La Unión anuncian su disolución definitiva, precipitada por la pandemia

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La Unión anuncian su disolución definitiva, precipitada por la pandemia

Aunque puede que muchos creyeran que hacía ya años que no existían La Unión, lo cierto es que seguían en activo con tan solo dos de sus integrantes originales, el vocalista Rafa Sánchez y el bajista Luis Bolín… hasta hoy. En un comunicado remitido a la Agencia Efe, Sánchez ha anunciado la disolución definitiva del grupo, aludiendo a «circunstancias» que venían «gestándose hace tiempo» y a las «respectivas formas de interpretar la situación y perspectivas futuras propias». Unas circunstancias, sean las que sean, que ha agravado la pandemia del coronavirus, «que ha golpeado tan gravemente a la industria de la música y ha precipitado este comunicado, su base y contenido». Rafa explica que a partir de ahora se centrará en su carrera en solitario, en la que lleva «trabajando y planificando bastante tiempo».

Se confirma así la desaparición de uno de los nombres más emblemáticos y exitosos del pop español en los años 80 y 90. Sánchez y Bolín, junto con el guitarrista Mario Martínez (que se había mantenido en el grupo hasta hace un par de años) e Íñigo Zabala en los teclados, fundaron La Unión hacia el año 1982 en Madrid, claramente influidos por los nuevos románticos británicos y el after-punk. Poco después lanzarían su primer single, producido por Rafa Abitbol y Nacho Cano, casi en paralelo a la explosión comercial de Mecano. En él se incluían dos canciones inspiradas en sendos cuentos de Boris Vian, ‘La niebla’ y ‘Lobo-hombre en París’, el mega-hit (fue número 1 de singles en España nueve semanas seguidas) por el que se les sigue recordando a día de hoy y que incluso llegó a tener versiones en inglés y francés.

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Poco después llegaría ‘Mil siluetas’, álbum debut de nuevo con la mano del tándem Abitbol/Cano y que abundaba en ese espíritu próximo a Roxy Music-Simple Minds-OMD, y que daba en la diana de nuevo con ‘Sildavia‘, de nuevo envuelta en cierta fascinación por lo gótico y lo misterioso. Menos suerte hubo con ‘El maldito viento’ (1985), un segundo disco más melancólico y taciturno que no tuvo buena respuesta comercial. A partir de ahí, La Unión viraría (aún todavía de la mano de Cano y Abitbol) hacia un pop más ecléctico y luminoso. Lo plasmaron en ‘4X4’ (1987), un disco más sofisticado –digamos que INXS podrían ser su equivalente anglosajón– que obtuvo un gran éxito con singles como ‘Dónde estabais’, ‘Amor fugaz’, ‘Maryluz’ y la jazzy ‘El «San Francisco»‘, que les llevaron a tener repercusión en América Latina.

Lejos de decaer, la popularidad de La Unión –ya configurados como trío– se multiplicó aún más con ‘Vivir al este del edén’ (1988), que, con una autoproducción abiertamente comercial y optimista, contenía hits que sonaron hasta la saciedad durante años, como los ecos caribeños de ‘Maracaibo‘, la sexual ‘Más y más‘ o el propio tema titular. Si por algo destacaron La Unión, aparte de por su olfato para crear éxitos, fue por saber leer muy bien las tendencias sonoras que mejor se podían ajustar al gusto del público, y así, entraron con un pie inmejorable en los 90.

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En ‘Tentación’, con producción del reputado Mike Howlett (China Crisis, A Flock of Seagulls, OMD), evolucionaban hacia un rock oscurete de corte electrónico, y ‘Ella es un volcán’, ‘Dámelo ya’ y ‘Fueron los celos’ se sumaron a su ya larga colección de hits que explotaban en interminables giras por campos de fútbol y plazas de toros. Además, supieron explotar el evidente tirón sexual de Rafa entre los y las fans: para muchos fue una fantasía homoerótica hecha realidad ver a Sánchez cantar con Miguel Bosé el dueto ‘Manos vacías‘, otro pelotazo para la radiofórmula de la época.

No sabían que aquel sería el punto culminante de su carrera, al menos comercialmente hablando, pero la década de los 90 no les fue mal del todo. Aunque el más rockero y concienciado ‘Psycofunkster au lait’ (1993) –con ‘África’ y ‘Hermana Tierra’ como singles– y un atinado giro al soul, el funk y el R&B sofisticados en ‘Hiperespacio’ (1996) no vendieron lo que solían –a pesar de que ‘Negrita’ y ‘Tú y yo’ tuvieron su aquel–, al menos apostaban por renovarse para no morir como sombras del pasado (que es lo que al final ha sucedido). Así, lograron mantener (que no renovar) a su base de fans con el electrónico ‘Fluye’ (1997), ‘La unión’ (1999) –’La mala vida’ sonó profusamente en radios– y ‘El mar de la fertilidad’ (2002), que incluso logró algo parecido a un hit con ‘Vuelve el amor’.

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A partir de ahí, ya sí –con la excepción del bastante digno ‘Big Bang’ (2010), último disco de estudio del trío, y ‘Tiempø‘, single lanzado hace poco más de un año– se sucedieron los recopilatorios, las revisiones electrónicas y los directos que nadie pidió ni necesitaba, hasta este final… Lo cual no quita que pasen a la historia como uno de los grupos de pop mainstream más importantes de nuestro país en las últimas décadas. Es justo decirlo.

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