No hay mucha diferencia entre ver a un presidente de los Estados Unidos calificar unas elecciones de «fraude» cuando ni siquiera ha terminado el recuento de votos y sin ninguna prueba, y ver a un monstruo peludo con la voz alterada dirigiéndose a cámara en «prime-time» para explicar lo triste que se halla. Ambas escenas provocaron ayer idéntico estupor, solo que la segunda al menos no destruirá el mundo.
Hablo de ‘Mask Singer’, desde ya el mejor estreno en share que ha tenido un programa desde 2012 (27,4%) y en audiencia desde 2014 (3,7 millones de espectadores), como informa Vertele. Antena 3 se ha currado el hype más que ninguna otra cosa, para promocionar este programa de gran éxito en otros países. En él, 12 famosos se esconden en un disfraz para cantar, y los «investigadores» (y el público desde casa) ha de adivinar de qué famosos se trata. Un formato que en Estados Unidos ha contado con participantes como Tori Spelling, La Toya Jackson, Kelly Osbourne, Seal, Dionne Warwick o Busta Rhymes. ¿Quiénes serán los equivalentes de la adaptación española?
Las razones del éxito del formato son cristalinas:
1) el programa dura 90 minutos, en contraposición a lo sacrificado que supone cada martes ver ‘Masterchef’, por mucha audiencia que este acumule y por mucho que la tortuosa estrategia le siga funcionando.
2) el formato es un anti-zapping de manual. Quitando la máscara a 1 de los 12 participantes cada semana pasada la medianoche, Antena 3 se asegura que el espectador resistirá despierto para tratar de averiguar quién se esconde detrás de las elucubraciones. Después de soltar que por allí podían ocultarse lo mismo Victoria Abril que un «conocido político», lo mismo Agatha Ruiz de la Prada que Ruth Lorenzo, lo mismo Sergio Ramos que Chayanne, lo mismo Georgie Dann que Tamara Falcó, lo único que podías hacer era quedarte para comprobar quién había «cantado» ‘Si por mí fuera’ de tan mala manera. Un dato: el programa empezó haciendo un 18% de share y terminó en un 33% sin pasar de las 0.20 horas, es decir, su fidelidad fue muy alta.
‘Mask Singer’ es un artefacto kitsch de los que emboban aunque pongas todo tu empeño por evitarlo. Millones de personas pegadas a una pantalla para averiguar quién está detrás de un unicornio, haciendo playback y desafinando como una hiena. Una pesadilla «furry» que ni aquel capítulo de CSI. Entre el secreto de estado y ‘Austin Powers’, el programa había comenzado mostrando las medidas de seguridad para proteger la identidad de estas personas, portando para desplazarse por los estudios un casco tipo Daft Punk y una camiseta «no hables conmigo». Intriga que no terminan de aportar José Mota y Malú como investigadores, en la mayoría de ocasiones mostrando muy poca imaginación y gracia, como en ese momento en que ella sugería que uno de los personajes, si era muy alto, podía haber actuado «de rodillas». Tristemente, «no tengo ni idea» fue la frase más oída de este programa grabado y editado meses ha.
Los Javis lo hicieron algo mejor, sobre todo Ambrossi su twerking, pero a los cuatro les faltó soltarse -o simplemente estar más atentos a las pistas- para excitar realmente a la audiencia y dar una sorpresa como la de Melendi como coach de La Voz. Tienen todo el protagonismo mientras los personajes apenas pueden articular palabra, por lo que esperemos que espabilen, pues el programa no se sostendrá en el carisma de un presentador -Arturo Valls- cuya mejor frase fue «estáis más perdidos que un pedo en un jacuzzi». La cutrez de los disfraces, que ya se comenta en nuestro foro de ‘Mask Singer’, puede ser un mal menor si los cuatro no trabajan un poco la neurona. 6.