Bilbao BBK Live 2022: Bomba Estéreo y Stromae deslumbran en una jornada de «multitudes»

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Bilbao BBK Live 2022: Bomba Estéreo y Stromae deslumbran en una jornada de «multitudes»

El viernes en Bilbao BBK Live atrae a una cifra de asistentes considerablemente mayor que el jueves. Cero unidades de noticia detectadas pero se hubiera agradecido más espacio y menos colapsos en los baños, puestos de comida y frente al escenario principal a la hora en que tocaban Bomba Estéreo. Por otro lado, la imposibilidad de contactar con alguien por teléfono -llamada o mensaje- deteriora la experiencia. Los problemas de cobertura no son únicos de Bilbao BBK Live, pero creo que pocas veces he tenido tantas dificultades para enviar o recibir un simple mensaje. En cualquier caso, la jornada del viernes dejó buen sabor de boca gracias a los conciertos.

Uno de los primeros conciertos de la jornada lo ofreció Inhaler. Aparte de confirmar que efectivamente los nombres de grupo se han acabado, el cuarteto de Dublín demostró por qué es una de las nuevas sensaciones del rock anglosajón, después que su debut ‘It Won’t Always Be Like This’ alcanzara el número 1 de álbumes en Reino Unido y en su Irlanda natal. Su pop-rock maximalista trae “power” suficiente para cargar los móviles de todos los asistente del festival, la banda no teme coquetear con otros sonidos como el funk o el country y, dicho sea de paso, su cantante Elijah tiene potencial de rompecorazones adolescente. El sonido de Inhaler ya no tiene tanto tirón fuera de las islas (o eso parece) y, a veces, sus referencias (de Interpol a Two Door Cinema Club) resultan demasiado obvias. Sin embargo, el grupo puede dar una sorpresa en algún momento.

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La variedad estilística de Bilbao BBK Live implica que de las guitarras indie se pase al spoken word de Laura Som y Juan Escribano sin que a nadie le parezca extraño. El dúo actúa en la carpa frente a un público disperso pero atento a las palabras que salen de la boca de Laura, quien logra captar la atención gracias a su elegante y cristalina locución, a su sutil manera de agregar pequeñas dosis de melodía por aquí y por allá y a su suave pero dinámico fraseo. Mientras, Juan toca la guitarra y pone bases atmosféricas que envuelven los recitados de Laura, que tanto apelan a una serie de generaciones marcadas por la incertidumbre y la esclavitud a la tecnología, y que están necesitadas de apoyo, como el que ofrece Laura en el tema final, en el que clama “joder, resiste”. Como curiosidad, Laura se atreve a hablar en euskera pese a ser de Murcia y le sale bien.

Después del concierto de Lori Meyers tuve que comprobar que el grupo no era uno de los cabezas de cartel principales del festival. Su nombre sí aparece al lado de los de Bomba Estéreo y Supergrass, pero el grupo demostró estar convencido de merecer algo mejor incluso . La cantidad de hits que se sucedieron en el concierto, el tramo final con ‘Siempre brilla el sol’, ‘Mi realidad’ y ‘Alta fidelidad’, el vocerío ensordecedor de las decenas y decenas y decenas de fans congregados que cantaban dichos hits al unísono, y la fuerza de Noni sobre el escenario, más que un simple líder, un “showman” con todas letras; contribuyeron a crear un espectáculo muy agradecido.

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Tan entregado estaba Noni en su papel de rockstar enloquecido, (casi) descamisado y empapado en sudor que, en ‘Alta fidelidad’, bajó hacia el público, se dio un baño de masas que terminó con él cantando tendido en el suelo, volvió al escenario y, en el golpe de batería final, dio una patada al pie de micrófono que casi sale volando por los aires.

Quien sí salió al escenario durante el concierto de Lori Meyers fue un Jordi Évole completamente eufórico. Un “crossover” de lo más inesperado que debió extrañar a quienes desconocieran que Évole no solo es amigo de los Lori, sino que además ha actuado en el festival con su grupo de versiones Los Niños de Jesús, en el marco de la programación gratuita que tiene lugar en el centro de la ciudad. Por esa actuación, el propio Noni se dejó caer.

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De vuelta a la carpa esperaba Planningtorock para ofrecer uno de los shows más interesantes y divertidos de todo el festival. Es verdad que Jam se limitó, en el escenario, a cantar y tocar su mesa de mezclas sin moverse demasiado y que, cuando presentaba las canciones entre los silencios, parecía que estaba “pinchando” una sesión de Spotify. Pero también es verdad que sus tímidos movimientos eran adorables y su sonrisa más todavía cuando recibía los aplausos del público. Pero, sobre todo, era fascinante verla en acción modulando su voz en directo, llevándola a varios grados de grave según la canción, hasta el punto que llegaba a sonar como Cher en varios puntos, con el mismo timbre y el mismo vibrato. Sus canciones están tan dedicadas a la comunidad LGBT+ que sus letras se pueden limitar a repetir títulos como “non binary femme” desde el principio hasta el final, pero Jam hace de esa repetición una de sus mayores virtudes porque sus melodías son preciosas, como las de ‘Girl You Got My Heart’ o ‘Gay Dreams Do Come True’, dos de sus producciones más recientes y también dos de las mejores. Entre otras igualmente queridas como ‘Transome’, Jam recuperó ‘The Breaks’, incluida en su disco de 2011. Más atmosférica y synth-pop, fantástica de todos modos.

Al escenario de Bomba Estéreo era absolutamente imposible acercarse debido a la cantidad de gente que había delante del segundo de los escenarios principales. Sin embargo, la energía que transmitía la banda colombiana atravesaba todos los rincones del festival. Li Saumet, que llevaba alas de pájaro, y Simón Mejía no decepcionaron en su misión de hacer bailar hasta la última persona presente en el recinto con su apasionante mezcla de ritmos latinos y electrónica. Hasta el personal de los food trucks no podía hacer otra cosa que dejarse llevar y bailar con los brazos arriba a la vez que salteaba fideos. ‘Amanecer’ y, sobre todo, ‘Fuego’ y ‘To My Love’ volvieron a resultar himnos universales.

Poco que agregar a lo dicho ya por mi compañero Pablo en su crónica de The Killers desde Mad Cool. Brandon Flowers es el frontman que todo los frontmans aspiran a ser. Se come el escenario y se merienda al público con una confianza y una fuerza absolutamente pasmosas, tiene el sex appeal de una estrella del glam y la elegancia de un rey, su voz suena de lujo y el repertorio de The Killers es un frenesí de estribillos coreables e himnos. Brandon intenta hablar en euskera ante la atónita mirada de mi colega vasca, aunque parece que no le sale tan mal; y varias veces presenta al grupo y comenta su procedencia (Las Vegas) como si nadie lo supiera, The Killers es el cabeza de cartel por antonomasia de Bilbao BBK Live hasta el punto que el espacio está todo lleno hasta donde me alcanza la vista. De hecho, hay tanta gente que, de repente, el recinto se encoge. Por supuesto, nadie quiere perderse presenciar en directo ‘Human’ ni muchos menos ‘Mr. Brightside’, ese clásico que se resiste a abandonar las listas británicas. Con la de fans que es capaz de congregar el grupo, a nadie le puede extrañar.

Sharon Lopez

Tenía mis dudas con el concierto de Stromae porque los singles de su último disco han dado una imagen de él un tanto seria y solemne. El concierto es otra cosa completamente diferente en el mejor de los sentidos. Paul Van Haver no solo se lo pasa pipa sobre el escenario sino que su enorme sonrisa es capaz de iluminar el recinto entero. Es una sonrisa satisfecha y orgullosa, pero también ilusionada, por parte de un “entertainer” consumado que ofrece un concierto inolvidable.

Haciendo honor al título de su disco ‘Multitude’, el concierto de Stromae contiene eso, “multitudes”. Para cada canción, Paul van Haver prepara una actuación diferente. Acompañado de sus músicos, que proceden de varios lugares del mundo (de Grecia a Japón) y que tocan frente a teclados de diseño futurista, el belga se muestra serio en ‘Invaincu’, baila voguing más divina que nadie en ‘Tous le même’, saca una mesa de micrófonos en ‘Papaoutai’ como si diera una rueda de prensa, en ‘Mouvaise journée’ introduce en el escenario un sillón viejuno que se desliza de un lado al otro del escenario. A continuación da la bienvenida a un perro robot capaz de hacer realidad tus pesadillas influidas por ‘Black Mirror’. En ‘L’enfer’ canta sentado a oscuras, pero en la canción siguiente da instrucciones para bailar con él una boba coreografía. El final con ‘Alors on dance’ lleva obviamente a la discoteca.

El show de Stromae está hilvanado por una serie de animaciones que narran una historia, y también protagonismo en él una serie de pantallas que bajan del techo muy cerca del escenario y que transmiten esa misma sensación de encontrarse ante un evento del futuro. Sin embargo, es Stromae y su presencia escénica, su carisma, su manera de bailar, de mirar y de interpelar a la audiencia, así como su fascinante fusión de melodías francesas con instrumentos andinos y sonidos electrónicos, los que logran meterse a todo el mundo en el bolsillo sin necesidad de nada más.

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