Sam Smith enamora con su show libertino en Mad Cool

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Sam Smith enamora con su show libertino en Mad Cool

Cerca de las 19h comenzó en el escenario Region of Madrid Angel Olsen acompañada de su banda. Ante un público un tanto tímido, la cantante presentó principalmente las canciones de su último disco, ‘Big Time’, del que sonaron ‘Ghost On’, ‘This Is How it Works’ y ‘Go Home’, entre otras. La intimidad de su música se aprecia mejor en una sala y en un concierto exclusivamente propio, pero aun así, la calidad de sonido fue excelente, y escuchar su preciosa voz mientras el sol iba bajando, un privilegio.

Incluso cuando se equivocó, como en ‘Shut Up Kiss Me’, que no se acordaba de cómo seguía el segundo verso después del estribillo y tuvo que ser ayudada por un fan, Angel Olsen mostró su buen hacer y su profesionalidad sobre el escenario. Precisamente antes de tocar esa misma canción, la cantante bromeó con que la había escrito la noche anterior inspirada por el propio Mad Cool.

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A partir de la devastadora ‘Through the Fires’, el público se encendió ligeramente y parecía estar más metido en el concierto. Hacia el final, Olsen reconoció que le es muy difícil crear un setlist porque su música es muy variada y de géneros muy distintos. De hecho, ningún concierto suyo en esta gira tiene el mismo set ni hay ninguna canción que cante siempre.

Por ello, incitó a que le propusiéramos canciones si había alguna en concreto que quisiéramos escuchar. Un par de personas dijeron ‘All the Good Times’, a lo que Olsen respondió que llegaríamos ahí, dejando caer que tenía pensado incluirla. Finalmente no lo hizo porque un chico propuso ‘Sister’ -petición a la que me uní-, y a ella le gustó la idea, tanto que decidió cerrar con una versión extralarga de la misma. Todo un acierto, no solo porque es una de sus mejores canciones, sino porque pocas de su repertorio se ajustan tan bien al ambiente de un festival.

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En uno de los escenarios principales, apareció Sam Smith y, desde el principio, fue una revelación. Una enorme figura dorada de un hombre tumbado (similar a un buda) ocupaba todo el ancho del escenario. Acompañade de tres coristas, Sam comenzó con ‘Stay With Me’ animando al público a que se uniera. La gente la cantaba con entusiasmo y su preciosa e imponente voz llenaba cada rincón del recinto. Siguió con ‘I’m Not the Only One’ para ganarse definitivamente la atención de todos los asistentes.

El show, que era la primera vez que se presentaba al aire libre, comenzó discreto a nivel visual con esas dos baladas, pero poco a poco fue llevándonos a diferentes lugares y estilos. En cada cambio de vestuario, Smith cambiaba el tono. En ocasiones, se convertía en una reivindicación de la sexualidad sin tapujos, como cuando dos bailarinas simulaban sexo entre ellas e incluso se besaban. En otras, hacía referencia a RuPaul’s Drag Race con su mítico “If you don’t love yourself how in the hell you gonna love somebody else” luciendo un enorme vestido morado.

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Hacia el final del concierto, Sam, que se había ausentado para cambiarse, vuelve al escenario mientras suenan unos cánticos de iglesia. Con un velo y una corona, se une a los cantos eclesiásticos hasta que deja caer su velo y aparece sin camiseta tapándose los pezones con dos cruces, con unas medias de rejilla y unas altísimas botas de cuero para cantar su macrohit ‘Unholy’, una canción horrorosa y que, sin embargo, en directo defiende muy bien. Ahí es cuando te das cuenta de la importancia de todo lo que has visto.

Más allá de que a nivel sonoro y vocal fuese impecable todo el tiempo, el hecho de ver a un artista abiertamente queer, de género no binario, siendo cabeza de cartel de un gran festival e instalando nuevos referentes y nuevas estéticas en la gente joven es esperanzador. Sus diferentes outfits y la celebración de la libertad sexual del show incomodaron a varios hombres heterosexuales que estaban viendo el concierto con sus parejas. Sonrisas incómodas e incluso usos inapropiados de la palabra “maricón” cada vez que Sam bailaba sin camiseta, movía el culo o vestía con alguna prenda asociada a lo femenino. En nuestra burbuja queer no hay nada escandaloso en su espectáculo, pero si intentas ver fuera de ella te das cuenta de que hay mucho por hacer y mucho por educar. No hay mejor forma de hacerlo que ante casi 70.000 personas con un concierto irreprochable de principio a fin.

Andrés Iglesias

En otro de los escenarios grandes, Queens of the Stone Age ofrecían una velada musical muy diferente a la de Sam Smith. La banda estadounidense, que está en la gira de su reciente álbum ‘In Times New Roman…’ ofrecieron un clásico concierto de rock. Con un sonido convincente y una sólida presencia en el escenario por parte de su vocalista Josh Homme, no tardaron en ganarse a sus fans con algunas de sus canciones más míticas, como ‘No One Knows’, con la que abrieron su set.

Homme interactuaba con el público como podía en español, haciendo bromas (“¡Mi amor! Bailar, beber y…” dijo antes de empezar una canción). También se mostró cariñoso con su banda y recordó que era el cumpleaños de uno de ellos. Mientras sonaba ‘Paper Machete’ de su último disco, me alejé del escenario, dejando la fiesta rockera que estaban montando para poder llegar a Ralphie Choo.

Ralphie Choo, gran revelación nacional

En uno de los escenarios cubiertos, en la zona de Vibra Mahou, Ralphie Choo, una de las revelaciones españolas de los últimos años, estaba a punto de comenzar su show. Lo acompañaban tres violinistas, una chelista, un dj y un guitarrista. Pese a no contar con un amplio repertorio, el madrileño recibió instantáneamente el cariño de un público muy entregado que se sabía todas las canciones. El artista se movía de un lado al otro del escenario y animaba a la gente a cantar con él. ‘Bulerías de un caballo malo’ y ‘Lamento de una supernova’ causaron entusiasmo, pero la fiesta realmente se desató cuando invitó a su colega rusowsky a cantar con él. La última canción, ‘Valentino’ derivó en pogos y locura colectiva.

Javier Bragado

Mumford and Sons empezaban su concierto con ‘Babel’, de su segundo disco homónimo -al que dedicaron la mayor parte del tiempo, tocando hasta 6 canciones de él- trayendo a Madrid su característico folk indie. Justo después sonó ‘Little Lion Man’, un auténtico himno en tierras británicas que, evidentemente, fue cantada con exaltación por el público.

El concierto sonó correcto siempre, sin recurrir a nada externo más allá de un discreto juego de luces, donde repasaron sus canciones más queridas como ‘The Cave’ o ‘Believe’, y cerraron, por supuesto, con ‘I Will Wait’. Su música, por algún motivo, resuena con fuerza en mucha gente y eso es admirable, especialmente teniendo en cuenta que no han evolucionado ni un ápice desde sus comienzos. Ver un concierto de Mumford and Sons en 2013 y verlo ahora es prácticamente lo mismo. Siguen siendo cabezas de cartel en todos los festivales a los que van, así que se ve que tampoco necesitan mucho más.

La apretada agenda festivalera no permite parar ni un segundo. Romy pinchaba en el escenario dedicado a la electrónica sustituyendo a The Blessed Madonna, que tuvo que cancelar. No quería perderme al menos una parte de lo que la de The xx tenía que ofrecer. Fue una buena decisión. El set de Romy era una fiesta divertidísima, donde sonaron desde temas propios como ‘Enjoy Your Life’ o ‘Lifetime’ hasta una remezcla de ‘(It Goes Like) Nanana’ de Peggy Gou, que para quien escribe esto, es la canción del verano.

Dejamos a Romy para cerrar la noche con los australianos Rüfus Du Sol y su espectáculo de house progresivo. Su música es tan atmosférica como enérgica y optimista, y la gente que allí estaba disfrutaba de cada instante, de cada vez que el beat rompía, de cada cambio de luces. Su cantante empezó vocalmente algo flojo, pero enseguida consiguió centrarse y estar a la altura. El público sacaba constantemente sus móviles para grabar, se subían sobre los hombros de sus amigos y levantaban los brazos en alto, coreaban todas las canciones… ‘On My Knees’ y ‘You Were Right’ fueron dos momentos particularmente eufóricos, pero todo el set fue dinámico y estuvo cargado de una alegría contagiosa. Un gran cierre a una jornada muy marcada por el eclecticismo por el que ha apostado el cartel del festival este año.

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