Cual rey de Uganda aparece Michael Kiwanuka retratado en la portada de su nuevo álbum, ‘KIWANUKA’. La pintura es obra de Markeidric Walker y es significativa de lo que supone este tercer trabajo en la carrera del artista, tanto como que su apellido lo titule y además lo haga en mayúsculas. Porque Kiwanuka puede seguir siendo un hombre tímido y a veces inseguro, pero ya no va a dejar que esos sentimientos le guíen. Ese «hombre negro en un mundo de blancos» que repudiaba su apellido y se odiaba a sí mismo se ha transformado.
No es que ese odio fuese infundado. El racismo sigue desgraciadamente a la orden del día y Kiwanuka cuenta en las entrevistas que sus profesores solían pronunciar mal su apellido en clase y que las discográficas le pedían que lo cambiase por razones comerciales. No sé qué pensarán esas personas ahora al atender a la popularidad de ‘Cold Little Heart’, lograda años después de su publicación tras aparecer en la serie de HBO ‘Big Little Lies’, o ante el hecho que ‘Love & Hate‘ alcanzara el número 1 de ventas en Reino Unido avalado por la mismísima Adele, pero seguro que no habían visto venir nada de esto. Tampoco el propio Kiwanuka: aunque el artista ganó el BBC Sound of 2012 y publicó un estupendo debut aquel año, su verdadero «breakthrough» llegaría cuatro años después. Publicado en 2016, ‘Love & Hate’ fue uno de los mejores discos de aquella temporada.
Que Kiwanuka se haya reconciliado con su apellido es una buenísima noticia, pues este no puede molar más, pero sobre todo hay que celebrar que el británico no haya terminado de perder la ilusión por hacer música por culpa de la inseguridad pese a haber estado cerca muchas veces, lo que incluye el proceso de composición de este ‘KIWANUKA’ que, sin embargo, puede ser su trabajo más personal y vibrante. Vuelven a estar involucrados en él los productores Danger Mouse e Inflo y su toque mágico se nota en el elemento retro pero contemporáneo de la producción, así como en el hecho que ‘KIWANUKA’ suene bastante sucio a propósito; pero el tercer álbum del británico es más especial desde que su misma secuencia, que incluye interludios y apenas ningún corte entre pistas, ha sido pensada para ser escuchada como un todo. Kiwanuka dice que esta decisión es una «reacción» a la «mecánica» industria actual, pero el disco fluye sin que en ningún momento parezca que su autor esté intentando emitir declaración alguna más que las que presentan sus textos preocupados por la identidad (‘You Ain’t the Problem‘), el racismo (‘Hero’), la depresión (‘Final Days’) o el hallazgo de un amor capaz de salvarte la vida (‘Hard to Say Goodbye’).
Con estos ingredientes es imposible no pensar en ‘What’s Going On’ de Marvin Gaye, pero las influencias de Kiwanuka en este caso han sido gente como Sly & the Family Stone y Jimi Hendrix, lo cual se nota en el uso de guitarras distorsionadas y en el elemento psicodélico y casi lisérgico de la instrumentación. Pero no han podido ser las únicas. El eufórico sencillo principal, ‘You Ain’t the Problem’, en el que Kiwanuka canta sobre la liberación de aceptarse a uno mismo, utiliza ritmos de guitarra y percusiones muy propias del pop africano, mientras la presencia de interludios parece inspirada en los álbumes de hip-hop y una buena parte de los coros femeninos evocan los de los grupos vocales armónicos de los años 40 para fantasmagórico efecto (‘Hard to Say Goodbye’). Incluso la sombra de Radiohead asoma en el breakbeat de ‘Final Days’ y en el tierna nube de sintetizador con la que empieza ‘Solid Ground’. Y de manera más importante, el góspel da lugar a la primera cumbre emotiva del disco, en ‘I’ve Been Dazed’. Ese coro cantando que el «tiempo lo cura todo» es desgarrador, pero el tema es interesante también por su riqueza instrumental, y es por tanto muy representativo de ‘KIWANUKA’. Sus guitarras sucias son una constante en el álbum, así como sus cinematográficas cuerdas (el arreglo de ‘Piano Joint (This Kind of Love)‘ es espectacular), y la presencia de un instrumento tipo marimba en el tema confirma que la magia de ‘KIWANUKA’ se encuentra en los detalles.
Esa atención en el detalle explica que incluso las ambientaciones de un interludio como el de ‘Piano Joint’ sean escalofriantes, o que Kiwanuka decida distorsionar su voz para hacerla sonar más grave en este corte y otro cual Frank Ocean, produciendo un efecto plúmbeo y apesadumbrado. Nada en ‘KIWANUKA’ suena hecho al azar, mucho menos su perfecta secuencia. Pero el álbum fluye orgánicamente de hecho como una película, y no extraña que Kiwanuka haya asegurado que le gustaría componer bandas sonoras. La instrumentación del disco puede ser muy visual y su autor hace uso en él de algún que otro sample para enriquecer lo que nos quiere contar, como el de la voz del activista por los derechos civiles John Lewis, o el sonido de un disparo en ‘Another Human Being’, una de las pistas del álbum que reflexionan sobre el racismo. Al final, el detalle sirve para engrandecer unas canciones excelentes gracias a los contrastes: el estribillo de «la la las» de ‘Living in Denial’ es casi «easy-listening», los coros y cuerdas celestiales de ‘Hard to Say Goodbye’ dan paso después a unos coros más soul hacia el final poco menos que sobrecogedores; y tanto el interludio de ‘Hero‘ como la canción homónima, que promete convertirse en un himno de Kiwanuka, evocan un sentimiento de abatimiento ante el que el artista se levanta heroico y triunfal, y que solo puede considerarse un emblema absoluto de este escultural y magnífico disco.
Calificación: 8,9/10
Lo mejor: ‘You Ain’t the Problem’, ‘I’ve Been Dazed’, ‘Piano Joint (This Kind of Love)’, ‘Hard to Say Goodbye’
Te gustará si te gusta: el soul clásico llevado al siglo XXI… y sobre todo si te sigue gustando escuchar los discos de principio a fin
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