Ni ‘Hoppípolla’ ni disco nuevo, pero Sigur Rós cautivan en Barcelona

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Ni ‘Hoppípolla’ ni disco nuevo, pero Sigur Rós cautivan en Barcelona

La posición de Sigur Rós en 2022 no es la misma que hace 15 años. No lo es la de casi ningún artista. Sin embargo, es notoria su pérdida de relevancia en los últimos años, motivada por una crisis de imagen que ha enturbiado su estatus de banda “mágica”. Una acusación de abuso sexual a su batería original, ya retirado, y otra de desvío de impuestos, han dañado seriamente la reputación de Sigur Rós. El grupo, además, no saca disco desde 2013, y ‘Kveikur’ se quedó muy lejos de repetir la gloria de lanzamientos pasados. Dudo de alguien lo siga escuchando a día de hoy más allá de los fans.

No obstante, Sigur Rós publicó, en su momento, una serie de discos absolutamente sublimes que ha sentado las bases de su longeva carrera, que se acerca a las tres décadas. Por eso no es de extrañar que su gira mundial esté siendo un éxito y que el Sant Jordi Club de Barcelona no estuviera precisamente vacío el pasado sábado.

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La gira de 2022 de Sigur Rós supone el regreso a la actualidad musical de la banda islandesa, que prepara nuevo disco. De hecho, la nota de prensa indicaba que el grupo presentaría nuevas canciones en los directos, pero en Barcelona apenas una composición llamada ‘Gold 2’ tuvo cabida en el setlist. Es una de esas piezas ambientales de Sigur Rós que, mediante la emotiva interpretación vocal de Jónsi, desembocan en drama, pero no se diferencia demasiado del resto de su discografía. Lo que no significa que no haya ganas de escuchar su nuevo trabajo: las hay y muchas.

En general, el espectáculo de Sigur Rós es bonito: las decoraciones lumínicas son especialmente bellas, como se puede ver en la imagen, y el escenario está decorado con bombillas, lo cual potencia el carácter íntimo del set. En ese sentido, Sigur Rós sigue estando por encima de muchas bandas, como es de esperar. El setlist repasa sobre todo sus primeros discos, especialmente el de 2002, y se atreve a dejar fuera ‘Hoppípolla’ por alguna razón, y seguro que no es porque no pegase con la atmósfera, ya que muchas pistas de ‘Takk…’ (2005) se recuperan.

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Christian Bertrand
El show se divide en dos partes. La primera, que se abre con varias pistas de ‘( )’ e incluye otras del icónico ‘Ágætis byrjun’, además de la mencionada canción nueva, es la más atmosférica e íntima. La voz de Jónsi está en plena forma y sigue siendo capaz de emocionar como pocas, y las guitarras y tempos post-rock de Sigur Rós siguen meciendo al espectador en una hipnosis maravillosa. Tal es la sensación de intimidad que a alguien se le ocurre sugerir, a gritos, que el público vea el concierto sentado, cosa que no ocurre. Varias personas llegan a sentarse, pero la mayoría no, afortunadamente, y la idea cae en saco roto.

Sigur Rós es una de las pocas bandas que he visto que incluyen un descanso de varios minutos en su concierto, y su “intermedio” puede alcanzar los 15 minutos tranquilamente. Es en este momento cuando empieza la segunda parte del show, que incluye canciones mucho más potentes y épicas como ‘Glósóli’ o ‘Gong’. Esta última, desgraciadamente, queda deslucida, falta de fuerza, y no alcanza la magia de la versión grabada. Sin embargo, el show termina bien arriba con las últimas canciones, llenas de esa épica sensible, emotiva pero heroica que define el sonido de Sigur Rós.

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Al término del show, los integrantes de la banda aparecen en el escenario para despedirse y, por un momento, parecen actores de una obra de teatro. Son conscientes de que han ofrecido un espectáculo digno que ha emocionado al público. Yo esperaba más sorpresas, más canciones nuevas, un ‘Starálfur’ quizás, si no iban a tocar su gran hit, pero Sigur Rós siguen siendo grandes arquitectos de atmósferas, y de su show en Barcelona realmente nadie pudo salir decepcionado.

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