El cartel es, pese a lo que algunas voces proclaman, magnífico, teniendo en cuenta cuál es la idiosincrasia de la industria en estos momentos. De acuerdo que se echa en falta a Frank Ocean, especialmente tras haber confirmado su presencia en Coachella y considerando la deuda moral que tiene con el Primavera Sound tras su cancelación de hace tres años. Quizá algún golpe de efecto tipo el de Mad Cool con Taylor Swift y Billie Eilish, pero… ¿cuál podría ser esa opción? ¿Beyoncé, tras haber llenado dos veces el Estadi Olímpic en años previos? ¿Kanye West y su Sunday Service, quizá? ¿Está el público del PS preparado para abrazar a un Calvin Harris, unos Rage Against The Machine o unos Red Hot Chili Peppers?
En mi opinión el line-up está a la altura de la conmemoración de los primeros 20 años del festival, y que la organización refleja en el hashtag #bestfestivalforever, que juega con otro de anteriores ediciones, #bestfestivalever. La propuesta artística es coherente con la idea de hacer un festival cada vez más transversal y equilibrado –así se explicaría las chocantes tipografías a gran tamaño para algunos artistas como C. Tangana o Brockhampton–. Una idea que ya comenzó el año pasado con aquello de #TheNewNormal, equilibrando pasado –Iggy Pop, Mavis Staples, Bauhaus, Massive Attack, Beck, The Strokes, The National– y presente –Lana Del Rey, Tyler, the Creator, Kacey Musgraves, Young Thug, Fontaines D.C.– comercialidad –Bad Bunny, Amaia, Carolina Durante, PNL (estrellas del rap en la cercana Francia), Kim Petras– y refinamiento –Bill Callahan, Caribou, Weyes Blood, Jamila Woods, King Krule, Jessica Pratt, Earl Sweatshirt–. Y solo por citar una pequeña porción –en torno a un 10% de los 211 artistas que actúan– del cartel.
De hecho, si uno se fija bien en este cartel tan decepcionante para algunos, el #bestfestivalforever podría transformarse en #worstdramaever, el mayor drama de coincidencias en los 20 años de Primavera Sound. Porque en el cartel que por error subió Pavement se podía observar la distribución por días de los artistas. Quizá no sea definitiva –que va a ser que sí–, pero basta un vistazo a la parte alta para entender lo que digo: el jueves se agrupan Massive Attack, Pavement, The National y Young Thug, con C. Tangana, King Princess, DJ Shadow, Dinosaur Jr, Kim Gordon, Bill Callahan, Bad Gyal…; el viernes, se alinean en lo alto The Strokes (con nuevo disco, recordemos) y Lana Del Rey, con Beck, Brockhampton, Bikini Kill, Kacey Musgraves y Caribou rondando el «prime-time» festivalero; y por último el sábado, coinciden en estatus Tyler, the Creator, Bad Bunny, Disclosure, Bauhaus, Iggy Pop, King Krule, Chromatics… ¿Somos conscientes de que, por cuestiones temporales y físicas (y sin tener en cuenta la merma de energía hacia el final), un humano medio apenas podrá ver a la mitad de los citados, en el mejor de los casos?
Eso por no hablar que los conciertos gratuitos de Primavera a la Ciutat –desde el lunes previo hasta la jornada de puertas abiertas en el Fòrum el miércoles– incluyen este año nombres como The Jesus And Mary Chain (tocando ‘Darklands’), Metronomy, Les Savy Fav, Roosevelt, HEALTH, Rolling Coastal Blackout Fevers… ¿Quién puede pedirse una semana de vacaciones a primeros de junio y además, si no vive en Barcelona, costearse un alojamiento absurdamente caro durante todo ese tiempo? ¿No tiene pinta de empachar esa destartalada tarta (valga la redundancia) que sirve de imagen este año? ¿No es el regalo de 20 cumpleaños de Primavera Sound el mayor drama de su historia también?