Algo (mucho, diría yo) tendría que ver el hecho de que ‘What a Wonderful Industry’ fuera un disco autoeditado –aunque tenía todo el sentido, habida cuenta de la crítica al sector musical implícita– pasara relativamente desapercibido. Quizá por eso M. Ward no ha jugado más con fuego y su décimo álbum de estudio –al margen de los discos con She & Him y Monsters of Folk, claro– llega con la etiqueta del potente sello Anti- (Neko Case, Mavis Staples, Deafheaven, Andy Shauf). Más llamativo y estimulante, incluso, resultan la participación de Tim Kingsbury y Richard Reed Parry de Arcade Fire –el álbum se grabó en el estudio del grupo en Montreal– y su productor habitual Craig Silvey (que también ha colaborado en discos de Florence + The Machine, The National o Julien Baker) en su grabación. Pero, más allá de leves detalles, ‘Migration Stories’ sigue siendo un disco de Matthew Ward en el sentido más clásico de la idea.
Porque aunque Kingsbury y Reed Parry apliquen arreglos de viejos sintetizadores aquí y allí, su presencia es tan comedida que, salvo contadas excepciones (‘Independent Man’, ’Real Silence’), en realidad contribuyen a alejarlo del espíritu más rockero y tangible de trabajos como ‘A Wasteland Companion’ y ‘More Rain’, y emular el de trabajos más atmosféricos y espirituales como ‘Hold Time’ o el memorable ‘The Transfiguration of Vincent’. Algo que también tiene que ver con el aspecto lírico del disco que reflexiona tanto sobre las migraciones físicas como sobre las del espíritu: si ‘Torch’ busca la empatía con los perseguidos por su raza y nacionalidad en procesos migratorios –algo que, como nieto de mexicanos, atañe en lo personal a Ward–, ‘Migration of Souls’ reflexiona sobre como la herencia migratoria es algo que se transmite también en el alma, conectándonos a todos en el tiempo y el espacio.
Es una lástima que un concepto tan bonito sea a la vez algo vago en unas canciones que no siempre van acompañadas de un discurso musical tan emotivo, principalmente por resultar recurrente en exceso. ‘Coyote Mary’s Travelling Show’, ‘Chamber Music’, la versión de un viejo tema de los años 40, ‘All Along the Santa Fe Trail’, y los instrumentales ‘Stevens´ Snow Man’ y ‘Rio Drone’ son aproximaciones al folk-blues-rock de raíces típicas en Ward, pero intercambiables entre cualquier otro de sus discos, sin nada que los haga especialmente imprescindibles. Por fortuna, junto a esos números tan exquisitos como estériles entrega cortes que realmente marcan la diferencia: más allá del brillo y pegada de ‘Unreal City’ –el single más potente y claro que deja esta era–, maravillas como la inaugural ‘Migration of Souls’ –con unos maravillosos coros por parte de The Lost Brothers que nos llevan a recordar a los primeros Fleet Foxes–, la bluesy ‘Heaven’s Nail and Hammer’ –en la que Matt se luce, una vez más, como guitarrista–, la inclasificable ‘Independent Man’ –el único momento en el que sentimos que realmente nos está contando algo nuevo– y la preciosa ‘Torch’ –tan rica en arreglos como directa en lo melódico, con ese corazón palpitante aludido por su voz– hacen que ‘Migration Stories’ valga la pena. Que sintonizar nuevamente esa emisora fantasma en la que suenan, entre brumas y ruido blanco, ecos de música americana de los años 50 en un solitario viaje nocturno no sea en vano.
Calificación: 7/10
Lo mejor: ‘Unreal City’, ‘Torch’, ‘Migration of Souls’, ‘Heaven’s Nail and Hammer’
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Mira y escucha: ‘Unreal City’ en Youtube.