Hay discos que requieren de una película y ‘Sweet Baby James’ (1970) es uno de ellos. Su autor, James Taylor, había fracasado con su debut poco más de un año antes. Ni el apoyo de Apple, el sello de los Beatles, tras el beneplácito de Paul McCartney y George Harrison, le había servido para nada. El artista nacido en Boston había conocido tan pronto como a los 20 años una espiral de adicción a la heroína y de problemas psiquiátricos, especialmente desde que se mudara temporalmente a Nueva York en 1966, de donde tuvo que ser rescatado por su padre tras una dramática llamada telefónica en la que Taylor, padre, se dio cuenta de que algo no andaba nada bien, presentándose en la ciudad tan pronto como al día siguiente. James Taylor se fue entonces a Reino Unido, publicó su primer disco homónimo en 1968, pasando totalmente desapercibido por las listas, a lo que no contribuyó mucho que su promoción coincidiera con otro internamiento por los mencionados problemas de salud.
Justo antes de ser pareja fugaz de Joni Mitchell y marido de Carly Simon, este segundo álbum es el de su resurrección personal y el de su consolidación profesional para siempre, el que contendrá su mayor hit, un ‘Fire and Rain’ que tan reverenciado ha sido en la música americana y que se ha extendido al pop: lo mismo hemos oído versionarlo a Cher, que a Dido. Se trata de una canción de folk de supervivencia, inspirada en el suicidio de una amiga, Suzanne Schnerr, y en la desintegración de su vieja banda Flying Machines. El camino, de nuevo, no fue fácil: el primer single, el que daba nombre al álbum ‘Sweet Baby James’, inspirado en un recién nacido sobrino del artista al que pusieron James por él, fue un fracaso. Fue ‘Fire and Rain’ el que alcanzaba el puesto 3 del Billboard Hot 100, aupando el álbum al disco de platino durante su primer año, y a la categoría de clásico a largo plazo.
Lo es en primer lugar por la consistencia de una secuencia en la que cada canción es digna de noticia: ‘Sweet Baby James’ nos pone en situación hablándonos de un joven cowboy cuya única compañía es su «caballo» y su «ganado», que se sienta al fuego pensando en «mujeres y jarras de cerveza», triste, pero sobre un ritmo 3×4, de vals, bellísimo. ‘Sunny Skies’ es el nombre de alguien inmerso en la depresión, que no puede «parar de llorar por las noches, no importa mucho por qué», en una grabación en la que cada golpe de suave percusión es una delicatessen en estéreo. ‘Steamroller Blues’ es una parodia del blues, llena de humor, que conquistaría al mismísimo Elvis Presley, que no tardaría en incorporarla a su repertorio (es una pena que Robbie Williams no haya hecho lo mismo con esa sección de metales). Y el disco se cierra con una suite llamada ‘Suite for 20G’ que funciona como despedida perfecta más allá de su conocida anécdota: la canción recibe su título del hecho de que era la canción que faltaba para completar el álbum y así recibir los 20.000 dólares de adelanto que le había prometido Warner. Porque cuenta la leyenda que James Taylor era prácticamente un vagabundo antes de la edición de todo esto.
Un vagabundo, eso sí, capaz de codearse con Carole King, que aparece en este álbum acreditada como pianista, por ejemplo en la sobresaliente ‘Country Road’, otro de los singles destacados. Aún no se ha publicado el multiplatino ‘Tapestry’ (1971), pero de alguna manera se considera ‘Sweet Baby James’ el comienzo de los años 70, pues salió en febrero de 1970, y se empezaban a dejar atrás las canciones de temática social para desarrollar una visión más individualista, «autobiográfica». También parece decisivo en cuanto a producción: lo que identificamos como «sonido Carole King» ya se asoma por aquí en un par de pistas. Así lo contaba James Taylor en una entrevista con Richmond en 2014: «Creo que el término cantante/cantautor es una descripción bastante buena de mi tipo de música. Me suelen atribuir haber iniciado la década de los 70, pero siento que solamente continué lo que empezó otra gente, otra gente que hizo lo mismo que yo inmediatamente antes. Lo que tiene de particular mi música es que era inusualmente autobiográfica. Era un tipo de trabajo muy subjetivo, y es por lo que fui conocido. Supongo que lo de cantautor autobiográfico me encaja muy bien».
Muy bien equilibrado entre las canciones que nos hablan sobre estar demasiado deprimido para siquiera movernos de la cama y otras más divertidas y ligeras como la versión del clásico de 1848 ‘Oh, Susannah’ o esa especie de broma llamada ‘Oh Baby, Don’t You Loose Your Lip On Me’, ‘Sweet Baby James’ se ha convertido en un referente para gente tan dispar como alguien tan poco country como Dan Croll (que protagoniza nuestro «Disco de la Semana«) y Garth Brooks. Este último casi rozando lo obsesivo, hasta el punto de llamar a su hija Taylor en su honor, y realizando un homenaje en cierta ocasión que emocionó mucho al artista. Garth Brooks ya había de hecho llorado como una magdalena al poder saludarle.
Esa influencia en el country más abotagado ha costado a James Taylor ser reconocido más bien en medios para público adulto como Rolling Stone, que ha situado este como uno de los mejores discos de la historia, y Allmusic; y no en los guays, alternativos y underground. Parece una cuestión de meros prejuicios atendiendo a la calidad incluso de dos joyas perdidas en las que rara vez se repara. Si la melodía de ‘Anywhere Like Heaven’ no era lo suficientemente bonita, atentos al sublime puente instrumental; hay que querer muy poquito ‘Here Comes the Sun’ de los Beatles y ‘Automatic for the People’ de R.E.M. para que ‘Blossom’ no te mueva ni un pelo.
Calificación: 8,5/10
Lo mejor: ‘Fire and Rain’, ‘Country Road’, ‘Sweet Baby James’, ‘Sunny Skies’, ‘Blossom’, ‘Anywhere Like Heaven’
Te gustará si te gusta: Hank Williams, Carole King, Woody Guthrie, Paul McCartney, Buddy Holly
Youtube: ‘Blossom’