‘The Book of Traps and Lessons’ es uno de mis discos del año. Una epopeya sonora que acongoja y, a la vez, consuela. El verbo de Kate Tempest es poderoso y, por eso, hace días que las entradas estaban agotadas para verla en La [2] de Apolo. Hoy, 27 de noviembre, actúa en la Sala But de Madrid, donde aún queda alguna entrada disponible. [Fotos: Indi Van Vega.]
Kate emerge de elegante negro, con su eterno aspecto de adolescente y su presencia imponente. La acompaña una DJ-encargada de teclados, que lanza bases y añade sintetizadores en momentos puntuales. Kate está risueña. Primero nos da las gracias, porque le encanta la ciudad. Y nos explica que de adolescente estaba como loca por tener extraños escuchándola, y cómo de agradecida está por actuar delante de esos extraños noche tras noche. Nos informa que va a interpretar canciones de sus dos primeros discos. Y, después, ‘The Book of Traps and Lessons’ en su totalidad. Abre con ‘Europe Is Lost’ y el Apolo se viene abajo. Su dicción es clara y poderosa. Su gestualidad, su presencia y su personalidad llenan el escenario. La actuación de Kate requiere atención, para no perder una coma de sus palabras.
Pero la recompensa merece todo el esfuerzo. Pocas veces he visto el Apolo tan en silencio, y las conversaciones son rápidamente acalladas por un público ávido. Kate nos rompe en ‘We Die’, y sus “on, on, on”. Suelta tralla marcial en ‘Ketamine for Breakfast’. Las proyecciones y las luces son austeras, pero efectivas. No deja espacio entre canción y canción. La atmósfera que Kate genera es asfixiante. Apenas hay agarraderas para asirse, como cuando canta “I’m thinking of you” de ‘Grubby’, lo más cerca que está de una canción convencional en toda la noche. Kate alterna azotes y respiros, porque para la mezcla entre ‘Tunnel Vision’ y ‘Circles’ nos sepulta con su torrente de palabras y apocalipsis sonoro, pero también nos baña en dance noventero y nos sonríe, para volver a atacarnos con la angustia de ‘Tunnel Vision’ y su demoledora sentencia: “The myth of the individual has left us disconnected, lost, and pitiful”.
A partir de aquí, prosigue ya con su nuevo disco, en orden y sin pausa. Brutal ‘Thirsty’ y su intensa tristeza afectiva. Subraya rabiosa los “Seven point two billion humans” de ‘Keep Moving Don’t Move’ o el motivo que se repite en ‘Brown Eyed Man’. La oscuridad apenas se alivia con la melancolía melódica de ‘Three Sided Coin’, pero enseguida retorna la base angustiosa –apenas una excusa leve– para subrayar la crueldad de los dirigentes y la indefensión de los ciudadanos. ‘I Trap You’ es espectacular, desesperada, con su sonido de cajita de música que apenas suaviza la aflicción y, a la vez, ayuda a captar su anhelo.
En ‘All Humans Too Late’, Kate nos ofrece una interpretación brutal, sin música, a pelo. ‘Hold Your Own’, con un órgano, emerge como himno religioso. ‘Lessons’ nos hunde, pero aparece otro rayito de luz en forma de R’n’B sedoso en ‘Firesmoke’. Y Kate se nos muestra tierna, sonriente: “And there is something in this tenderness that makes me want to live”. Pero vuelve a la oscuridad y a liquidarnos a palabras, a ansiedad, con ‘Holy Elixir’. Su base electro es sofocante. Sube la atmósfera, la asfixia: “I was atoms, magnesium, calcium / I was real”. Y acaba con esa pequeña esperanza que es ‘People’s Faces’: “There is so much peace to be found in people’s faces”. Kate canta y cierra ojos con devoción. Un cierre emocionantísimo. Y aquí acaba el recital, pero Kate quiere volver solo para decirnos que ha sido una noche fantástica y que usemos la energía de esta noche. La vida será una mierda, pero necesitamos a gente como Kate Tempest para recordarnos que vale la pena vivirla y luchar. Un recital soberbio. Catártico. 9.