El inminente despegue de Ralphie Choo

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El inminente despegue de Ralphie Choo

Este fin de semana Ralphie Choo ofrecía un concierto en Madrid con el cartel de «sold out» en la puerta. No era la primera vez que el artista actuaba en la capital, pero algo me decía que este show iba a ser especial. En los últimos meses, su canción ‘BULERÍAS DE UN CABALLO MALO’ ha aparecido en Pitchfork y ha llamado la atención de la mismísima Caroline Polachek, quien la ha metido en una de sus playlists.

Sin aún un álbum encima de la mesa, el artista también está siendo confirmado en numerosos festivales de renombre, como Lollapalooza Argentina, Sónar o Mallorca Live Festival. Por lo que todo este contexto nos hacía pensar que los que nos reunimos en la sala Copérnico estábamos ante el despegue de una estrella.

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El sonido de Ralphie Choo es tan experimental y lleno de elementos de producción digital que es natural acudir a uno de sus directos con cierto escepticismo. Todos estamos ya muy acostumbrados a ver propuestas sobre un escenario de todo tipo, sin necesidad de que haya una banda tocando en riguroso directo. Pero desde luego no esperas que alguien que hace “pop progresivo” o coquetea con el “flamenco computerizado” según Pitchfork, acompañe su set con un cuarteto de cuerda. Cuatro chicas arropaban a Ralphie sentadas con sus instrumentos y con una linterna de montaña en la frente. Detrás, DRUMMIE lanzando las bases, y a su lado un bajista. Una puesta en escena sencilla y bizarra que anticipaba lo que nos íbamos a encontrar a lo largo de los 60 escasos minutos de show.

El setlist se dividía en dos partes, la primera llena de canciones inéditas y la segunda, de sus hits más que conocidos. Ralphie salía al escenario prácticamente de incógnito, con un gorro y unas gafas puestas. Entre los saltos que pegaba de un lado a otro y la a veces cuestionable iluminación, resultaba complicado cazarle e identificarle. Pero el madrileño comenzó a dejarse ver conforme la cosa avanzaba, enganchando tema tras tema sin pronunciar apenas palabra entre ellos. Dos nuevas canciones abrían la noche antes de dar paso a ‘BULERÍAS’, su tema más internacional y, por lo tanto, coreado por un público muy entregado desde el minuto cero. La voz del artista se mezclaba con los que nos encontrábamos en la pista, a veces perdiéndose entre el coro popular.

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Después de una canción aún sin fecha de salida pero con un título que ya atrae (‘Tangos de una moto trucada’), apareció el primer invitado: mori. Ambos unieron fuerzas para interpretar lo que parecía otra canción inédita. A pesar de que la gente no se supiera su letra y su ritmo fuese más lento, la atención estaba puesta en ambos.

A continuación, fue el turno de ‘SANTO ÁNGEL’, quizás la canción más Frank Ocean de su catálogo, responsable de protagonizar uno de los momentos más tiernos e íntimos del set, con un Ralphie invitando a todos a abrazar y besar al de al lado. Pero la locura no tardó en llegar de la mano de ABHIR, con quien cantó otra canción aún por estrenar. Los beats de hip-hop, mezclados con el R&B más melódico, siguen estando presentes en estas nuevas joyas que pronto verán la luz y formarán parte del que será el primer álbum del artista.

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Hasta este momento había sido todo un lujo poder escuchar de primera mano los nuevos sonidos que Choo lleva cocinando todos estos meses, pero apetecía cantar y mover el cuerpo al ritmo de algo conocido. Y así fue. La parte final del concierto fue una sucesión de hit tras hit, subiendo la energía cada vez un poco más hasta llegar al pogo máximo. La presencia de Barry B daba paso a una espectacular ‘ROOKIES’ al más puro estilo Travis Scott, para después dejarnos engañar con las palmas de una más chill ‘Lamento de una supernova’.

Pero la traca final llegó con rusowsky junto a Ralphie Choo, quienes interpretaron primero la sensible ‘Dolores’ para coger carrerilla y terminar por todo lo alto con ‘VALENTINO’. La cerveza volaba por los aires entre un círculo de personas que lo daban todo en el foso, con el escenario lleno de artistas y colaboradores que salieron para grabar tal escena. Un final que nos dejó a todos con ganas de más, con el subidón metido en el cuerpo. Quizás la intención de Ralphie Choo fue precisamente esa: la de dejarnos bien arriba deseosos de presenciar un concierto suyo más largo (también algo mejor pulido) y en un recinto más grande. Llegará, todo apunta que más pronto que tarde. 7.

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