Kesha arriesga más que nunca en ‘Eat the Acid’

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Kesha arriesga más que nunca en ‘Eat the Acid’

Kesha ha lanzado estos días los primeros dos adelantos de ‘Gag Order‘, el disco que publica el 19 de mayo, cuyo título («orden de mordaza») alude evidentemente a su caso contra Dr. Luke. En ‘Fine Line’ e ‘Eat the Acid’, la artista a la que tanto recordamos por ‘Tik Tok’ o ‘Die Young’ suena cambiada. Y mucho.

Praying‘, la gran balada de Kesha, tampoco ha servido de influencia en estos dos nuevos cortes. ‘Fine Line’ se parece más a una balada, pues toda la composición se sostiene en una melodía de piano, solo que la producción de Rick Rubin engulle este instrumento en un extraño efecto embarrado y arrastrado. Ese barro podría ser la batalla legal de Kesha contra Dr. Luke, que dura ya una década.

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Como buscando penosamente salir de ese pantano, Kesha canta que está «harta de luchar», pero no renuncia a su verdad por mucho que ciertos «doctores y abogados» le hayan «cortado la lengua». Entre referencias a su propia fama, a la decadencia de la misma o a la «explotación de su dolor», ‘Fine Line’ es probablemente la canción más confesional y cruda que Kesha ha firmado jamás.

Pero ‘Gag Order’ también será el disco de Kesha que narre su «despertar espiritual» y de eso habla ‘Eat the Acid’, nuestra «Canción del Día» hoy. Curiosamente, Kesha cuenta que no ha tomado ácido jamás porque su madre lo hizo y «vio cosas, demasiadas». La advertencia de su madre, «no quieres que te cambie como me cambió a mí», se repite en ‘Eat the Acid’ a modo de mantra. Mantra que admite una segunda lectura cuando se interpreta dentro del contexto de la batalla legal antes citada.

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‘Eat the Acid’ cuenta sobre todo el momento en que Kesha «vio a Dios» una noche durante el confinamiento. Musicalmente también se acerca al formato balada, pues, como ‘Fine Line’, renuncia a cualquier tipo de beat, y se apoya en una melodía de órgano distorsionado que remite a la de ‘At Your Door’, la infravalorada canción de los Strokes que solo Billie Eilish entendió. Solo al final emerge en ‘Eat the Acid’ un pulso industrial que se asemeja a un beat, pero está claro que la canción busca otra cosa: arriesgar.

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