Eliades Ochoa: «Me voy a morir en un escenario»

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Eliades Ochoa: «Me voy a morir en un escenario»

Hace un cuarto de siglo veía a la luz uno de los discos más importantes de la historia de la música cubana: ‘Buena Vista Social Club‘ (World Circuit /BMG, 1997). Una anomalía en el mundo del pop contemporáneo, que trascendió los márgenes de la entonces llamada «world music» para convertirse en un clásico indispensable en cualquier colección de discos que se precie. Una auténtica joya, producida por el estadounidense Ry Cooder en La Habana, que inmortalizó a un extraordinario plantel de leyendas del son y la guaracha (Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Rubén Gonzalez…), prácticamente desconocidos fuera de la isla hasta el momento. Eliades Ochoa (Santiago de Cuba, 1946) fue el más joven de todos ellos y uno de los pocos que queda con vida. A día de hoy continúa llevando la música tradicional cubana por todo el mundo, colaborando con artistas de distinto pelaje (de Manu Dibango a C. Tangana). Foto: Susan Teilman.

Se cumplen 25 años de la publicación de “Buena Vista Social Club”. ¿Cómo ve en retrospectiva el disco y todo lo que supuso para los músicos que participaron?
Lo que estoy viendo es que todavía perdura la alegría de la gente con Buena Vista Social Club. Hay una cosa que yo siempre digo y la voy a repetir ahora: el público no estaba conforme con que se acabara Buena Vista y lo demostraban allá donde quiera que llegáramos. Se veía la alegría y la felicidad de la gente en cualquier escenario en cualquier parte del mundo. Y nosotros felices de compartir estas canciones con el público.

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¿Eran conscientes en ese momento de que estas canciones llegarían a todos los rincones del mundo y cambiarían la vida de tantas personas, incluso las suyas propias?
No se puede decir que fuéramos conscientes o que estuviéramos seguros del éxito que iba a tener el disco de Buena Vista Social Club. Nosotros estábamos haciendo el disco con la alegría de reencontrarnos con viejos compañeros. Gente que hacía por lo menos 30 o 40 años que no nos veíamos. Estábamos felices y contentos haciendo el disco de Buena Vista, con la sabrosura que siempre ponemos a la música que hacemos. Porque la música que nosotros hacemos tiene esa alegría de por sí. Así que estábamos muy alegres y felices.

Compañeros como Compay Segundo, Ibrahim Ferrer, Rubén González, Omara Portuondo, Amadito Valdés, Papi Oviedo… ¿qué hay en Cuba que hace que haya tantísimo talento musical?
Yo creo que la música cubana tiene algo que engancha. Tiene una sabrosura que yo no sé. Tendrían que analizarlo los científicos. En Santiago de Cuba, que es la cuna del son, todos los días tiembla la tierra. El sol en Santiago de Cuba es más caliente que en el resto de la isla. Se toma el ron sin hielo, a palo limpio. Parece que todas esas cosas tienen algo a favor de la música que hacemos. Los científicos tendrían que analizar cómo influye todo eso en la música que hacemos.

El sol en Santiago de Cuba es más caliente que en el resto de la isla. Se toma el ron sin hielo, a palo limpio. Los científicos tendrían que analizarlo

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¿Quién tuvo más culpa de aquella reunión de músicos tan extraordinaria? ¿Ry Cooder o Juan de Marcos González?
Yo creo que Juan de Marcos González. Cuando el label decide hacer un disco con artistas cubanos, sencillamente le dan la tarea a Juan de Marcos González (músico y productor cubano) de buscar a esos artistas.

Originalmente Ry Cooder planeaba grabar un encuentro de músicos cubanos con músicos de Mali, pero estos no llegaron nunca a la isla…
Bueno, es que se decidió hacer lo que se pudo. A mí me habían planteado hacer una grabación con unos africanos. Ya estaba todo preparado en el estudio, la gente había llegado de Londres. Pero los africanos no llegaron. Y es entonces cuando Nick Gold (director de la discográfica británica World Circuit) decide grabar un disco con músicos cubanos. Y le dan la tarea a Juan de Marcos (músico y productor cubano) de seleccionarlos. Pero no podía trabajar cualquiera en este proyecto. Tenían que ser músicos con una historia detrás.

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De hecho, aunque este disco llevó vuestras voces y canciones por todo el mundo, en realidad muchos de ustedes ya eran muy conocidos en Cuba. Compay Segundo era una leyenda en la isla y usted mismo había publicado muchos discos con el Cuarteto Patria. Incluso grabaron juntos una versión de ‘Chan Chan’ en 1986…
La primera versión que se hizo del ‘Chan Chan’, de hecho. Yo saqué el ‘Chan Chan’ a la luz pública. En ese momento Compay Segundo era también un integrante del Cuarteto Patria. Así que en un momento dado, además de otros temas suyos, empezamos a tocar el ‘Chan Chan’ en nuestros conciertos. Y yo fui dándole una vuelta a mi manera, incluyendo la linea de guitarra que se quedó para siempre. Después de grabarla por primera vez, el “Chan Chan” cogió mucha fuerza, se volvió casi una bandera para la música de la isla. Pero bueno, nos dio mucha alegría que esa canción llegase a todo el mundo para quedarse.

La explosión de la Salsa en EEUU (Celia Cruz, La Fania, Gloria Estefan) y la Nueva Trova en Cuba (Silvio Rodríguez, Pablo Milanés), terminó por hacer olvidar otras músicas cubanas pre-revolucionarias como el son, la guajira, la guaracha… ¿Qué supuso para sus compatriotas la popularidad de Buena Vista Social Club?
Imagínate. El proyecto Buena Vista Social Club abrió las puertas de la música cubana al mundo de una forma que nunca se había hecho antes. Los músicos comenzaron a viajar fuera de Cuba. Muchas agrupaciones salieron al extranjero gracias a la promoción de Buena Vista en el mundo.

El nombre de Buena Vista Social Club se tomó de un club social muy popular de La Habana, que llevaba cerca de 40 años cerrado, aunque tengo entendido que algunos de los participantes en el disco llegaron a actuar allí, ¿fue su caso?
No, no. Yo personalmente no. El Buena Vista era como una sociedad de viejitos retirados. Jubilados que iban allí a darse sus tragos de aguardiente y de ron, a fumarse sus puros y a jugar al dominó. Todos los meses los miembros del club aportaban unos pocos de pesos para mantener el ambiente del local y, a veces, tocaban músicos. Hasta que poco a poco se va cayendo aquello. Los mismos artistas van cogiendo otro rumbo. Rubén Gonzalez era uno de los que iba allí. Él compuso un danzón dedicado al Buena Vista Social Club. Cuando estábamos grabando el disco Rubén toca ese instrumental y Nick Gold y Ry Cooder lo escuchan. Les gusta mucho y le piden que lo ensaye para que vaya en el disco y de ahí sale el nombre.

El Buena Vista era una sociedad de viejitos retirados que iban allí a darse sus tragos de aguardiente y de ron, a fumarse sus puros y a jugar al dominó

El álbum ‘Lost and Found’ (2015) incluía varias canciones inéditas de aquellas sesiones y esta nueva reedición del disco incluye otras tantas (‘Vicenta’, ‘La Pluma’…), ¿cómo es posible que grabaseis tantísimo material tan bueno en solo 7 días?
Bueno, bueno (risas). Es que no nos cansábamos. Nos pasábamos el día tocando y cantando. Y Nick Gold y Ry escuchando en la cabina lo que estaba sucediendo en el estudio. Y agotando temas. A mí me habían dicho ya que tenía que cantar ‘El carretero’ y ‘El Cuarto de Tula’, así que tenía esos dos temas preparados. Sabía que eso es lo que iba que cantar. Pero después yo le dije a Ibrahim (Ferrer) que cantara ‘De camino a La Vereda’. Y a Ry y Nick Gold les gustó. Lo mismo pasó con ‘Candela’. Ellos iban seleccionado el repertorio. Y después venían y nos decían: “venga ahora haced esto y esto otro”. Nosotros todos los días ensayábamos vete tú a saber cuántos temas. Y después esos temas quedaron guardados. Temas como esta misma ‘Vicenta’, que la cantamos a dúo Compay Segundo y yo. Íbamos haciendo cosas. Algunas iban para el disco de Buena Vista y otras quedaron guardadas hasta ahora. Canciones que tenían calidad para salir en cualquier disco. Pero bueno, ¡no se podía hacer un disco de 40 canciones!

También ayudó mucho a la popularidad del disco el documental ‘Buena Vista Social Club’, dirigido por el alemán Win Wenders, que llegó a estar nominado a los Premios Oscar en 1999. Sin embargo, ustedes no recibieron un dólar por aquel documental…
No, a nosotros no se nos pagó el documental. No ganamos dinero por eso. A nosotros nos dieron 150 dólares para ir a un lugar a tocar unas canciones para la promoción del disco. Luego nos enteramos que iba a salir una película, pero nosotros no teníamos ningún contrato. Pero no solo Eliades Ochoa. Ninguno de los que salimos cobró por salir en la película.

No sé si ha tenido alguna vez la oportunidad de hablar esto con Ry Cooder o Win Wenders…
Yo personalmente nunca he hablado de eso. A mí esas cosas me tienen sin cuidado. De cualquier forma se agradece mucho porque la película llevó la imagen de los artistas cubanos por todo el mundo. Así que una mano lava la otra y las dos manos lavan la cara.

En su momento Ry Cooder tuvo que pagar una multa de $25,000 por haber roto la Ley de Comercio con el Enemigo, una cláusula del embargo de EEUU sobre Cuba. Años después ustedes llegarían a actuar en la Casa Blanca, invitados por el presidente Barak Obama. ¿Cree que Buena Vista Social Club ayudó a descongelar las relaciones entre ambos países?
No sé ni qué decirte. No sé ni qué decirte (repite). Nosotros fuimos invitados a la Casa Blanca, cierto. Sabíamos que estaba pasando algo, por los comentarios que oíamos, pero no sabíamos de verdad qué era lo que iba a pasar. Fuimos para la Casa Blanca, invitados por el presidente Obama. Nos recibió personalmente, nos dio la mano, nos tiramos fotos con él… Estuvimos muy alegres, conversando mucho. Y luego nos fuimos a una sala de la Casa Blanca donde había muchas personas y allí hicimos una presentación de tres o cuatro temas. Y hasta ahí llegó nuestra visita a la Casa Blanca. Pero en ningún momento pensando en ninguna historia política. Fuimos allí a tocar, aceptando la invitación del presidente. Desde luego era algo muy significativo. Pero hasta ahí.

Me voy a morir en un escenario

Tengo que preguntarle por la situación tan delicada que se está viviendo en Cuba en estos momentos. ¿Qué le parecen las masivas manifestaciones que estamos viendo en las últimas semanas? ¿Y la actuación del gobierno?
Chico, yo te voy a ser sincero. No me gustaría meterme en esto de hablar lo que está pasando en Cuba. Ahora bien, yo sé que todos los gobiernos aceptan las manifestaciones pacíficas. Yo estoy en contra de la agresividad y tengo mucha confianza en la inteligencia de la juventud. Y te repito: no me gusta la agresividad. Pero tengo entendido que las manifestaciones pacíficas están autorizadas en cualquier país del mundo. Por lo tanto, mientras se reclamen cosas pacíficamente… Que se reclamen hasta que se resuelvan. Pero yo no soy ducho para estar hablando de estas cuestiones. Yo nací con música en la sangre y me voy a morir en un escenario.

Si no me equivoco usted comenzó a tocar el tres cubano cuando era pequeño, al igual que su madre y su padre. ¿Es muy común en Cuba que el conocimiento musical se herede de padres a hijos? ¿Tiene usted ya heredero para su guitarra tres?
Yo aprendía a tocar viendo a mi mamá y mi papá tocando . Yo no sé si podría pasar algo así a día de hoy en ningún lugar del mundo. Todavía hay canciones en mi repertorio, muchas canciones, que las aprendí cuando tenía 7 años, escuchando a mis padres tocarlas. Mi familia es una familia muy musical. Mi hermana Maria Ochoa canta. Otras dos se dedican a la medicina pero cantan perfectamente. Uno de mis hermanos, ya fallecido, tocaba la guitarra conmigo: Humberto Ochoa. José Ochoa, mi otro hermano, también tenía su propia agrupación. Por parte de mi padre todos eran músicos y uno de ellos cantaba y tocaba las maracas con Luis Puebla. Era una familia muy musical. Yo estoy ahora en casa de mi hija. Y mi hija también tiene música en la sangre. Lo que pasa es que yo no quiero que se vaya por arriba porque no quiero jubilarme tan pronto (risas). Estudió solfeo en la escuela y aunque no sea una profesional se mueve muy bien en la rama del arte.

Su característico sombrero de vaquero y su inclinación por vestir de negro han llevado a algunos a llamarlo “Johnny Cash de Cuba”. ¿Cuándo y por qué comenzó a vestir esta indumentaria tan particular?
Hace muchos años. No sé si 60 ya. Es una imagen que he creado. Si no ando vestido de negro y con el sombrero yo creo la gente no me conoce. Ni yo mismo. Yo me siento mal si no tengo el sombrero puesto. No me siento bien. Sencillamente me gusta. No hay otro motivo, esa es la verdad.

Si no ando vestido de negro y con el sombrero yo creo la gente no me conoce. Ni yo mismo.

A lo largo de los años usted ha colaborado con muchísimos artistas (desde Manu Dibango a Toumani Diabaté pasando por Jarabe de Palo). Este año hemos podido escucharle en ‘El Madrileño’, el disco de C. Tangana, ¿cómo surgió esa colaboración?
Le conocí en La Habana. A él le dio mucha alegría conocerme. A mí también. Sentí mucho cariño por este muchacho joven haciendo cosas. Y me invitó a que cantara algo, a que participara en la grabación. Fuimos a grabar precisamente al mismo estudio en que grabamos ‘Buena Vista Social Club’. Y todo surgió allí. No hubo ensayos. Fue algo rápido. “Usted cante este pedazo y después nosotros hacemos esto y lo otro”. Y así se quedó.

En 2015 tuve la suerte de verle en directo en Madrid en la gira de despedida de Buena Vista Social Club, ya sin muchos de los miembros de la formación original… ¿volverá a ocurrir algo parecido?
No creo. Porque, bueno, ya no quedamos muchos Buena Vista. Todos los viejecitos han ido desapareciendo físicamente. Pero yo quiero hacer una gira el año que viene por toda Europa. Allí nos veremos.

Después de vender millones de discos, ganar varios premios Grammy y tocar por todo el mundo… ¿hay algún sueño que le quede por cumplir a Eliades Ochoa?
No, chico, no. El sueño que tengo es sencillamente andar por el mundo haciendo música. Que siga viendo la alegría de la gente. Las sonrisas. Los aplausos. Ese calor humano que la gente me brinda en el mundo. Ver el teatro parado de pie. Tener que salir una, dos y tres veces. Ver a gente de todo el mundo pidiéndome mis canciones y llamándome por mi nombre y mi apellido. Eso es lo que me da vida y me hace sentir fuerte. Es lo que quiero seguir haciendo mientras la naturaleza me dé salud.

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