Cristos, cadenones, gimnasios de barrio… ‘Párteme la cara’ sigue apostando por esa ensaladilla de referentes estéticos de la España profunda, folclórica, quinqui, cañí, hortera… que ya hemos visto en otros clips de Tangana -‘Demasiadas mujeres’, ‘Bien duro’-, y que tan de moda puso Rosalía en sus primeros vídeos. En este caso, el director Santos Bacana articula la narración a través de dos referentes principalmente: el boxeo (que ya aparecía en el videoclip ‘Viene y va’) y la iconografía religiosa.
El protagonista de ‘Párteme la cara’ es como un Poli Díaz semanasantero. Un boxeador cuya habitación parece la de un cofrade sevillano, que se martiriza haciendo flexiones sin quitarse la cadena con un Cristo crucificado, y que lleva una sudadera con la imagen del ‘Cristo abrazado a la cruz’ de El Greco. La mayor parte del vídeo está compuesto por planos del boxeador entrenando. Unas escenas que ponen de manifiesto la afición de “El Madrileño” por el boxeo (es el propio cantante quien hace de sparring).
En sintonía con la estructura de la canción, el vídeo combina dos líneas narrativas. En la segunda, el mexicano Ed Maverick interpreta a un hombre cuyo rostro sirve como ilustración del título de la canción. A través del montaje, el director establece un diálogo entre los dos protagonistas, entre el que golpea y el que recibe los golpes. ¿Cómo lo interpretamos? ¿En clave política, como una metáfora sobre los “golpes” del primer mundo a los países en vías de desarrollo? ¿O sentimental, como una traslación de la letra de la canción, que al fin y al cabo no tiene género?