«Siento que se han acostumbrado a escuchar nuestra historia / Ya no les importa, no tiene ningún valor (…) Ahora lloramos a escondidas / cuando la hostia que recibimos no es el cuerpo de Dios». En la era de la sobreinformación, cuando los «trending topics» duran un par de horas, aterra que olvidemos ciertas cosas demasiado rápido, que la peor atrocidad que podamos leer nos dé igual, que nos inmunicemos respecto al dolor ajeno. La pandemia es una muestra de ello, y también el movimiento #MeToo, que parece haber pasado a segundo plano en el último año, después de haber destapado millones de casos de acoso, abuso y maltrato a nuestras amigas, compañeras, hermanas y madres. Ese texto, uno de los que podemos encontrar en la caja deluxe de ‘PUTA’ de Zahara, viene -como el resto del disco- para poner en valor todas las historias porque todas importan. Y de qué manera lo hace.
Tener esta espectacular edición en la mano, con su banda de «Miss PUTA», sus textos, sus explicaciones, sus fotos en tetas y «sola y borracha», y sus letras, tres de ellas conformando un «pequeño manual de autoayuda para esta vida», pone sobre la mesa que ‘PUTA’ no es un disco. Es un relato completamente descarnado que desgraciadamente representa el de millones de mujeres. Es un retrato de una sociedad heteropatriarcal cuyo grado de putrefacción no imaginábamos. Es un exorcismo de fantasmas que nadie jamás debió ver. Y, desgraciadamente, historia de este país, y del mundo.
El primer single ‘MERICHANE’ va directo a la yugular con 4 estrofas asfixiantes -Zahara incluso jadea en una de ellas- siendo la última ya casi insoportable, por eso; revelando verso a verso el retrato de una mujer que ha tenido una vida sexual y de pareja completamente infeliz. Pasa por «Urgencias, acariciando el límite», entre episodios de bulimia, crisis de fe, paternalismo en el mundo laboral y una inseguridad que marca de por vida. ¿Quién no ha acelerado el paso fingiendo que hablaba con su hermano? En ‘PUTA’ la canción aparece precedida por ‘flotante’, una composición dividida en dos en la que la cantante pide perdón a los hombres con los que no ha podido mantener una relación normal, pasando a explicar por qué. Después, ‘MERICHANE’ es sucedida por ‘canción de muerte y salvación‘, que toca fondo hasta el punto de bordear la muerte («ojalá haberse dormido en aquella bañera»), y ahonda en el origen del problema, un abuso infantil («lo que había entre las piernas solo causaba dolor y problemas (…) te quedaste a vivir en la cárcel más cercana, la habías construido tú con los restos que quedaban de tu infancia»).
Son también muy duras las letras de ‘sansa’, que narra un maltrato psicológico de manera descarnada y sin disfraces («de todos los hombres que me han maltratado, tú que no me has tocado has sido el único que me ha matado»); y ‘TAYLOR‘ que, inspirada por el visionado de un documental de Taylor Swift, se convierte en una descorazonadora revelación de falta de autoestima y amor por una misma, una desolada llamada de socorro, y una sesión de terapia: ¿qué nos lleva a «ser yonkis del cariño ajeno», a «odiar» tanto, a sentir que «el amor no tiene sentido»? Es muy excepcional que una composición tenga una segunda estrofa más devastadora que la de apertura, y por eso la canción termina haciendo tanta pupa: como en ‘MERICHANE’, cada línea contiene más dolor que la anterior. No es de extrañar que, entre todo esto, Zahara necesitara un descanso, y se pusiese a escribir en «modo funcionaria» una canción hedonista ideada una Nochevieja en Berlín, ‘berlin U5‘, que ha situado justo en el centro del disco para aliviar(se ella misma), y que termina encajando porque su poso es agridulce, hablando del fin del mundo y el de la llama de un amor.
Por si todo lo contenido en ‘PUTA’ no fuera lo suficientemente relevante para nuestra sociedad, la música no es un mero acompañamiento ni tampoco un ejercicio rococó de emociones orquestadas: ha sido desarrollada para amoldarse a este relato por Zahara junto a su escudero en este caso, Martí Perarnau IV, más conocido como «Mucho» y compañero en el dúo _juno, cuyo desarrollo electrónico y experimental parece decisivo para el acabado de ‘PUTA’. El disco ha sido elaborado con las condiciones técnicas e instrumentos que permitía la pandemia y su resultado parece por tanto un accidente, pero difícilmente estas canciones hubieran podido encontrar un abrigo más adecuado: ‘TAYLOR’ coquetea con el ambient y la indietrónica, casi pareciendo una canción de caja de música en contraste con su terrible texto, paradójicamente realzando la desolación ante la pérdida absoluta y definitiva de la inocencia. El bombo que va emergiendo podría representar cada bofetada recibida en el camino. ‘sansa’ es extrañamente preciosista, angelical en el trato de voces, siguiendo la baza del contraste. ‘negronis y martinis’, que trata de conocer el propio cuerpo tras una metáfora trabajada en terapia, sigue una línea similar. ‘canción de muerte y salvación’ juega con el «spoken word» y los beats industriales… y mención aparte merece lo de ‘joker’ y ‘Ramona’, las dos canciones más arriesgadas que jamás haya grabado la autora de ‘La pareja tóxica‘.
‘Ramona’ es la primera canción que escribió para el disco, un cúmulo de sensaciones en directo sobre el abandono de un hogar, un matrimonio que se acaba y la primera vez que te atreves a enfrentarte a alguien que te ha puesto a caldo, en este caso una portera; y ‘joker’ es, de manera hilarante, un grito contra un «Cayetano«, a una cacerolada entregado, en plena pandemia. Zahara concluye, de manera irónica, que tal histérico no debe de quererse absolutamente nada a sí mismo, y se pone a gritarle por la ventana, como si haber ido a terapia consistiera en aleccionar a los demás. Dejando de lado por ahora que solo esta artista podría poner en un disco con tamaño mensaje tal nota de humor político, con mención a los «putos rojos antisistema»; ‘Ramona’ es un deslavazado «spoken word» que coquetea con el rap una vez que Zahara se ha quitado el miedo a parecer «Antonio Resines en los Goya» (sic), con su estructura particular, de la rabia a la calma final. Y ‘joker’ resulta la canción más bruta y radical del disco, un festival de beats sucios, graves, distorsiones y palabras mal acentuadas que recuerdan a la Björk más disonante.
El álbum escoge desembocar en una orilla ligeramente más amable, una copla llamada ‘Dolores’ formada con frases de coplas tradicionales, enarbolando un relato sobre la libertad, dedicado a las mujeres que han sido importantes en la carrera de Zahara. La artista lo llama su «Sagrada Familia particular» por la cantidad de capas, efectos e ideas que contiene; pero es ‘PUTA’ la obra que podríamos considerar como tal por el modo en que está construida. Un laberinto de pasillos interconectados, como el que une ‘MERICHANE’ con ‘canción de muerte y salvación’, el que une la letra de ‘Médula’ con la letra de ‘joker’ o el que nos lleva de ‘joker’ a ‘Ramona’ y ‘MERICHANE’ otra vez, y vuelta a empezar.
Funcionen más o menos en el desarrollo del disco algunas frases y «rapeados» en ‘Ramona’, que -eso sí- merecería ya solo la pena por ese grito doblado de «¡PUTA!»; y ‘joker’, pues además no sé si tiene mucho sentido apuntar que los momentos hermosos del disco (‘TAYLOR’, ‘sansa’, «negronis») son mejores, en un álbum precisamente llamado a incomodar, a mostrar lo feo; hay algo que trasciende todo esto. Cada crítico musical -casi todos somos tíos- y cada fan puede tener su favorita, pero de manera muy obvia, ‘PUTA’ es el disco más relevante y desangrado sobre el movimiento #MeToo que puede venir a la cabeza. O al menos uno de ellos, pues es importante subrayar que esto no va de apuntar que empezábamos a llamar «himnos de empoderamiento» a cualquier cosa, o de hacer de menos otros nombres femeninos. Al contrario, este disco va de recordarnos que todas las voces son importantes y que como sociedad estamos obligados a observar y denunciar qué caso contiene cada una de las canciones de cada artista: qué pasa en nuestros portales, qué no se cuenta en nuestros hilos de WhatsApp y en qué década de qué siglo dejará de ser necesario comprobar que una mujer ha llegado sana y salva a casa cuando ha marchado sola después de una fiesta.
‘PUTA’ tiene su cometido bien claro, y contiene un mensaje más. Zahara no ha dejado de repetir en las entrevistas y habla de ello en el primer texto que viene en la mencionada caja deluxe: este disco (esta obra maestra) no es «gracias a lo que le ha pasado», sino más bien «a pesar de». «Bajo ningún concepto me siento agradecida por lo que me pasó. A ninguno de ellos dedico estas canciones», dice el texto. «Sansa me dijo que cada impacto la había hecho más fuerte. Cómo es posible si yo a tu lado siento más cerca la muerte», dice la letra de ‘sansa’. Quienes hoy tenemos esta excepcional obra entre las manos, soñamos con un día, dentro de unos años -ojalá que pocos-, en que Zahara y cualquier mujer que se vea representada en ‘PUTA’, se encuentre esta caja de terciopelo en una estantería, la abra, y vea en ella un dibujo de un pasado inverosímil, tan remoto que a duras penas haya parecido existir.