‘Antidisturbios’ arrasa porque toca narices a manos llenas

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‘Antidisturbios’ arrasa porque toca narices a manos llenas

En los últimos 15 días hemos asistido a una moción de censura de VOX, y a un estado de alarma decretado por el gobierno central (PSOE y Unidas Podemos), en la Comunidad de Madrid (PP y Ciudadanos), que provocó una manifestación en Ferraz. En definitiva, a nuevas evidencias de que vivimos en un país profundamente dividido incluso en mitad de una pandemia y una crisis económica históricas, lo cual parece advertirnos que así permanecerá para siempre. Mientras en Twitter asistimos atónitos a una sucesión de mensajes más bobos en su maniqueísmo que enriquecedores sobre cualquier conflicto, en los últimos días también se ha estrenado una serie española llamada a hacer historia en tan sólo 6 episodios de 50 minutos, ‘Antidisturbios’. Rodada en Madrid, en escenarios tan reconocibles y llenos de significado como la Plaza de Nelson Mandela en Lavapiés o las inmediaciones del Santiago Bernabéu en Cuzco, la serie dirigida por Rodrigo Sorogoyen se está viralizando, pues partiendo de un desahucio, está disgustando a todas las partes implicadas casi por igual.

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Los protagonistas son 6 policías antidisturbios que acuden a un destartalado edificio donde han de desalojar a unos inquilinos que no pueden pagar, siguiendo una orden del juez, y pese a que por la falta de dos furgones, la operación está desaconsejada. Allí topan con una plataforma anti-desahucios y un grupo de inmigrantes senegaleses dispuestos a hacer lo que sea para que la policía no se salga con la suya. A partir de ahí, se desencadena una trama que roza lo claustrofóbico, sobre todo en las segundas partes de los capítulos 1 y 5, y en la que la gran baza es lo difuminada que está la barrera entre «buenos» y «malos», salvo un par de excepciones.

Medio en broma, medio en serio, Él Mató a Un Policía Motorizado dejaron hace poco el titular en El Español: «Hasta donde yo he podido ver y sé, la policía es mala en todas partes». Sea conocimiento popular o leyenda urbana, lo cierto es que la policía lleva tiempo tratando de luchar contra esa imagen, algo que les va a costar algo más que contratar a un community manager enrollado para gestionar el Twitter. ‘Antidisturbios’ no duda en mostrar la peor cara de la policía, con personajes en ocasiones iletrados, pasionales, maltratadores, acosadores (atención a esa camiseta de Los Suaves), adictos y desconocedores de cualquier atisbo de autocontrol. La serie ha cabreado tanto a los sindicatos de la policía que han condenado el guión en redes sociales, llegando a tildarlo de «basura».

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Pero ‘Antidisturbios’ no se queda en contentar al público objetivo de un Nacho Vegas. Rodrigo Sorogoyen, que trató el tema de la corrupción en España en una película tan sobresaliente como ‘El reino’ (antes llegó ‘Que Dios nos perdone‘), cuestiona aquí también el buen hacer del sistema judicial, la lucha de intereses, y de nuevo la corrupción en nuestras instituciones. Sin cortarse un pelo, Sorogoyen, la co-creadora Isabel Peña y el co-guionista Eduardo Villanueva, se acercan a algunos de los antidisturbios para mostrar su lado más humano (y sexy, qué valor) sobre todo a través de los personajes de Raúl Arévalo, Álex García y Roberto Álamo. Cuando a uno de ellos le tiembla la voz -y el alma- para pedir ayuda psicológica, la cual necesita realmente a vida o muerte, el espectador se da cuenta de hasta qué punto ha sido víctima a su vez de los roles de la masculinidad tóxica de la sociedad.

¿Quién es tratado con benevolencia en esto? Aquellos que piensen que el grupo de inmigrantes o los desahuciados, que repasen el primer capítulo y cuenten el número de veces que la policía, a tenor de su experiencia, trata de evitar que se desencadene la tragedia. Y rizando el rizo encontramos el personaje de la actriz principal, Vicky Luengo, que interpreta el papel de Laia, una agente de Asuntos Internos a la que se encarga la investigación de las irregularidades del desahucio. Suya es la primera escena de la serie, una partida de Trivial en la que ya nos queda claro lo importantísimo que es para ella tener razón, por encima incluso de la justicia. ¿Cuánto le importa de verdad esta si tiene que repasar el nombre del inmigrante cuyo caso investiga de manera obsesiva? En las diversas caras que vemos de este personaje, y en el peligro de que el espectador se vea reflejado en él, es donde el director de ‘Madre‘ termina de lucirse en una serie breve, con trasfondo, emocionante en los primeros planos y vibrante en las escenas de acción corales. No triunfará fuera como ‘La casa de papel’ por presentar una trama menos universal, más «nuestra», pero es parte desde ya de la historia de la ficción nacional. 9.

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