‘The New Abnormal’ es el primer disco de los Strokes en 7 años, y por tanto el primero que no afrontan como veinteañeros ni como treintañeros. Si Julian Casablancas cumplía los 40 hace un par de temporadas, Albert Hammond Jr los ha cumplido este jueves. Teniendo esto en cuenta, el sexto álbum de la banda podría querernos decir alguna cosa sobre su devenir o su evolución. Sin embargo, opta por reafirmar que su esencia es la de un grupo loco y esquivo, tan apegado a las guitarras eléctricas como a los sintetizadores retro, y en ese sentido los años 80 -y no los 60 como pareció en principio- vuelven a ser su década fetiche. La portada del disco es ‘Bird on Money’, una pintura neo-expresionista de 1981 de Jean-Michel Basquiat, otro de los artistas que trágicamente pertenecen al «club de los 27».
El público parece haber aceptado perfectamente que The Strokes no se quedaron en ‘Is This It’ y un vistazo a sus canciones más escuchadas en plataformas como Spotify o Tidal resulta más variado de lo que creías. En absoluto sus seguidores vuelven sólo a su debut de manera recurrente, sino que encontramos en su top 10 en estas plataformas canciones de prácticamente todos sus discos, de ‘Reptilia’ a ‘Machu Picchu’, de ‘Under Cover of Darkness’ a ‘You Only Live Once’, pasando incluso por ‘Call It Fate, Call It Karma’. Asumidos ‘Angles‘ (2011) y ‘Comedown Machine‘ (2013) como parte de su recorrido aunque no generaran el mismo entusiasmo crítico de sus primeros discos, ‘The New Abnormal’ consolida la idea de que los Strokes son una banda inquieta y con interesantes cosas que decir, sin necesidad de aferrarse a un eterno ‘Last Nite’, a un eterno ‘Someday’.
Es cierto que muchas veces dejan la impresión de que les gusta jugar al despiste, de que les gusta trolear, cuando no autoboicotearse. Antes de publicar ‘Bad Decisions’, entre lo más parecido a un single clásico que podemos encontrar en ‘The New Abnormal’, decidieron adelantar una extraña balada sintética de 6 minutos sin crescendo decidido. Un movimiento raro, sobre todo una vez escuchado el potencial del tercer sencillo, ‘Brooklyn Bridge to Chorus’, o del tema que abre el álbum, ‘The Adults Are Talking’, una fantasía de guitarras post-punk a lo Joy Division, Interpol o primeros U2, con teclados de nuevo muy ochenteros, estribillo saltarín («Don’t go there ‘cause you’ll never return / I know you think of me when you think of her») y subidón en falsete.
Lo divertido es que a veces no es que nos hayan troleado… sino que tenían razón. ‘At the Door’ parece una balada algo destartalada entre su sección electro, su sección ambient, sus ínfulas de Daft Punk y su sección desgarrada: en ella Julian Casablancas se dedica a lloriquear como un niño pequeño (y «feo», para ser exactos), pero al final termina siendo una de esas canciones de los Strokes, que transmiten sin parecer un tema clásico de la banda, como en su momento ‘Ask Me Anything’. Una sensación de indefensión y dependencia que se palpa también en ‘Not the Same Anymore’, una balada de crooner que ni Morrissey en ‘I Have Forgiven Jesus’, aquí con ciertos aires sesenteros, a Gainsbourg o a Albert Hammond, padre.
Respecto a los singles, ‘Bad Decisions’ es apreciable, con su inspiración en ‘Dancing With Myself’ de Billy Idol y un riff que les lleva más que nunca a los territorios de The Smiths o New Order, pese a que no le vendría mal terminar 2 minutos antes, como a otras canciones del largo. ¿Cómo pueden los autores de ‘Is This It?’ tener tanto miedo de entregar un álbum corto? En ese sentido, ‘Brooklyn Bridge to Chorus’ parece el perfecto as guardado bajo la manga, pues va más al grano y es mucho más divertida. La creación musical es una de las obsesiones líricas de Casablancas, como se ha visto en otras ocasiones, hasta el punto de que en ‘Ode to the Mets’, en mitad de la letra, le oímos cantar «mete la batería, Fab», justo antes de que de hecho entre la batería; y en este último sencillo, The Strokes hablan expresamente de la música de los 80, y llaman al «estribillo» antes de ofrecer uno de sus estribillos magistrales, el que arranca con «quiero nuevos amigos / pero ellos no me quieren a mí».
El humor vuelve a asomarse en medio de la desgracia, como podéis observar, y ahí están títulos como «¿Por qué los domingos son tan deprimentes?» para corroborarlo, introduciéndonos en un mundo bastante peculiar. Hay un momento en ‘Eternal Summer’, un tema entregado a las playas, pero bajo el prisma de Talking Heads, en el que Julian Casablancas deja de cantar en falsete para pedir que «ignoremos la realidad». The Strokes consiguen apartarnos de esa realidad mediante los giros de producción (esta vez a cargo del magnate Rick Rubin), por ejemplo a través de los rayos sintéticos que emergen en medio de los riffs deprimentes de «Sunday». Y también a través de unas letras frustradas que nos hacen sentirnos acompañados. ‘Selfless’ habla sobre «esperar un siglo» por alguien aunque se haya «desperdiciado el aliento» y ‘Why Are Sundays So Depressing?’ es una queja de que «todos los amigos se han ido / y no me han echado de menos». Los textos de Julian Casablancas continúan siendo algo abstractos y crípticos, pero siempre siendo capaces de dejar pistas claves a las que poder asirse y canturrear en festivales, en caso de que los haya. Ha de ser irónico que el álbum empiece diciendo que «los adultos están hablando»: su espíritu adolescente en lo lírico y rebelde en lo musical permanece, o quizá es que los cuarenta son los nuevos treinta veinte.
Calificación: 7,6/10
Lo mejor: ‘Brooklyn Bridge to Chorus’, ‘Bad Decisions’, ‘The Adults Are Talking’, ‘At the Door’
Te gustará si te gustó: Talking Heads, Daft Punk, The Voidz
Mira y escucha: ‘Brooklyn Bridge to Chorus’ en Youtube.