¿Con qué carrera de Ryuichi Sakamoto te quedas? ¿Con la de las bandas sonoras? ¿la synth-pop con Yellow Magic Orchestra? ¿La trip-hop de ‘Smoochy’? ¿La electrónica? ¿La ambient? ¿Todas a la vez? Son tantas las facetas artísticas exploradas por Sakamoto a lo largo de más de cuatro décadas que, dependiendo de la obra con que te topes, te parece estar escuchando a un artista completamente distinto. Como Franco Battiato, Sakamoto ha basado su carrera en una maravillosa inconsistencia, en un hambre musical voraz que le ha llevado por sitios siempre insospechados. El nexo común ha sido la libertad de experimentar.
Un artista capaz tanto de contribuir al desarrollo del synth-pop, la electrónica y el hip-hop como de ganar un Oscar por una banda sonora (de las cuales ha compuesto cerca de cincuenta, las bandas sonoras abarcan la mayor parte de su discografía), tan capaz de componer música para los Juegos Olímpicos de Barcelona como de cederle un single a Michael Jackson, tan capaz de colaborar tanto con Brian Wilson como con Alva Noto, tanto con David Sylvian (no os perdáis ‘Bamboo Houses’) como con Taylor Deupree, es un artista atípico. Qué afortunados somos de vivir en el mismo tiempo que Sakamoto y poder seguir descubriendo su obra. Con motivo de ‘12‘, el Disco de la Semana, recomendamos siete de sus trabajos esenciales firmados en solitario.
Thousand Knives (1978)
Al joven Ryuichi Sakamoto le interesan tanto la electrónica como las músicas tradicionales. En ‘Thousand Knives’, su primer disco, publicado solo un mes antes de la edición del primero de Yellow Magic Orchestra, convergen muchos de sus intereses, en una obra divertidísima que es todo un espectáculo. El corte titular mezcla electrónica, reggae y sonidos orientales y se convierte en uno de sus grandes clásicos, ‘Island of Woods’ experimenta ya con la banda sonora, y ‘Grasshoppers’ es un primer acercamiento a su obra pianística. ‘Thousand Knives’ avisa ya de que la carrera de Sakamoto va a ir en mil direcciones.
B-2 Unit (1980)
Con Yellow Magic Orchestra convertida ya en una banda de éxito internacional gracias a la repercusión alcanzada por ‘Firecraker / Computer Game’, Sakamoto encuentra tiempo para grabar un segundo disco en solitario que se parece muy poco al primero. En ‘B-2 Unit’ la melodía da un paso atrás y la experimentación con ritmos, tonos y texturas prevalece, lo cual da como resultado una obra que se adelanta por pocos años a lo que después se conocerá como electro, tecno e IDM. Gracias a producciones tan influyentes como la apoteósica ‘Riot in Lagos’, ‘B-2 Unit’ suena a Aphex Twin mucho antes de que este nos empiece a sonar.
Hidariude no Yume (1981)
A Sakamoto le interesan tanto las músicas del mundo que, antes de empezar su carrera musical, considera dedicarse a la etnomusicología. En el colorido ‘Hidariude no Yume’ («sueño zurdo») se cruza su faceta investigadora con la pop. Con la colaboración de Robin Scott de M., ‘Hidariude no Yume’ es otro viaje por la fascinante mente musical de Sakamoto, donde el pop de los 80 (‘Boku no kakera’) se encuentra con marimbas (‘Tell ‘Em to Me’), percusiones tribales (‘The Garden of Puppies’) o grabaciones de campo de animales de granja (‘Relâché’). Un disco contaminado por diferentes culturas que ha sido reeditado recientemente, eso sí, en su versión original, no la adaptada al inglés.
Merry Christmas, Mr. Lawrence B.S.O. (1983)
La película de Nagisa Ōshima proporciona a Sakamoto su primera oportunidad de componer una banda sonora y también de protagonizar una película. Lo hace junto a otro músico, David Bowie. La canción principal de ‘Merry Christmas, Mr. Lawrence’ es un clásico que se adapta después al formato pop con un título nuevo, ‘Forbidden Colours’, y la actuación vocal de David Sylvian, de Japan, y la banda sonora completa vuelve a demostrar el buen hacer de Sakamoto en el arte de crear atmósferas con instrumentos electrónicos.
El último emperador B.S.O. (1987)
Si la banda sonora de ‘Merry Christmas, Mr. Lawrence’ le da a Sakamoto un BAFTA, la de ‘El último emperador’ directamente le hace ganar el Oscar a Mejor banda sonora en los premios de la Academia de 1987. En la pieza principal de ‘El último emperador’, Sakamoto vuelve a volcarse en su fascinación por la música tradicional china, y compone una pieza imposible de olvidar. La banda sonora incluye también composiciones de David Byrne y de Cong Su, y otras grabaciones de campo.
Beauty (1989)
No se puede entender la carrera de Sakamoto sin comprender su interés por que los sonidos de diferentes territorios se contaminen unos con otros. Para él la apropiación cultural no puede ser un debate cuando cuenta que el propio Debussy, su mayor influencia, bebía de la música tradicional asiática para componer sus piezas (como su uso de la escala pentatónica). ‘Beauty’ es otro gran ejemplo de la visión global de Sakamoto, un disco «geográficamente promiscuo» en sus propias palabras, en el que caben sonidos de todo tipo, desde la bossa nova al tecno, desde el pop al folk japonés, desde la música africana al flamenco. Hasta Brian Wilson y Youssou N’Dor se pasan por aquí.
async (2017)
Es amplio también el catálogo ambient de Sakamoto, y aunque son igual de recomendables sus trabajos de piano glitch con Alva Noto o Fennesz, vamos a reivindicar el penúltimo. ‘async’ es el primer disco que Sakamoto publica después de recuperarse de un cáncer de garganta, y el compositor lo concibe como banda sonora de una película de Tarkovski, quien tanto reflexiona sobre la mortalidad en sus propias obras. También lo hace ‘async’ («Preocupación sobre la muerte» es uno de los apartados del disco en la Wikipedia) en un disco que crea una enorme belleza mediante pianos desafinados, sintetizadores, sonidos de cristales, grabaciones de campo, recitados de spoken word… Un trabajo conmovedor que, por suerte, no ha resultado ser el último, como él mismo pensaba.