R. Kelly ha sido condenado a 30 años de prisión por crimen organizado, abuso y tráfico sexual. El intérprete de ‘I Believe I Can Fly’ fue declarado culpable de estos delitos el pasado mes de septiembre, en un juicio que duró seis semanas.
Decenas de personas han testificado en contra de Robert Sylvester Kelly durante el proceso, entre ellas siete mujeres que han sufrido los abusos del cantante y que alegan continuar lidiando con los problemas psicológicos que estos abusos les han acarreado.
También han acudido a tribuna 45 testigos que han presentado «cientos de pruebas, incluidas pruebas escritas, grabadas en vídeo y grabadas en audio del abuso al que el acusado, con la ayuda de sus empleados y asociados, sometió a sus víctimas».
El miércoles, la juez Ann Donnely denegó el último intento por parte de la defensa de R. Kelly para absolver al cantante y, en su sentencia final, sintetizó que «el acusado fue acusado de usar su fama y su organización para atraer a jóvenes a relaciones sexuales abusivas: una empresa de crimen organizado que, según el Gobierno, duró unos 25 años».
La dura condena a R. Kelly se ajusta a la solicitada por la Fiscalía, que pedía una sentencia superior a los 25 años y una multa entre 50.000 y 250.000 dólares «a la luz de la gravedad de los delitos, la necesidad de que sirva como disuasión y la necesidad de proteger al público de nuevos delitos del acusado». La defensa, por contra, pedía que no superara los diez años refiriéndose a la «traumática infancia del acusado, incluidas las evidencias de una historia de abusos sexuales por miembros de la familia y no familiares».
La jueza declaró que el trauma sufrido por R. Kelly puede «explicar, en parte, lo que llevó a tu comportamiento, pero desde luego no lo excusa».