi Altaveu. Que me imagino que, a fuerza de persistir, de estar ahí, han dicho: “Ah, pues este grupo que lleva ya mucho tiempo, ¡vamos a darles un premio!” (risas).
G: Pero muchas cosas nos damos cuenta que son simplemente por haber aguantado. Cada uno se da cuenta de lo relevante que es. Nosotros estamos al margen de la industria; cuando de repente se pone el foco sobre ti es… “¿de repente soy relevante?”. No. Lo que nos hace relevantes es que hemos aguantado más de veinte años haciendo cosas. Y eso es a lo que la gente le da valor: a que hayamos aguantado tanto.

«Lo que nos hace relevantes es que hemos aguantado más de veinte años haciendo cosas»

¿Os consideráis de discos temáticos?
C: Eso es una cosa que gusta mucho a los críticos, pero la verdad es que nos sirve a nosotros para…
G: …acabar algo. Porque tienes ideas, títulos, medias canciones… Nosotros somos de tener el título del disco y llenarlo de cosas. Que no al revés.
C: ¡Ayuda mucho! Para acabarlo, sobre todo.
G: Y a los medios les es más fácil hablar de lo que haces. Pero, de hecho, ningún disco es conceptual. Sólo el de Alan Turing. El de ‘Roma’ no es conceptual sobre nada. Si alguien lo escucha, es imposible que llegue a atar qué hilo conductor hay. Y ‘Joterías Bobas’ es lo mismo.
C: Nos cuadran a nosotros en nuestra cabeza.
G: Somos conscientes de que ya cargamos con este sambenito, de que hacemos “discos conceptuales”. Que no me parece mal. Nos pueden llamar cosas peores.

En este puedes pensar que el leit motiv es lo mexicano y el optimismo, pero luego te encuentras con ‘Xochimilco’ o ‘La cita’, que a mí me parece una canción muy triste…
G: ¡Claro! ¡Porque es una cita frustrada! Es triste porque la persona tiene una oportunidad de darse cuenta que, aunque no haya nadie, hay miles de cosas a su alrededor con las que sentirse ligado. Y no tiene que ser otra persona, no todo tiene que ser relaciones interpersonales.
C: Es una canción romántica…
G: … a la que le quitas la pareja. Tú puedes estar enamorada sin tener que estar enamorada de alguien. Descubres que has llegado a esa cita, no hay nadie, pero puedes seguir enamorada porque… ¡mira a tu alrededor! Pero claro, es medio triste porque desaparece la persona que estaba esperándote. No nos ha quedado tan optimista como queríamos. ¡Hemos fracasado! (risas)

«Otro sambenito con el que cargamos muy alegremente es que nos llamen banales, petardos y eso. Que son palabras que, cuando empezábamos, nos daban mucha rabia»

También arrastráis cierta fama de ser superficiales, pero realmente tenéis muchos temas que, muy al contrario, resultan muy profundos. O tristes.
G: Sí. De hecho, la banalidad nos gusta. Las joterías bobas nos gustan. Pero nos la tomamos en serio (risas).
C: ¡Y las cosas superficiales tienen mucho interés! Y se pueden disfrutar mucho.
G: Y tienen muchas capas de lectura. Cosas muy superficiales tienen mucha profundidad. Un chiste puede ser súper cruel. Un color contrastado con otro puede llevarte a más cosas que un discurso entero. Pero sí; es otro sambenito con el que cargamos muy alegremente. Que nos llamen banales, petardos y eso. Que son palabras que, cuando empezábamos, nos daban mucha rabia.
C: Y luego aprendes a que todo eso te resbale.
G: Incluso a aceptar que hay gente que te disfruta porque ve en ti que eres petardo. Yo lo acepto. Yo no creo que lo que yo haga sea petardo o que lo que yo haga sea conceptual… pero acepto que esa persona disfrute de mis discos porque crea que son conceptuales. Al menos hay un vínculo. No tengo que pensar lo mismo yo de lo que hago que el público. Tú piensas una cosa, yo otra. Que los dos podemos tener razón. Que no porque yo lo haga hecho tengo más razón (pausa). Ahora; que sí que la tengo, porque la he hecho yo (risas).

En el vídeo de ‘Claro que sí!’ aparecen multitud de vuestras referencias.
C: ¡Todas nuestras cosas! ¡Las que tenemos en casa!
G: Incluso cosas que no nos gustan, pero que tenemos en casa. También es otro sambenito que cargamos; que siempre estamos haciendo homenajes.
C: Pero intentamos que cada vez menos. Quizás en ‘La carta exagerada’ lo importante hubiera sido explicar algo… Pero la idea era sacarle todos los datos históricos o nombres propios, porque yo no quiero hacer una canción sobre Marc Almond. Quiero que en eso se nos vea a nosotros, se vea que lo que detectamos en otros también nos sucede a nosotros.
G: Seguro que hay muchas veces que hemos usado referentes y la gente ha pensado “seguro que son súper fans de esto”. Y quizás no seamos fans, es simplemente porque te ayuda a explicar bien lo que quieres explicar en esa canción. Pero lo aceptamos. ¡Además, es culpa nuestra, porque somos los que hacemos las canciones!

¡En ‘Roma’ sí que había sobredosis de referentes! Elizabeth Taylor, Cleopatra, Terenci Moix
G: ¡Síiii! Y Chopin, Flaubert… ¡Miles de cosas!

C: Para nosotros era como cuando van a hacer una excavación, van de arriba a abajo y van encontrando capas. Era como hacer un corte de estos cinco-diez años.
G: Ahí sí que fue dónde nos pasamos en amontonar capas de referentes. Y ahora estamos en un momento de intentar no usar ningún referente. A ver si conseguimos hacer un disco entero sin ninguno.
C: Es muy difícil.

O que no sea tan obvio…
G: Mira, con no decir nombres propios, ya es mucho.
C: O hacer las canciones más sencillas. Que no fuesen tan complejas. Eso es una cosa que hemos querido hacer en este disco.
G: ¡Desde siempre!
C: Cuando escuchamos de alguien pensamos “pero mira, ¡qué sencilla! ¡Sólo tiene tres cosas, pero es una maravilla!”.
G: Pero lo intentas hacer tú y ya se te ocurre una cuarta cosa. Luego combinas la primera con la tercera, te sale una quinta, la alargas por el principio, la alargas por el final… Y al final ya hemos hecho otro monstruo. Pero lo seguiremos intentando. No nos rendimos. Seguiremos intentado hacer las cosas sencillas.

¿Intentaréis crear vuestro “disco sencillo” en el futuro?
G: Sí. Creíamos que era este, pero enseguida nos dijeron que no tenía nada de sencillo (risas).
C: Ahora, al tocarlo en directo, ves que no.
G: Cuando nos enfrentamos al directo, como tenemos que volver a programar las canciones, lo que hacemos siempre es limpiar. Nunca hay que adornarlas más. Siempre hay que cortar. O de duración, o de capas de arreglos, o de diferentes ritmos superpuestos, siempre hay que hacer una purga, para que en directo suenen claras y contagiosas. Por eso somos muy conscientes de eso: de que tenemos que hacerlas sencillas. O igual hay que hacer los discos de una manera, y los conciertos de otra. Como hemos sobrevivido hasta ahora. Y nos ha ido bien.

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