Chlöe’s Clue «maldice las penas que inundan el cuerpo» en el neo-cuplé ‘Pecados delicados’

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Chlöe’s Clue «maldice las penas que inundan el cuerpo» en el neo-cuplé ‘Pecados delicados’

El pasado 17 de julio veía por fin la luz ‘Carmín y rubor’, tras varias demoras en su fecha de publicación. Hablamos del nuevo disco de Chlöe’s Clue, proyecto de la valenciana Raquel Adalid con el que puede dar un vuelco a su trayectoria para muy bien. Un disco valiente y personal que la confirma no solo como una gran compositora –algo de lo que ya presumía en el ya notable ‘Panorama‘– sino como artífice de un sonido muy peculiar y, sobre todo, de un papel como intérprete que la distingue como una propuesta única no ya en nuestro país sino también más allá de él. Por todo esto, y tras rumiar una y otra vez en los últimos meses primero los singles y últimamente el álbum completo, escogemos el tercer trabajo de Adalid como el Disco de la Semana.

Y comenzamos este periodo dedicado a ‘Carmín y rubor’ destacando como Canción del Día uno de sus singles, como ya sucediera con el tórrido bolero ‘Quémame‘, junto a los mexicanos Daniel, Me Estás Matando. Pero esta vez es una canción muy distinta en lo formal (como sucede casi con cada corte del disco) a aquella: se trata de ‘Pecados delicados’, una suerte de balada a piano que se extraía del trabajo hace ya unos meses y que, como un canto «canto/llanto ligero», Chlöe’s Clue cantaba acompañada de Víctor Elías –uno de los productores del disco, junto con Edu Figueroa– en una traslación al directo, casi teatral por la elección del atrezzo, la iluminación y el vestuario.

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«Una balada agridulce encargada de maldecir las penas que, a veces, inundan el cuerpo» es como describe Adalid la canción, enfatizando esa pasión exacerbada. Al contrario de lo que sucedía con el corte titular del álbum (cuya versión final sí difiere notablemente del avance en formato acústico del mismo mostrado tiempo antes), en el caso de ‘Pecados delicados’ se mantiene esa pureza de la sencillez. Un esquema que acentúa, ya desde la dramática intro de piano, la aproximación a esa canción ligera que dominaba las listas de éxitos 40 años atrás. Por momentos, incluso remite a los viejos cuplés que causaban furor en la primera mitad del siglo XX, gracias a la interpretación vocal de Raquel, alternando desgarro y seducción para esculpir la pulsión sexual de la que habla la canción. Tanto las imágenes que emplea («el bingo», «la arena pegadita a a tu tez») como el lenguaje («fetén», «caprichito») contribuyen también a actualizar aquella picardía y pasión al lenguaje pop, que no se descuida en ningún momento puesto que el gancho melódico es, en todo caso, irresistible.

Raquel Adalid nos confesaba en una charla que publicaremos en las próximas horas que arde en deseos de, pese a las dificultades, trasladar al directo las canciones de ‘Carmín y rubor’. Y, de hecho, ya ha anunciado las primeras fechas para ello: comenzará el 22 de octubre en la Sala Galileo Galilei (plaza muy apropiada por su solera) de Madrid; y proseguirá ese periplo en su Valencia natal (6 de noviembre, sala Jerusalem) y en Barcelona (27 de noviembre, sala Sidecar).

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