‘Judy’: Renée Zellweger resucita dando vida a una moribunda Judy Garland

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‘Judy’: Renée Zellweger resucita dando vida a una moribunda Judy Garland

A pesar de las evidentes diferencias –contexto histórico, repercusión- resulta tentador establecer paralelismos entre la carrera cinematográfica de Renée Zellweger y la de Judy Garland. Las dos alcanzaron el éxito bastante pronto: Garland como estrella juvenil en los años treinta junto a Mickey Rooney, y Zellweger con ‘Jerry Maguire’ (1996), solo tres años después de su debut. Se hicieron mundialmente famosas con un taquillazo: ‘El mago de Oz’ (1939) y ‘El diario de Bridget Jones’ (2001). Consiguieron ganarse el respeto como actrices “serias”: Garland con ‘Ha nacido una estrella’ (1954), con la que debió ganar el Oscar que se llevó Grace Kelly con la olvidada ‘La angustia de vivir’ (1954), y Zellweger con ‘Chicago’ (2002) y ‘Cold Mountain’ (2003), por la que ganó el Oscar. Y las dos fueron arrinconadas por Hollywood y vapuleadas por la prensa rosa conforme fueron sumando (o quitándose) arrugas a su rostro.

Además, existe una última semejanza. Tras varios años ausente, Garland resucitó para el cine con ‘¿Vencedores o vencidos?’ (1961), con la que recibió su segunda nominación al Oscar (esta vez se lo llevaría con todo merecimiento Rita Moreno por ‘West Side Story’). A Zellweger, con ‘Judy’, le ha ocurrido algo parecido. Después de seis años alejada de las pantallas, y de un regreso poco memorable en 2016 (‘Bridget Jones’ Baby’, ‘Toda la verdad’, ‘Uno tan diferente como yo’), la actriz ha vuelto a interpretar un papel importante. El resultado ha sido un Globo de Oro y seguramente su segundo Oscar.

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Quizás esa conexión biográfica y emocional entre las dos actrices haya ayudado a que Zellweger se haya metido en la piel de Garland sin necesidad de tener que imitarla. A diferencia de lo que hizo el año pasado Rami Malek con Freddie Mercury en ‘Bohemian Rhapsody’, la actriz tejana no ha recurrido ni al playback ni a la prótesis hiperbólica ni a la mímesis exagerada para dar vida de forma convincente a Garland. Con la voz, la mirada y una caracterización muy sutil, le ha bastado para encarnar a la insegura, depresiva y vulnerable protagonista de ‘El mago de Oz’.

El director Rupert Goold, conocido por sus adaptaciones de Shakespeare para la BBC (‘Macbeth’, ‘The Hollow Crown’, ‘King Charles III’), ha intentado también desmarcarse del típico biopic musical. Lo ha conseguido a medias. ‘Judy’ no abarca toda la vida de la diva, sino que se centra en los últimos meses. Garland, arruinada, en pleno proceso de divorcio y enferma a causa de su adicción al alcohol y los barbitúricos, se marchó a Londres en 1969 para actuar durante varias semanas en un club nocturno. La película recrea, de forma cálida e intimista, ese periodo de efímera felicidad antes de su muerte por sobredosis a los 47 años. Unos meses en los que la artista se sintió arropada por el calor de sus admiradores británicos y vivió un amor fugaz con el músico Mickey Deans, su quinto marido.

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En paralelo a esta línea narrativa, se desarrolla una segunda. A través de varios flashback, vemos cómo la joven Garland es obligada por la Metro-Goldwyn-Mayer a consumir anfetaminas y llevar una severa dieta alimenticia para no perder su muy rentable figura juvenil y seguir el exigente ritmo de rodaje de ‘El mago de Oz’. El director establece una conexión directa entre esos abusos cometidos por el estudio (se insinúan muchos más), y las adicciones y problemas psicológicos que arrastraría la actriz toda su vida. En ese sentido, ‘Judy’ habla del pasado pero también del presente. De ese tipo de productor de Hollywood denunciado por el movimiento MeToo, que va desde Louis B. Mayer a Harvey Weinstein.

Una interpretación de Oscar, un guión muy interesante… ¿Por qué, entonces, la película no acaba de funcionar? Porque, aunque en un principio no lo parezca, ‘Judy’ está más atada a las convenciones del biopic que Garland estuvo a la MGM. Según avanza la historia, la película se va haciendo más y más previsible, hasta desembocar en un final que no puede ser más acomodaticio. ¿Adivináis cuál es la última canción que canta Zellweger? Pues eso. 6,5.

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